Los diarios que determinan la opinión pública en Argentina titularon, todos, que la ciudad sería «un caos» porque estaría cruzada por marchas y movilizaciones. El más reaccionario, porque refleja los intereses de la oligarquía más rancia, La Nación, tituló a todo lo ancho «Transitar por la Ciudad, toda una odisea», como si vivir «en la […]
Los diarios que determinan la opinión pública en Argentina titularon, todos, que la ciudad sería «un caos» porque estaría cruzada por marchas y movilizaciones.
El más reaccionario, porque refleja los intereses de la oligarquía más rancia, La Nación, tituló a todo lo ancho «Transitar por la Ciudad, toda una odisea», como si vivir «en la Ciudad» fuera un placer para todos por igual, cuando en realidad constituye «otra odisea» para trabajadores, cartoneros, piketeros, gente sin vivienda y empleados públicos, todos mal pagados, maltratados y encima, perseguidos o reprimidos muchas veces, cuando protestan o reclaman.
A las 11 de la mañana, 9 avenidas del casco central estaban afectadas por unas 9 marchas de columnas de maestros venidos de unas 31 ciudades y localidades del Gran Buenos Aires, Capital Federal, Santa Fe, Rosario, Córdoba, Salta, Mendoza, San Juan y veintitrés ciudades más.
Poco después de las 12 del mediodía la Plaza de los Dos Congresos se repletó de maestros, docentes de secundaria, profesores universitarios, acompañados por columnas de piketeros de la Corriente Clasista y Combativa, del Movimiento sin Trabajo y otras agrupaciones de la izquierda argentina.
Es el primer paro nacional de educadores, al que adhieren todos los gremios, en dos años de gobierno. Esto, por si solo constituye una de las principales señales políticas de la jornada, si consideramos que los gremios más grandes decidieron hace dos años acompañar «la experiencia nacionalista del compañero Kirchner». Dos años después, como si tal cosa no mereciera un balance serio y honesto, esos gremios tuvieron que convocar a la calle, en algunos casos, y en otros, simplemente se vieron obligados a adherir para no quedar «feo», o más feo de cómo ya los ven miles de educadores de base.
Ante este panorama la respuesta más ofensiva la dio el Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien dijo: «»… un complejo de CTERA el paro nacional» y luego agregó: «CTERA hace esta medida de fuerza porque no haber hecho ningún paro en dos años». CTERA es el sindicato docente más grande del país cuyos dirigentes apoyan al gobierno de Néstor Kirchner.
Estudiantes enojados
A las 2 de la tarde marchaban los sectores estudiantiles de la secundaria y la Universidad de Buenos Aires. Estudiantes de 21 colegios de educación secundaria de la Capital Federal, uno de ellos bajo ocupación de sus alumnos con el apoyo de muchos padres, marchaban sobre el centro de la ciudad. Por su parte, a las 4 de la tarde, otros gremios sindicales de docentes concentraban sus fuerzas frente a la sede del Gobierno de la Ciudad-Estado de Buenos Aires.
A este panorama de reclamo educativo, se sumaron los trabajadores del Hospital Durand, los comerciantes de San Telmo, los trabajadores estatales, judiciales y profesionales no médicos, agrupados en la ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) los empleados bancarios asociados en La Bancaria y los docentes de la Universidad de Buenos Aires de las Facultades de Ciencias Sociales, Filosofía y Letras y Ciencias Exactas.
El toque ecológico a la jornada de protesta se lo dieron los vecinos de los barrios anexos a la Central Atómica de Ezeiza (cerca del aeropuerto internacional) que se movilizaron para reclamar protección contra los peligros de radiación y la vulnerabilidad del centro científico.
Líneas de tensión
Argentina está cruzada por líneas de tensión. A las luchas de los poderosos movimientos piketeros, cuya miseria los impulsa a salir a las calles en forma permanente, se han sumado luchas y huelgas sindicales y gremiales en los últimos tres meses. Un total de 34 movilizaciones, paros, huelgas o concentraciones de sectores de la industria y los servicios han protagonizado movilizaciones entre enero y mayo del año en curso.
La novedad son los estudiantes secundarios y algunas corrientes clasistas de base en la industria y en empresas de servicio.
Esto se da en un contexto de tensiones institucionales marcadas por la proximidad de las elecciones parciales de octubre, donde el presidente ha prometido «probar su legitimidad», para lo cual se han desatado operaciones de pactos, rupturas y rejuntes de todo tipo, con el único criterio de ganar los comicios a como de lugar.
Parte de eso, en alguna dimensión es el roce surgido entre el Jefe de Estado y el Ministro de Economía, Roberto Lavagna, un «neoliberal progresista» que ganó prestigio en la comunidad financiera internacional por haber logrado el canje de la deuda y la postergación de unos 2.500 millones de dólares por un año.
Pero además están los casos de corrupción, que explotan a cada tanto como si la membrana institucional fuera un cuero seco, donde el dato clave es el malestar creciente que genera en la población media. Es un cruce de tensiones donde lo salarial sigue a la miseria, esta al abandono de los planteles de estudio hasta alcanzar la legitimidad de las alturas institucionales.