Apreciado Señor Juez. Muchas gracias por habernos recibido en su despacho el 6 de diciembre de 2006 para tratar el tema de los seis paraguayos, dirigentes campesinos que solicitaron asilo político y fueron encarcelados arbitrariamente en Buenos Aires, paradojicamente en la Argentina, reconocida mundialmente como «tierra de asilo». Me presenté ante ese Juzgado en calidad […]
Apreciado Señor Juez. Muchas gracias por habernos recibido en su despacho el 6 de diciembre de 2006 para tratar el tema de los seis paraguayos, dirigentes campesinos que solicitaron asilo político y fueron encarcelados arbitrariamente en Buenos Aires, paradojicamente en la Argentina, reconocida mundialmente como «tierra de asilo».
Me presenté ante ese Juzgado en calidad de Amicus Curiae, figura jurídica que permite a quíenes no forman parte de una causa presentarse igualmente en el Tribunal para aportar informaciones, como Miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación Americana de Juristas (AAJ). Fui a respaldar a los que, nadando contra la corriente, se la juegan por la justicia. Sin embargo, sus sueños fueron convertidos en pesadilla……
El terrorismo de estado paraguayo lleva hasta hoy impresa las huellas digitales de la dictadura militar de Stroessner y estos compatriotas cometieron la osadía de reclamar el cambio. El gobierno de Nicanor Duarte Frutos no sabe interpretar los signos de los tiempos, por eso arremete con furia contra estos valientes compañeros. Ellos reclamaron con justicia transparencia, participación y mejor distribución de la riqueza. La respuesta fue la persecución política a pesar de haber sido declarados inocentes por el Juez Penal más respetado del Paraguay, por su solvencia moral e intelectual, Dr. Pedro Mayor Martínez. Por la presión política del gobierno, la Cámara de Apelación revió la medida del Juzgado de Primera Instancia. Es evidente que algunos jueces son simple apéndice de los otros poderes.
En el Paraguay tenemos hoy un gobierno fascista que no ofrece ninguna garantía a los extraditables líderes campesinos porque saca a las calles tanto al Ejército o como a la Policía, le gusta bañarse de sangre y revolverse en el discurso democrático. Penaliza las protestas sociales y legitima la violencia.
La obligación de un juez es escuchar a quíenes el sistema económico-político excluye o persigue y su misión es brindarle un debido amparo. Los jueces como usted se convierten en verdugos de los mismos a quíenes deben resguardar o proteger. ¡Qué lástima, Señor Juez!
Usted, al conceder la extradición, por lo visto no tuvo en cuenta nuestros argumentos sino una vez más las razones de los poderosos. Usted con su resolución hizo mucho daño a la democracia paraguaya, también a la República Argentina, «tierra de asilo».
Su resolución, insanablemente nula, se encuadra perfectamente en la misma tónica del pacto criminal «Operativo Cóndor» de la década del 70, con el beneplácito de Washington, en donde los militares del Cono Sur de América Latina pretendian amurallar conciencias, torturar y encarcelar a los civiles que reclamaban justicia y libertad.
Me despido de Usted repitidiendo el histórico mensaje de Rodolfo Walsh: «sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso de dar testimonio en tiempos dificiles…»
Le saludo a Usted respetuosamente,