El poderoso ajuste que esta operando sobre los sectores populares y medios, y la ofensiva pornográfica de la restauración neoliberal, nos empuja muy rápidamente a problematizar la cuestión de la unidad y devolver toda la profundidad que el concepto debería contener. Son muchos los que solo la plantean como un slogan que paga bien, echando […]
El poderoso ajuste que esta operando sobre los sectores populares y medios, y la ofensiva pornográfica de la restauración neoliberal, nos empuja muy rápidamente a problematizar la cuestión de la unidad y devolver toda la profundidad que el concepto debería contener. Son muchos los que solo la plantean como un slogan que paga bien, echando mano desde la derecha a la izquierda. Sin embargo el desafío radica en definir un concepto menos laxo de unidad para el proceso político que vivimos y orientado al campo popular.
En el contexto de esta búsqueda existen varios hechos políticos de gran envergadura que deben encontrar acogida para dibujar la arquitectura de la unidad que se requiere.
Como acomodar y balancear acontecimientos tan diversos y relevantes como la multitudinaria y heterogénea marcha del 24 de marzo, el acercamiento entre las diversas centrales sindicales, el masivo acto preparatorio del FpV que tuvo lugar en Avellaneda, la no menos trascendente interna del Partido Justicialista, y la lamentable actitud de legisladores del FpV en ambas cámaras. Esta enumeración es pertinente porque contiene a la casi totalidad de los actores políticos que pueden tener intervención en el proceso de unidad; La discusión se plantea en torno a como amalgamarlos.
Unidad de acción y unidad estratégica
Existen dos planos incuestionables respecto a la unidad que plantean múltiples e imprevisibles articulaciones posibles. Me refiero, a la unidad de acción y la unidad estratégica.
La unidad de acción irrumpe con perfil coyuntural, ésta se impone ante todo por necesidad para la defensa de intereses comunes. Es un plano importante que debe ser desarrollado, donde la agenda suele ser corta y su contorno generoso y extenso, involucrando circunstancialmente actores que desbordan contradicciones secundarias. Este tipo de unidad no reniega de la identidad de los diversos actores facilitando que todos los participantes mantengan sus rasgos identitario sin tener que presionar para una homogenización. La otra línea hace referencia a la unidad estratégica la cual supera cualquier táctica defensiva y tiene como norte el desarrollo de sus objetivos políticos en el mediano y largo plazo. Dentro de este andarivel esta contenido la generación de alternativa política que busque ser gobierno y la presentación de un proyecto de país, es decir, una agenda ofensiva.
Frente amplio contra el bloque neoliberal
Sin bien los diversos niveles de unidad posibles, sean estos de acción o estratégicos están condicionados por la función de oposición al neoliberalismo, podríamos diferenciar algunas distinciones; mientras en la unidad de acción se prioriza el enfrentamiento contra las consecuencias de esas políticas, la unidad estratégica apunta a enfrentar al sujeto político que las genera, en este caso el bloque restaurador neoliberal. La primera se acoge a una agenda que suscribe meras acciones, mientras que la segunda queda regida por un programa de índole estratégico porque importa la superación de medidas aisladas.
Como se puede apreciar en ambas propuestas la cuestión no se centra en asegurar un mero espacio plural o amplio, sino en favorecer la existencia de una herramienta eficaz contra el bloque neoliberal y sus consecuencias. Es decir, estamos frente a una unidad que se define por su función y no necesariamente por su lógica interna. Primer gran tema.
Si embargo es necesario remarcar que la dinámica articulatoria entre los diversos actores ha sabido ser factor decisivo para consolidar o no la apuesta unitaria en el mediano y largo plazo, de allí, que aparezca con cierta frecuencia la exigencia de su debate. El escenario interno del Partido Justicialista encuentra dificultades para sobrevolar este tema. El candidato de consenso, representante de una pluralidad partidaria, corre el riesgo de terminar quintando al partido de la función política que el momento le presenta, es decir, el rol de columna vertebral de una oposición robusta y sólida con capacidad de detener las políticas de derecha lanzadas.
Un punto nodal de lo expuesto es la asunción del rol activo de oposición a las políticas anti-populares. Eso configura una línea crucial que reniega de la existencia de una tercera posición pendular; dicho de otra forma, debería quedar excluido del juego de la unidad cualquier actor político que administre o actúe un rol de oposición y oficialismo simultáneamente, de acuerdo a la conveniencia. Insisto, en este sentido no existe una tercera posición, o se enfrenta al neoliberalismo, o por acción u omisión se lo favorece. Vinculado a ese punto, el argumento esgrimido por algunos sectores en rededor a la «gobernabilidad», como coartada para amilanar y reducir acciones de carácter opositoras no tiene base sólida. La gobernabilidad es una cualidad que deben cultivar los oficialismos, y ésta dependerá de la racionalidad política de sus acciones. En tanto y cuanto no agreda los intereses del pueblo, ésta esta garantida. Pero bajo ningún punto de vista es la máxima responsabilidad de un sector político que fue convalidado en las urnas con el 49% de los votos para enfrentar las políticas del oficialismo.
