-M.H.: Estamos en comunicación con Julio Gambina, hace un tiempo que no charlamos, has estado de aquí para allá, mientras esto sucedía el dólar blue llegó casi a los $ 16 para luego bajar a cerca de $ 13. ¿Ha logrado el gobierno quebrar las expectativas devaluacionistas? -J.G.: No, han pasado varias cosas para explicar […]
-M.H.: Estamos en comunicación con Julio Gambina, hace un tiempo que no charlamos, has estado de aquí para allá, mientras esto sucedía el dólar blue llegó casi a los $ 16 para luego bajar a cerca de $ 13. ¿Ha logrado el gobierno quebrar las expectativas devaluacionistas?
-J.G.: No, han pasado varias cosas para explicar por qué hoy el dólar paralelo estuvo por los $ 13,38. Primero, está más visible la cantidad de inspecciones realizadas por varias oficinas del gobierno, desde la AFIP a la Comisión Nacional de Valores, el Banco Central y la Unidad de Información Financiera, que es la que rige el tema del control del lavado de dinero. Hay una fuerte presión de controles para tratar de «planchar» el mercado paralelo de divisas, que se traten de esconder todas las operaciones de intercambio, eso es lo visible.
Pero lo más importante es que el gobierno ha tenido algunos acuerdos nacionales e internacionales que le permiten ingresar divisas. En otras charlas que hemos tenido, yo decía que hay una fuerte competencia en la economía argentina por hacerse de dólares. Por un lado, el gobierno buscaba dólares para pagar deudas pero, por otro lado, también los importadores buscaban dólares para pagar las compras, las grandes transnacionales buscaban dólares para remitir utilidades al exterior, y esa era la competencia que había sobre una mercancía escasa.
Ahora resulta que el gobierno ha encontrado algunos mecanismos que le permiten el ingreso de esas divisas.
Uno es que ha vuelto al mercado internacional de créditos vía China. Se firmó un acuerdo entre los dos países para que si Argentina necesitaba, China le podía prestar hasta U$S 11.000 millones en moneda china. Lo que ha ocurrido es que se han liberado dos tramos de ese crédito, un primer tramo por U$S 814 millones, y un segundo tramo por U$S 500 millones la semana pasada; entre ambos son U$S 1314 millones que la Argentina tiene que devolver de aquí a un año, o sea que es un préstamo internacional con intereses. Todavía la Argentina puede seguir recibiendo préstamos por parte de China.
La otra cuestión es que ha realizado un acuerdo con las cerealeras, para que éstas aceleren las ventas en un momento en el que está bajando el precio de la soja y no solo vendan sino que además liquiden esas exportaciones.
Al mismo tiempo, Argentina ha creado un clima internacional de que en enero puede que se resuelva la cuestión con los acreedores que nos demandaron en Estados Unidos y eso puede favorecer a corto plazo la llegada de inversiones externas.
Entonces, entre expectativas de que la Argentina dentro de cuarenta días va a estar en condiciones para negociar con los acreedores, más dinero que entra por los exportadores, más el préstamo de China, más títulos en pesos para evitar que pequeños ahorristas vayan a comprar dólares e inviertan en títulos de la deuda pública argentina en pesos, que al vencimiento se pagan a la cotización del dólar y muchos especulan con que esa cotización en el mediano plazo será otra, con lo cual aparece como atractiva la idea de en vez de invertir ilegalmente en dólares en el mercado paralelo, invertir en pesos a cotización dólar oficial y si el día de mañana hay un cambio de política monetaria cambiaria, de éste o de otro gobierno, se cobra esa inversión con actualización cambiaria.
-M.H.: Mencionaste al pasar el tema del precio de la soja, también ha habido una caída del precio de los metales, y el próximo 27 de noviembre, se va a llevar adelante la asamblea de la OPEP, con el valor del barril de petróleo alrededor de los U$S 70 por barril, cuando años atrás, recuerdo que por julio del 2008, el barril de petróleo valía U$S 146. ¿Qué impacto va a tener sobre la economía argentina esta situación?
-J.G.: Ya sea con precio alto o bajo, siempre tiene impacto. La Argentina es un país con déficit energético y por lo tanto está importando combustibles, eso representa una factura anual del orden de los U$S 12.000 millones. Es un tema muy complejo para la Argentina, que hace a la potenciación de la dependencia económica argentina. Por eso, con ese precio elevado es que muchas de las producciones de petróleo pasan a hacerse rentables, con un petróleo entre U$S 100/150 dólares el barril, petróleos que son difíciles de extraer, son rentables, eso es Vaca Muerta.
