TV1, en su informativo de las 21 horas del 11 de septiembre, dio noticia de la manifestación barcelonesa independentista en cuarto o quinto lugar, a las 21:20 aproximadamente, unos 20 y tantos minutos después de iniciado el informativo. Un escándalo. Se ha hablado de ello críticamente en diarios y en medios radiofónicos e incluso, días […]
TV1, en su informativo de las 21 horas del 11 de septiembre, dio noticia de la manifestación barcelonesa independentista en cuarto o quinto lugar, a las 21:20 aproximadamente, unos 20 y tantos minutos después de iniciado el informativo. Un escándalo. Se ha hablado de ello críticamente en diarios y en medios radiofónicos e incluso, días después, la dirección de la propia cadena formuló su autocrítica y reconoció su gran metedura de pata. Algo es algo aunque sea poco.
Pudiera deducirse de ello que otras cadenas de TV hicieron esa noche lo que, en principio, deben hacer: informar y analizar lo sucedido el pasado martes con la mayor perspectiva posible.
Sería una mala inferencia.
TV3 no sólo se ha convertido desde finales del mes de agosto en un órgano de expresión, acaso el máximo órgano de expresión, del nacionalismo conservador catalán (de hecho, siendo más preciso, esa era su seña de identidad por excelencia más o menos explícita y no sólo desde la llegada de Mas el soberbio y CIU al gobierno catalán) sino que el informativo de las 21 horas de la DIADA, conducido por su presentador estrella Ramon Pellicer, se convirtió -cuanto menos en sus primeros 35 minutos-, sin apenas ninguna nota ampliativa o algún matiz, en una apología irrestricta del independentismo conservador catalán: imágenes (incluida la de la antigua directora de TV3 y la frase por ella citada de Joan Sales), palabras, comentarios, discursos, entrevistas,… todo abonada la misma idea: el independentismo es un sentimiento-cosmovisión-vindicación sin contestación en la sociedad catalana; las luchas contra los hachazos convergentes al muy demediado Estado de bienestar catalán son cosa marginal, de cuatro alocados y sin apenas importancia; Convergència -no tanto Unió- ha apoyado sin reservas la manifestación y su lema central; la Asamblea Nacional de Catalunya [1] es un colectivo de almas nobles, heroicas y desinteresadas que aspiran al bien de todos; las críticas a la finalidad aireada solo provienen de la derecha neofranquista o de grupos afines. Etc.
Siguen, por supuesto, en la misma línea. No hay propósito de enmienda. Han tomado nota del exitoso resultado de su estrategia intoxicadora, nudo esencial de la manipulación de ideas y sentimientos promovido por el nacionalismo conservador catalán (ayudado ad infinitum, desde luego, por las otras fieras, por las acciones y decires del nacionalismo españolista). Exactamente igual que las televisiones de otras comunidades españolas. En esto -y en muchas más cosas por supuesto- no hay apenas diferencias.
Prueba añadida de lo que comentamos: la información de TV3 -imágenes y explicaciones- sobre el acuerdo entre el gobierno privatizador y ultraliberal de la Generalitat, la Caixa (del señor Fainé y doña Cristina) y el empresario blavero-burbujero Bañuelos para la construcción de Barcelona World.
Otro escándalo informativo político-cultural. Pero eso sí, éste sin autocrítica.
Nota:
[1] Nada que ver, desde luego, con la antigua Asamblea de Catalunya. Nada. Ni incluso en la vindicación de los derechos nacionales catalanes.
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