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Trasformación de la basura

Fuentes: IPS

La capital argentina inauguró la primera planta para convertir residuos sólidos en plástico, vidrio, papel, metal y otros insumos industriales, en el marco de un proyecto que incluye empleo digno para trabajadores de la recolección informal. La Planta de Clasificación y Acondicionamiento de Materiales Reciclables de la Ciudad, en la que se hace acopio, clasificación […]

La capital argentina inauguró la primera planta para convertir residuos sólidos en plástico, vidrio, papel, metal y otros insumos industriales, en el marco de un proyecto que incluye empleo digno para trabajadores de la recolección informal.

La Planta de Clasificación y Acondicionamiento de Materiales Reciclables de la Ciudad, en la que se hace acopio, clasificación y procesamiento de materiales, tiene como operarios formales a personas que hasta ahora se desempeñaban de «cartoneros», como se les llama en Buenos Aires a los recolectores informales de residuos.

Los cartoneros se multiplicaron en los últimos años, hasta llegar hoy a unos 10.000, como consecuencia de la recesión que desembocó en el colapso económico, social y político de fines de 2001.

Con desventajas obvias, los recolectores informales de residuos compiten con las empresas contratadas para esa tarea por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que trasladan cada día entre 4.500 y 5.000 toneladas de basura a rellenos sanitarios ubicados en la zona metropolitana, ya en jurisdicción de la vecina provincia de Buenos Aires.

Se calcula que los cartoneros, con sus carros a tracción humana, recogen entre 450 y 900 toneladas diarias de basura, dependiendo del clima. El producto de lo que recogen lo venden por peso en depósitos que luego los colocan en la industria del vidrio, del papel y otras.

Desde fines de 2005, Buenos Aires cuenta con una nueva ley de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos, elaborada por la organización ambientalista internacional Greenpeace.

La norma, más conocida como «ley de basura cero», fomenta el consumo racional, el reciclaje de materiales y la dignificación de la tarea de los cartoneros.

«La idea es reducir al máximo la basura que va a parar a los rellenos sanitarios o que se incinera, para evitar la contaminación del suelo, el aire y el agua» en esas zonas, explicó a IPS Juan Carlos Villalonga, de Greenpeace.

La ley impone reducir 50 por ciento el volumen de basura que se entierra en los rellenos para 2012 y en 75 por ciento para 2017, tomando como base los volúmenes trasladados en 2003.

Por este compromiso, el gobierno capitalino auspició la formación de cooperativas de cartoneros y cedió el espacio para la primera planta de procesamiento, ubicada en la zona oeste de la ciudad e inaugurada el lunes en la celebración del Día Internacional de los Trabajadores.

También lanzó un programa piloto de separación de residuos en origen en ciertas zonas de la ciudad. Los pioneros fueron los edificios de más de 20 pisos, las oficinas públicas, los hoteles cinco estrellas y las viviendas, comercios y oficinas de la exclusiva zona de Puerto Madero, junto al Río de la Plata.

Los residuos secos son arrojados en bolsas diferentes y trasladados por las empresas recolectoras hasta la nueva planta. La ley prevé además que las compañías deben construir otros cinco nuevos centros de reciclaje para que sean operados por cooperativas de cartoneros.

«Por ahora estamos practicando con pocas cantidades para ver cómo clasificar, pero después tenemos que aprender a manejar mayores volúmenes y hacer registros de compras, ventas y pagos», explicó a IPS Francisco Monzón, presidente de la Cooperativa Ecológica de Recicladores del Bajo Flores, que tiene la planta.

Monzón es albañil, pero desde hace una década quedó desempleado y se dedicó a la recolección callejera de basura. Acopiaba los cartones en el fondo de su vivienda y los vendía por su cuenta. En 2002, formó una cooperativa con otros 30 cartoneros para conseguir mejores precios a la hora de colocar los materiales.

La cooperativa de Monzón fue la primera en beneficiarse del proyecto «basura cero». El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires construyó la planta, compró las máquinas, y cedió las instalaciones por cinco años a los miembros de la cooperativa, que esperan ganar más y trabajar en un ambiente más digno y seguro.

En principio, son 30 los operarios que trabajan en la planta y procesan unas 10 toneladas de residuos por día. Pero la intención es llegar a 90 trabajadores y procesar 120 toneladas diarias.

En ese ámbito, los operarios operan con guantes, barbijo y ropa segura, además de evitar los riesgos de trasladarse con sus carros por las calles.

Actualmente, los depósitos que compran los residuos sólidos a los cartoneros los recargan en 15 por ciento al venderlos a las compañías de reciclado y éstas, a su vez, le agregan igual porcentaje cuando los comercializan ya transformados en material para insumos industriales.

La ley prevé que el total de la basura se reduzca, y que sea cada vez mayor el porcentaje destinado a las plantas de separación y clasificación, que podrían luego erigirse a largo plazo también en fábricas de reciclado.

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=37373