Un precio elevado del petróleo motivó al oficialismo y a la mayoría de la oposición política de la Argentina a creer en este nuevo «El Dorado» que es el petróleo y el gas no convencional de Vaca Muerta. Y todo se ha hecho para pensar que ahora, o después, con el cambio de gobierno, van a llegar las inversiones, por eso se votó la Ley de hidrocarburos a imagen y semejanza de los acuerdos y necesidades de Chevron, de lo que plantean las grandes trasnacionales, y ahora con este precio del petróleo se pone todo en duda, porque no solo hace falta inversión y tecnología para sacar ese gas de debajo de la tierra, sino que también hace falta un determinado precio para que sea rentable esa inversión.
Hoy el tema está en discusión, entonces, por un lado, el costo de las importaciones de petróleo o de combustible va a disminuir porque cuesta menos, y eso para cualquier observador puede parecer mejor y, obviamente, la Argentina sigue dependiendo del ingreso de combustibles y energía teniendo que pagarla. En la medida que repunte el precio, la Argentina vuelve a insistir en la necesidad de que vengan esas inversiones externas para la explotación petrolera. El problema de la dependencia energética de la Argentina es un problema estructural que tanto con precio en alza del petróleo o con precio en baja, siempre termina siendo perjudicada.
La respuesta del G20, desde que se creó en 2008, es avanzar en el proceso de liberalización de la economía mundial
-M.H.: Se produjo la reunión del Grupo de los 20 en Australia, el Ministro de Economía y nuestro canciller volvieron satisfechos, pero el gran debate que hubo allí fue sobre la situación de la crisis mundial. Veo que hablando de la crisis mundial, hay un elemento que no sé si es nuevo, corregime si no lo es, que es la situación de Japón, porque ha entrado nuevamente en recesión. Esto apunta a un agravamiento de la crisis.
-J.G.: Claro, pero bien decís «nuevamente» con lo cual no es tan novedoso. Japón, si te vas a viejas discusiones, a comienzos de los ´80, se hablaba que era la potencia económica en desarrollo y que iba a desplazar a Estados Unidos en la dominación del mercado mundial. Se hablaba que el cambio venía por Asia. Ya había empezado el crecimiento chino que se consolidó en los ´90, pero China no era tema de discusión. Hoy, cuando se plantea la evolución de la economía asiática, más que pensar en Japón se piensa en China.
La crisis japonesa es recurrente, uno de los temas que se podría discutir es que mucha de la crisis mundial del capitalismo actual, no es muy distinta al proceso que se vino generando durante los ´80 y ´90, que es el proceso de extensión de la neoliberalización de la economía o de la liberalización de la economía, de su apertura, del cambio de las relaciones laborales para hacer cada vez más flexible el trabajo, el salario, para generar condiciones de disciplinamiento de los empresarios transnacionales a escala mundial sobre el conjunto de los trabajadores. De modificar el papel del Estado en la economía, dejar de tener un Estado de intervención directa en la producción para que avancen vía privatizaciones la intervención del capital privado y de favorecer un proceso de circulación de mercancías, servicios y capitales con la llamada globalización, la flexibilización de las fronteras internacionales. Ese es un proceso de los ´80/´90 y que sigue siendo la respuesta del capital a la crisis actual, entonces, la respuesta del G20, no solo de esta reunión en Australia, sino desde que se creó en 2008, es avanzar en el proceso de liberalización y todo lo que proponen es que se generen condiciones de apertura de la economía para que los capitales tengan mejores condiciones para viabilizar el tema de la ganancia que es el objetivo de fondo del capital.
Esa es la gran preocupación que hubo en Australia, cómo hacer para que avance el crecimiento de la economía mundial y accesoriamente aparece el planteo de la litigiosidad de la deuda que es el mecanismo que usa la declaración final del G20 para referirse a la situación de la Argentina. Curiosamente, el Jefe de Gobierno británico salió a hacer declaraciones ayer señalando que es muy importante que países como la Argentina que «quieren pagar», que los dejen, que no haya procesos de litigiosidad que impidan que un país que quiere pagar no pueda hacerlo, que es el caso de la Argentina que tiene inmovilizados U$S 539 millones en el banco Mellon de Nueva York, porque así lo ha dispuesto la justicia estadounidense, con lo cual la reivindicación que hace el gobierno argentino es la misma que hace el gobierno británico, y nadie duda del carácter imperialista de Gran Bretaña porque lo que pretenden es un capitalismo normal, donde se permita que los que quieran comprar compren, los que quieran vender vendan y los que quieran pagar deuda paguen. O sea, que la producción y circulación del capital funcionen en condiciones de libertad, de liberalización de la economía. Eso es el tema central que estuvo discutiéndose en Australia: crecimiento de la economía, liberalización de los capitales de los mercados y accesoriamente que no haya decisiones, como el caso de la justicia estadounidense, que obstaculice procesos de circulación del capital financiero, como es el caso que involucra a la Argentina.
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