Bonadio es Pichetto. Lo terminal de la crisis económica.
El derrotero económico, político y judicial que se blande sobre Argentina no es una confusión generalizada, sino hechos concatenados, hilados con una costura pergeñada.
La nueva devaluación de la moneda operada en agosto a través de la suba del dólar, no es tormenta pasajera, sino una crisis cambiaria que se aguardaba de antemano, como se esperan las próximas. El contexto siempre explica al texto. La recurrencia del aumento del tipo de cambio es un texto que se explica como consecuencia de la vulnerabilidad de la economía argentina a raíz de diversas medidas macro económicas que impulsó Cambiemos. Pero en esta fase de la coyuntura se explica por la «crisis terminal de confianza» que goza el machismo y la novedosa traducción a «crisis política» . La debacle económica es inexorable. Es una afirmación grandilocuente que se recuesta sobre información, datos, análisis muy concretos. La ventana de tiempo de eclosión depende de la administración e ingenio de quienes atienden el juego.
La escasez de dólares es una marca de fuego que rige la economía argentina. La crisis de confianza desatada en todos los operadores financieros, criollos y foráneos, así como de los ciudadanos de a pie opera como la definición catastrófica de la crisis económica.
La crisis económica devino, crisis de confianza y, ésta devino «crisis política» con final de fin de ciclo para el macrismo.
Los posibles cambios en el gabinete, el anuncio de medidas económicas asiladas son fuego de artificio que solo compran tiempo. La válvula de escape oscila entre el improbable cambio de rumbo económico y la fé religiosa. La economía va a explotar, es un hecho; sin embargo no se ve dibujado entramado alguno que opere como red de contención social y político. Quizá, algunos infaustos jugadores con mucho rodaje político han comenzado a analizar como gestionar una salida institucional.
Tres Tercios para un armar un país
La real gravedad de la situación económica recién comienza a visibilizarse. No obstante lo cual, algunos sectores políticos oficialistas y satélites del oficialismo, vienen evaluando desde hace tiempo las múltiples consecuencias, estructurales, políticas, sociales. Nadie en la alta política deja librada al azar el análisis sobre las consecuencias probables de los hechos políticos/económicos, en consecuencia, todos gestionan la política acorde a las previsibilidades. Se barajan «todos» los escenarios, porque existe una visión generalizada y no pública, respecto a la inviabilidad en el mediano plazo del sostenimiento de la macro y de la micro economía.
Cedo en esta ocasión en análisis económico para focalizar la danza posicional de la política. En esa línea, trasunta público la distribución de los tres tercios en la arena política nacional. El oficialismo de la mano de Cambiemos como faro neoliberal visible, la antagónica centro izquierda condensada en el Kirchnerismo, y el pejotismo variopinto de capacidad fungible con ADN conservador. Estos son los actores reales de la disputa por el poder político (estatal) en Argentina. Cada uno atiende su juego o para ser más preciso, cada cual defiende intereses específicos y, en consecuencia, montan sus respectivas estratégicas. Nada, o casi nada, es lo que parece.
El oficialismo de la mano del ingeniero Macri, ha insistido en una estrategia: confrontar con CFK. Sus elucubraciones los han impulsado a sostener todos los escenarios de confrontación posibles con la ex presidenta. Claro que cuanto más golpeada llegue la figura de CFK, más eficiente será su ecuación. La necesita compitiendo hacia 2019, pero sin competitividad. La requieren en la cancha, disputando electoralmente. Por eso han buscado oradarla, desprestigiarla, pero nunca cruzar esa línea, porque ese hecho de quiebre crearía de forma espontánea una alternativa electoral a su gobierno que pudiera juntar gran parte de la oposición, me refiero al tercer tercio.
A su tiempo, el kirchnerismo cristinista redobla la agenda liberadora del campo popular y los intereses que representa. Si bien el kirchnerismo representan una agenda, un decálogo de políticas, una cosmovisión completa, su sustancia es inescendible del liderazgo de CFK, desde allí y desde de su programa de desarrollo y defensa de derechos alcanzados busca expandir su base de sustentación frente a la destrucción del trabajo y la producción que opera por el embate neoliberal.
