Si hay algo que caracteriza esta etapa política, a partir de la asunción del ex-presidente Nestor Kirchner – 25 de mayo del 2003-, son las contradicciones cotidianas con que nos desayunamos producto de su hacer político. Estas contradicciones la padecen los kirchneristas, los kirchneristas a medias (o los opositores a medias -como quiera leerlo-) y […]
¿Un PeJota de políticas asistencialitas, aparatosas, punteriles, prevendarias y sectarias figurada en «los caudillos» del conurbano o provinciales? ¿Un PeJota democratizado, lleno de contenido, recuperando sus banderas históricas interpretadas por nuevos actores y sectores? ¿O un pejota hibrido, con un poco de todo y una férrea conducción K? ¿Se querrá y/o se podrá recuperar el PeJota para ponerlo al servicio de un proyecto político con olor a pueblo? No obstante, en el tablero de las estructuras del espacio político kirchneristas, pese a muchos dirigentes del PJ, se encuentran los Radicales-K, los socialistas-K, los Progresistas-K y los movimientos sociales-K, que deben discutir y analizar el alcance y el accionar de un PeJota normalizadamente K y la de su propia estrategia de construcción, despliegue político y alianzas en un frente político de hecho. Marcelo Yaquet forma parte del Colectivo de trabajo Liberación
Si hay algo que caracteriza esta etapa política, a partir de la asunción del ex-presidente Nestor Kirchner – 25 de mayo del 2003-, son las contradicciones cotidianas con que nos desayunamos producto de su hacer político. Estas contradicciones la padecen los kirchneristas, los kirchneristas a medias (o los opositores a medias -como quiera leerlo-) y los opositores de pura cepa (ya sean gorilas o del campo popular).
En pleno verano, con pujas de precio, de paritarias y aumento salarial; de anuncio de paro docente, de medición de la inflación -indec mediante-; de cortes antipapelera; del Casino y López; de la valija que aparentemente no era ni de la Hermana República Bolivariana de Venezuela, ni nuestra, sino del infaltable Tío Sam; aparece en primera instancia toda una operación de prensa (¿?) orientada a que Néstor Kirchner encabece la normalización del Partido Justicilaista. Fogoneada por Gobernadores PJ-K, que desean, desde hace tiempo que Kirchner se haga cargo de la presidencia de dicha estructura partidaria.
El acuerdo Kirchner-Lavagna, a parte de ridiculizar a la UCR alfonsinista y de dejar sin socios a los gorilas macristas, ratifica la línea de recuperar el PJ por parte del kirchnerismo.
Mientras tanto el abanico restante del espacio político que acompaña a Néstor Kirchnar mira la jugada desde la tribuna. Sin saber cual es el movimiento siguiente, o como deben reacomodarse para seguir siendo una de las piezas en juego.
La principal jugada
La normalización del PeJota significa la reconstrucción de la institucionalidad de los partidos políticos. Pensar esto en el 2001-2002 era imposible, pero la política es una ciencia objetiva y como tal debemos asumirla. El PJ una vez mas, y de cara al aniversario de los 200 años de la Revolución de Mayo, se reciclará y se transformará en la columna vertebral de la reconstrucción partidaria-política en la Argentina.
Mientras tanto, Cristina Fernández se dedica exclusivamente a gobernar la Argentina y mostrarse hacia el resto del mundo. Néstor Kirchner a armar una fuerza política que sustente el proyecto político que encarna él y CFK.
Es lógico que necesite un PeJota que le responda, sin dar lugar a que le juegue en forma díscola en algún momento. Para esto debe ganarle la estructura a los PeJota anti-K (léase: a los Rodríguez Sa, a los Narváez, a los Menen y a los Duhaldes), lo cual no le resultará difícil.
No debemos olvidar que la estructura del PeJota ha servido en las últimas décadas como herramienta política del neo-liberalismo para llevar adelante sus planes antipopulares y vender la nación al mejor postor.
La mayoría de los hombres y mujeres de la estructura del PeJota siempre han estado parados cerca del poder de turno, sin importarles proyectos, ideología y la historia misma del peronismo como movimiento de masa y, por ende, revolucionario. Han estado con Bittel, Luder y Herminio Iglesia, con Menem y Duhalde, con accionar y discurso liberal, antipopular, patronal y pro-imperilista.
Hoy mutan como si nada. A muchos de ellos que van hacia la normalización del PJ, con un discurso anti-liberal, para transformarlo en sostén del proyecto kirchnerista habría que preguntarles que hacían en la década de los 90 , o en plena dictadura militar.
¿Significará, todo esto, una disputa de proyecto político dentro del mismo o habrá siempre un si fácil, pa´todo?
Recordemos que el partido creado por el General Perón fue concebido como herramienta electoral del movimiento nacional y popular. Hoy no existe ese movimiento como tal y esto es lo más importante a tener en cuenta. Porque la jugada principal tiene que estar volcada a la reconstrucción de un movimiento de carácter liberador y latinoamericano.
Ellos, los otros y nosotros
Tampoco debemos dejar de tener en cuenta el comportamiento, dentro del juego general, del socialista Hermes Binner que gobierna la Provincia de Santa Fe, de la arista Fabiana Ríos, Gobernadora de Tierra del Fuego, o de los intendentes estilo Martín Sabatella, que va por el tercer año de mandato en la Municipalidad de Morón, Provincia de Buenos Aires y que todos tienen buena sintonía con la Casa Rosada.
Aunque nos pese mucho a muchos, la situación actual de la Argentina carece de organizaciones de masa con capacidad para determinar escenarios políticos propios que acaben de un solo puñetazo las políticas y los políticos liberales entregadores del patrimonio nacional y que apuntale y profundice el transcurso político actual al compás de los procesos políticos mas avanzados de Latinoamérica.
La falta de análisis político profundo con desarrollo estratégico y táctico, la imposibilidad de desembarazarnos de las experiencias anteriores, el seguir llevando a cuesta la mochila de prácticas liberales, la no fortaleza ideológica, la falta de discusión y formación política en las organizaciones populares, la práctica de construcciones a dedo, y el no ver a la Argentina desde una visión latinoamericana y patriota, son un manojo de otros tantos errores a corregir.
Por lo tanto, es tarea indispensable construir un plan de trabajo político que permita estar a la altura de la circunstancia y poder, así, ser parte de la partida o de la patriada desde una concepción nacional, popular y revolucionaria.
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