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Tasselli, un modelo y sus cómplices

Fuentes: Rebelión

Sola y únicamente sí el presidente de la Nación como su selecto grupo de ministros y secretarios de Estado -provenientes ellos de la provincia de Santa Cruz- hubieran perdido la memoria podría justificarse que no advirtieran que el empresario Sergio Tasselli, actualmente propietario de la empresa láctea Gándara ex Parmalat desde diciembre del año 2004, […]

Sola y únicamente sí el presidente de la Nación como su selecto grupo de ministros y secretarios de Estado -provenientes ellos de la provincia de Santa Cruz- hubieran perdido la memoria podría justificarse que no advirtieran que el empresario Sergio Tasselli, actualmente propietario de la empresa láctea Gándara ex Parmalat desde diciembre del año 2004, es el mismísimo personaje nefasto que realizó el vaciamiento de la ex Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF) entre los años 1994 y 2002.

Al tener una memoria tan selectiva como peligrosa tampoco recuerdan estos funcionarios públicos que Tasselli es el mismo forajido económico que posee, entre otras las empresas Trenes Metropolitanos, Frigorífico Santa Elena, Materfer, Aceros Zapla, Petroquímica Bermúdez, Agrinac y distribuidoras eléctricas que han corrido suertes similares en cuanto a sus manejos corruptos e ilegales. Seguramente tampoco querrán recordar su íntima relación con el lobbysta y embajador argentino en España Carlos Bettini y con Mario Montoto.

El caso del evasor impositivo Tasselli no es uno más, entre tantos otros, donde la desidia y el «dejar robar» al Estado está presente. Pero si es un caso emblemático donde se puede comprobar que el camino de la neoliberal destrucción económica, social y laboral -iniciado por Carlos Saúl Menem- se mantuvo inalterable en los gobiernos subsiguientes de Fernando de la Rúa y de Eduardo Alberto Duhalde, mientras Néstor Carlos Kirchner era gobernador de Santa Cruz. Éste último conoce el accionar y modus operandi del sujeto depredador de empresas, Tasselli, y muchos de los actuales funcionarios nacionales lo saben perfectamente también porque jamás le llegaban las sanciones ejemplificadoras de las autoridades nacionales y provinciales económicas y laborales, como tampoco de la justicia que tanto a nivel nacional como provincial «supieron conseguir». Pero claro, miles de trabajadores del carbón quedaban una vez más abandonados, cuando no sepultados, por la falta de mantenimiento y medidas de seguridad.

Después de varios meses de inactividad de los ministerios de trabajo -nacional y bonaerense- fue necesario que miles de ciudadanos queden detenidos en una ruta para que los «empleados públicos» hagan lo que les está ordenado hacer por las leyes. Porque volvemos a recordar que el vaciador de empresas Tasselli no es un producto de la imaginación de nadie, sino un esperpento moral que con total seguridad habrá contribuido económicamente con muchos políticos, para que llegaran a hacer justamente aquello por lo cual cobraron. O sea, permitir la corrupción, el robo, la evasión, el vaciamiento y el deterioro de las condiciones de trabajo y seguridad de los trabajadores.

Obviamente que no se le puede pedir a los «pintados ejecutivos», ejecutores de las políticas públicas, que hagan aquello a lo que están obligados a hacer constitucional, legal y humanamente. Tampoco que sean los legisladores los que denuncien y promuevan las investigaciones que están obligados a realizar antes las muchas denuncias de corrupción política. Menos a la justicia «amiga del poder» sería imposible e infantil exigirle cualquier acción que permita el procesamiento y sanción sobre los beneficiarios del atropello de los derechos y dignidad de los trabajadores, como así también de los recursos y empresas nacionales que jamás deberían haber quedado en las manos de los que actualmente están, ya sea por concesión o venta realizadas por los Estados -nacional o provinciales-.

Para muchos ciudadanos los cortes de rutas, las tomas y recuperación de fábricas abandonadas por sus dueños, las manifestaciones de protestas y luchas por los derechos más elementales del pueblo son cuestiones que alteran el normal desenvolvimiento de las vidas y ocupaciones cotidianas. Y por cierto que lo son enhorabuena para que muchos despierten y observen una realidad abominable.

Si en Argentina, como en cualquier lugar del mundo, no existieran las luchas sociales y las luchas de los trabajadores para frenar los atropellos de los que son víctimas, podríamos verificar muy fácilmente de que el sistema capitalista, con sus diferentes modelos económicos, financieros y sociales tan globalizados como indignos, no tiene ningún tipo de límite ni moral para obtener las mejores condiciones para producir el acrecentamiento desorbitado de sus ganancias y la acumulación sin límite de riquezas y capitales, siempre a expensas de quienes con sus trabajos las posibilitan.

Debemos estar atentos a la forma en que se resuelve el conflicto al que fueron llevados los trabajadores de Gándara, a la anulación de los despidos, al reordenamiento de las condiciones de trabajo y seguridad, al pago de los sueldos adeudados y al mantenimiento de las fuentes de trabajo. Porque sabemos que ante éste verdadero y comprobable abandono de la empresa, por parte del inescrupuloso Tasselli, la única salida y solución debería ser la entrega de las plantas productoras y distribuidoras a los trabajadores, quienes advirtieron ante la llegada de Tasselli sobre la inviabilidad de la empresa si no se efectuaban las indispensables compras de materias primas e insumos.

Debemos rechazar cualquier intento para distraer la atención por parte de los funcionarios públicos responsables de impedir los reiterados vejámenes sobre los derechos de obreros o empleados de las empresas vaciadas y llevadas a las quiebras siempre fraudulentas. Porque desde sus improntas travestidas o transversales, con pasados tan tenebrosos de arbitrariedades y corrupciones son capaces de salir hablando de la plusvalía y de los derechos de los trabajadores como si acá, en Argentina, nada hubiera pasado y nada hubieran hecho ellos. Acá pasó lo que pasó porque ellos lo hicieron posible, aunque para algunos conciudadanos el disfraz político para ésta ocasión institucional les convenga desde una mirada conformista burguesa. Sencillos fetichistas sin dudas.

Cuidado entonces.

Porque ya lo han hecho con las privatizaciones, con las políticas económicas, financieras y laborales, con el manejo de la justicia, con la libertad de información e investigación periodística, con el hegemonismo y autoritarismo, con la deuda con el FMI, con las obras públicas a medida y con cada una de las cosas que han tocado. Son los mismos personajes que en materia de Derechos Humanos antes se callaron cobarde y oportunistamente, y que su inacción y silencios han sido tan insolentes como lo es el actual arrebato de preocupación mezquina y ventajera de estos últimos tiempos.

Porque ya nadie puede dudar que habiendo tenido ayer las posibilidades de hacer algo no lo hicieron. Porque tampoco existen dudas que sus únicas preocupaciones pasaban y siguen pasando únicamente por detentar más y más poder.

Tasselli no está solo, tiene socios. Cuidado.