La pata restante del tridente de la arena política encuentra en el rostro, no del eterno Pichetto, ni del aniñado Urtubey, o del histórico Solá, o el escurridizo Massa la punta de lanza del PJ, sino en el del regordete y cano de Bonadio, el mascarón de proa de su estrategia. Quizá siempre fue esa la estrategia. Son muchos los indicios en tal sentido.
Existe una diferencia importante entre el plan de vuelo del oficialismo y el del PJ bonadiano: el pejotismo sabe, a fuerza de verdad, que su constitución permite en determinadas ocasiones, la traición, pero su pragmatismo le aconseja, no ejercerlo si ello conlleva la ruptura inmediata de alianzas territoriales «indispensable» para reproducir su poder territorial. Una alquimia tan sensible fuerza diseños más heterodoxos para alcanzar sus objetivos: restituir su poder.
Bonadio es Pichetto
Bonadio es la cara mas descarnada, talibán y anárquica del PJ, un segmento irascible desde los tiempos en que CFK forzó la disputa política, el cual encuentra un contrapeso más pragmático de defensa de cuotas de poder concretos en cabeza de los gobernadores del PJ, los mismos que dudaron, los mismos que retacearon los apoyos en los momentos más álgidos de la disputa política del kirchnerismo. Pichetto el amortiguador diligente entre la posición conservadora de unos y la exacerbada de otros. Pichetto, los gobernadores y Bonadio son tripulantes de un mismo navío que puso proa a la Casa Rosada.
Pichetto sabe e intenta convencer a Bonadio que CFK presa rompe todos los acuerdos. Ambos saben que CFK competitiva es inaceptable. Todos concuerdan que CFK deslegitimada es el escenario perfecto para avanzar. Aún así, tal estado de cosas, no alcanza. Requiere de forma simultánea, impulsar un piso de deslegitimación para con el oficialismo. Un gobierno que timonea la economía hacia al abismo, pero que insuflado sobre la base del odio y una racionalidad ciega, acepta el probable abismo al retorno del kirchnerismo. Es decir, la sangría económica, lenta pero inexorable, no alcanza. Por eso, el dueto Bonadío – Pichetto, que es trío, PJ, saben que la última pieza del rompecabezas encontrara su lugar a su tiempo. Ese anclaje temporal escapa a la disposición del PJ bonadiano. La certidumbre del momento de empujar, salpicar, implicar, visibilizar en términos judiciales al macrismo, lo indicará la cresta de la crisis económica.
La táctica es obvia, cuando la crisis económica toque su techo, cuando la macro explote producto del desfinanciamiento extremo y todas las variables vuelen por los aires, el apóstol célebre de la justicia federal producirá el viraje de la causa de los cuadernos, recostándose sobre los delitos vinculados a la obra pública y la familia presidencial. Por acción, en el pasado, por omisión en el pasado cercano y el presente.
Los «cuadernos», reales o ficcionales, representa un arma de doble filo, puesto que la cadena causal, probatoria, puede explayarse en cualquier dirección. El hecho que hoy por hoy se centre el foco sobre la obra pública nacional, no inhibe la posibilidad de avanzar sobre la obra pública provincial, léase también, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, flanco débil del oficialismo, tanto como los negocios, otrora pertenecientes al actual presidente y actualmente en cabeza del primo presidencial Calcaterra.
Cuando uno se pregunta, por qué Bonadio aceptó iniciar la causa sin hacer el sorteo correspondiente, a sabiendas que eso podría arrastrar «nulidades»? La respuesta conduce a Pichetto; quizá a la capacidad de reflexión de éste sobre Bonadio: Porque la cuestión de fondo no es poner presa a CFK, independientemente de los deseos del juez, sino ganar en 2019.
De consolidar, el tridente pejotista, ambas variables sobre dos tercios de los actores políticos, las posibilidades reales de vuelta al poder del PJ son sustanciosas, e incluso, de precipitarse la crisis económica en crisis política, cuestión que ha comenzado, ante la eventualidad de la debacle institucional las «posibilidades» vuelven a incrementarse. Bondio es Pichetto. Ambos son el PJ. Ambos son la continuidad de una variable conservadora que busca no pagar los deberes que creen debían hacerse e hicieron otros. Ellos, los administradores de las tensiones y crisis sociales fantasear, a base de un juego bien armado, en asaltar el poder.
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