Tras la crisis de 2001 surgieron numerosas experiencias de resistencia y recuperación de empresas que habían entrado en quiebra y dejado a miles de personas en la calle. Estas fábricas recuperadas por sus trabajadores crecieron y se desarrollaron en los últimos cinco años. Sin embargo, no todas se organizan ni trabajan con los mismos criterios. […]
Tras la crisis de 2001 surgieron numerosas experiencias de resistencia y recuperación de empresas que habían entrado en quiebra y dejado a miles de personas en la calle. Estas fábricas recuperadas por sus trabajadores crecieron y se desarrollaron en los últimos cinco años. Sin embargo, no todas se organizan ni trabajan con los mismos criterios.
¿Las cooperativas son un medio o un fin? ¿Se puede crecer en la recuperación de una sola fábrica? ¿Cómo se hace para no caer en la lógica capitalista dentro de una empresa recuperada? ¿Se puede competir en el mercado? Estos son algunos de los debates sobre cómo avanzar en un proyecto alternativo.
Hay diferencias de proyecto en las distintas experiencias. Mientras algunas se proponen una transformación radical de la sociedad y entienden el trabajo cooperativo como una construcción de poder que debe seguir creciendo, otras se plantean la necesidad de pensar una opción política que supere el terreno netamente sindical (como FaSinPat, ex Zanón) y otras, como explicó a Prensa De Frente Marcelo Ruarte, presidente del hotel Bauen, crearon una Federación de Cooperativas, no sólo recuperadas sino con un criterio más amplio para consolidar un frente compacto para consensuar una política colectiva.
En el caso de algunas cooperativas, los esfuerzos se han abocado únicamente a la recuperación de la empresa, la mejora de los salarios y a crear nuevas fuentes de trabajo.
Si bien ambos objetivos no son contrapuestos, la fuerza que se destina a cada uno de ellos las diferencia. La necesidad de competir en el mercado con empresas a gran escala puede llevar a las recuperadas a trabajar con la misma lógica capitalista que tenían antes de pasar a manos de los trabajadores. La preocupación por generar mejores condiciones laborales es central, pero puede derivar en una experiencia aislada de otras, una especie de fábrica modelo que se maneja con criterios alternativos anticapitalistas en medio de un mundo capitalista.
En este sentido, FaSinPat (Fábrica sin Patrones), con 470 trabajadores, propone la estatización de la fábrica con gestión de los trabajadores. «Nosotros no queremos entrar en la lógica de la competencia, creemos que el Estado debe hacerse cargo de sostener los sueldos, los insumos, la materia prima y que nuestra fábrica es un bien social, no es ni de un patrón ni de los trabajadores individualmente. Son los mismos trabajadores los que deben gestionar la administración y rendir cuentas a la comunidad. Cuando decimos que Zanón es del pueblo, queremos decir eso. Mientras la economía la manejen los capitalistas no va a existir una solución de fondo porque seguimos en un estado de miseria permanente y las fábricas no van a andar bien si la sociedad y la economía en su conjunto mantienen índices económicos y de explotación agudos», afirma Raúl Godoy.
Hay otras empresas recuperadas que reivindican el funcionamiento similar que tienen con cualquier otra empresa del mismo rubro, aún cuando consideran que su trabajo debe ser propiedad social. Uno ejemplo es el de la cooperativa gráfica Patricios, ex Conforti, que asume como principal objetivo seguir generando trabajo. «Nuestra cooperativa funciona como una empresa y esto es necesario para que camine porque sino termina en una aventura. El tema de insertarnos en el mercado nos costó un poquito pero ahora ya es una empresa más. No vemos necesaria la estatización de la fábrica porque nuestra pelea es por la fuente de trabajo», remarca Gustavo Ojeada, su presidente.
La cooperativa de colectivos [autobuses] que conformó la Corriente del Pueblo de Jujuy, por ejemplo, considera que mientras la cooperativa resuelve la necesidad concreta de sus integrantes, como movimiento el objetivo es impulsar el cambio social. «Creemos que es el camino que nos va a ayudar a dar vuelta la tortilla, quitándole a la patronal las decisiones de la empresa y construyendo poder. Algunas recuperadas terminan con un criterio empresarial más que autogestivo, pero es fundamental reconocerse como obreros y pensar el trabajo desde la construcción de un cambio», afirmó Guillermo Núñez, de la Corriente del Pueblo.
Muchos trabajadores conformaron cooperativas para plantear el trabajo en la empresa recuperada, pero mientras algunos lo entienden como una cuestión formal, otros lo toman al pie de la letra. Según Godoy, «es sólo una forma transitoria que vino a legalizar lo que ya estaba legítimamente organizado». Las figuras legales de presidente, vicepresidente, tesorero y vocales no corren en estos casos como autoridades con mayor nivel de decisión sino que son las asambleas los espacios más naturales de toma de definiciones. En otros casos las reuniones de las autoridades de las cooperativas son más asiduas y muchas cuestiones quedan en sus manos. A partir de esta concepción sobre los roles en el trabajo y en las funciones dentro de la empresa se pueden ver también diferencias en cómo se van transformando las relaciones sociales al interior de cada experiencia.