La cuestión sindical
El mundo gremial comienza muy lentamente a reaccionar frente a la devastación de derechos del movimiento obrero. Resulta auspicioso los grados de aproximación entre ambas CTA, la interactividad entre las tres CGT, he incluso la articulación que se ha manifestado entre sindicatos de las cinco centrales, tales como algunos pronunciamientos públicos o la columna conjunta en la marcha del 24 de marzo, una experiencia que brota por gremios más que por centrales.
Todas las posibles re unificaciones son un avance como herramienta de los trabajadores, sólo en la medida implique un mayor grado de coordinación en la lucha contra el neoliberalismo. La etapa exige desmarcarse de una política sindical que solo sea reivindicativa, para comenzar, sin descuidarla, a ejercer un rol propiamente político.
Ahora bien, todas las iniciativas de unidad en la esfera sindical deben contener un condimento de unidad de acción, pero no pueden obviar por completo una visión sobre la unidad estratégica, atento que ésta es la salida con capacidad de modificar el estado de situación. Recordemos experiencias como la de «Huerta Grande», donde los trabajadores dieron un salto de calidad incorporando toda una visión de país; éste es el eslabón que por esto días esta faltando. Sin esas definiciones estructurales de largo plazo, el dialogo con una unidad estratégica que abarque más sectores termina tornándose improbable.
Heterogeneidad y sutura
Retomando la diferenciación sobre los tipos de unidad, cabe mencionar que no son contradictorios, por el contrario, son complementarios. un ejemplo palpable de ello lo representa el extraordinario grado de unidad de acción alcanzado en el marcha de repudio a los 40 años del golpe cívico militar. La re significación del golpe en el contexto de la ofensiva actual de la derecha, ha comenzado a un proceso de encuentro y re encuentro en la calle, haciendo de ello un ejercicio con altas chancees de poder trasladarse a una instancia superadora. Esta unidad efectiva funciono como una sutura que contempló e incorporó a los nuevos actores/sujetos políticos, así como aquellos que se han visto repelidos, o habían sido refractarios a la incorporación de un bloque popular en la etapa anterior.
Para transitar la pregunta respecto de la amplitud del marco de alianza para generar un proyecto contra hegemónico al imperante neoliberalismo, deberíamos agregar que, la mera resistencia a las políticas neoliberales no alcanza para conformar la unidad estratégica, máxime si se afirma que somos opción de poder real en estado latente. Hay que resistir, pero por sobre todas las cosas hay que construir y engordar un proyecto político que le dispute a la derecha. Esto conduce a una extensión del objetivo de la unidad estratégica, es decir, ganar elecciones. Esto plantea otro tema sensible: la centralidad de la figura de CFK en relación a esa tarea. Ratificando el incuestionable liderazgo de Cristina, la creación de un programa que sea parido por la nueva unidad pueda limar asperezas, generando una contención parida de las políticas consensuadas a impulsar. Este programa no puede ser preexistente, sino que debe parirse en simultáneo con la ampliación de la unidad.
La cuestión de la territorialidad
Otro punto sensible que hace al debate sobre la unidad, es quizá, el que acarrea más dificultad y se vincula con la territorialidad, en otras palabras, con el poder político en los territorios, sean estas provincias o municipios, y la inter relación con la deflexión/especulación política de algunos de sus dirigentes. Hay un paradigma muy vigente que reza: «sin el poder territorial, no hay posibilidad de ser alternativa de poder». El peronismo lo ha sostenido siempre, pese a que el fenómeno Cambiemos lo ha desmentido. Recuerdan cuando se afirmaba que Macri no podía salir de la Capital. Que carecía de la densidad territorial, e incluso el alquiler del radicalismo no podía suplir este hecho; Bueno, al final salió y ganó. El paradigma y su contra paradigma son el marco de referencia para una cuestión central que debe ser discutida y problematizado, máxime cuando los acoten cimientos políticos han puesto al campo popular en foja cero.
Así las cosas, es un debate central asociado a la cuestión de la unidad la postura que se debería asumir frente a los sectores y dirigentes que no han sido fieles al mandato del electorado del FpV, es decir a las políticas que éste representa, o si se cede frente a la necesidad de contar con poder en el territorial para enfrentar al macrismo.
Consignando que la resistencia a las políticas neoliberales es una consecuencia natural a su propia existencia, y que en consecuencia, el proceso político que enfrente al bloque neoliberal va a nacer si o si, así lo marca la historia, quizá el debate quede acotado al tiempo que esto pueda tomar. Podríamos decir que un criterio de unidad con poder territorial puede acotar los tiempos para volver, y un criterio más restrictivo, puede o no prolongar el tiempo necesario para ganarle al bloque neoliberal. Claro esta que en la primera opción veríamos a los otrora traidores pavoneándose nuevamente entre nosotros.
Ya no es tan fácil opinar al respecto, no? Bueno, resulta que la política es así de compleja, de no aceptar este nivel de complejidad y buscar soluciones en este nivel, caeríamos a un mero voluntarismo sin capacidad de influencia en la realidad concreta.
A modo de cierre, estos son algunos de los puntos de un debate amplio y generoso que el campo popular debería comenzar rápidamente a darse con vistas a la conformación de herramientas filosas para combatir y vencer al bloque neoliberal. Solo la unidad podrá parir un bloque popular con capacidad de presentarse como opción de poder real. Una vez más, esa es la tarea.
Fuente: www.contextoxxi.wordpress.com
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.