Argentina exportará alimentos y Venezuela le devolverá fuel oil. Hugo Chávez dijo: «Daremos toda la energía que Argentina necesita para el siglo XXI». CFK destacó que «Argentina tiene capacidad para producir comida para 500 millones de personas». La clave de los acuerdos económicos con Venezuela es la misma desde hace cuatro años y puede sintetizarse […]
Argentina exportará alimentos y Venezuela le devolverá fuel oil. Hugo Chávez dijo: «Daremos toda la energía que Argentina necesita para el siglo XXI». CFK destacó que «Argentina tiene capacidad para producir comida para 500 millones de personas».
La clave de los acuerdos económicos con Venezuela es la misma desde hace cuatro años y puede sintetizarse como un trueque de energía por alimentos, fórmula que aprovecha las ventajas competitivas de cada Nación. En el anuncio de los últimos acuerdos formulado desde Caracas, Cristina Fernández de Kirchner lo planteó clarito. «Venezuela es riquísima en petróleo y gas. Argentina tiene capacidad para producir comida para más de 500 millones de habitantes y sólo tiene 40.» Sobre este molde, replicado en cada convenio bilateral, ayer se firmó otro cuya mayor originalidad es abrir las puertas para que se formalice una sociedad mixta entre las estatales Pdvsa y Enarsa con miras a encarar desarrollos petroleros en ambos territorios, incluyendo la riquísima Faja del Orinoco. El papel protagónico es de los Estados. Pero la proximidad comercial, aceitada por la empatía política, también abre las puertas a seductores negocios privados, en particular para los argentinos.
En rigor, los acuerdos suscriptos en la capital caribeña son una ratificación de decisiones que se vienen adoptando en función de aquella distribución de roles. Para Argentina el combustible venezolano es vital para subsanar la escasez de gas y evitar así que se agudice la crisis energética local, que obliga a interrumpir los ciclos de producción industriales. En este sentido, tiene relevancia el compromiso asumido ayer por la gestión de Hugo Chávez de suministrar hasta 2,3 millones de barriles de diésel y hasta 10 millones de fuel oil, un carburante mucho más caro que el gas, pero buen sustituto para alimentar las usinas térmicas que sirven para producir electricidad.
«El acuerdo nos permite cambiar gas por fuel oil en las nuevas usinas duales. Vamos a tener un invierno tranquilo», se entusiasmó Julio De Vido, parte de la comitiva argentina. El optimismo del ministro de Planificación lo llevó a comentar la intención de construir también un ducto que cruce el estrecho de Magallanes para traer al continente el abundante gas que existe en la cuenca fueguina. No especificó ayer con qué recursos. La misma incógnita que subsiste en el caso de los desarrollos conjuntos que podría encarar una empresa mixta, resultado de la unión de la venezolana Pdvsa con Enarsa.
El cometido más ambicioso de esa firma conjunta será «desarrollar» crudos extrapesados en el bloque Ayacucho 6 de la Faja del Orinoco, donde Venezuela tiene importante cantidad de reservas. La futura empresa binacional también podría explorar y extraer en el golfo de San Jorge, tanto como rescatar pozos maduros en cualquiera de los dos territorios.
Pdvsa y Enarsa también prometen «evaluar» la construcción de una refinería en la Argentina para procesar crudos producidos por ambos países. La idea arrima a la que impulsa el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, desde hace un tiempo para aumentar la producción de gasoil, aunque con fondos de las petroleras privadas. Pero este proyecto germinal aún no consiguió comprometer genuinamente a los inversores.
Similar ensamble de empresas estatales podría concretarse también para fabricar equipos eléctricos que necesitan ambas naciones. O para construir una planta de regasificación de gas natural licuado. El que Venezuela podría proveerle a la Argentina para reforzar el envío del fuel oil o diesel, sin necesidad de ningún megagasoducto. «Daremos toda la energía que Argentina necesita para el siglo XXI», prometía ayer Chávez.
A cambio, Buenos Aires asistiría a Venezuela en el rubro alimentos por una doble vía. Aportándole know how para producir de modo más eficiente, algo que ya está haciendo el Estado a través del Inta (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) o la empresa agroalimentaria de Grobocopatel. Pero el auxilio argentino tendrá la forma más concreta de un aumento de las exportaciones de varios productos. Si bien este compromiso no fue formalmente difundido ayer, Cancillería había trabajado en el compromiso de despachar 14 millones de litros mensuales de leche larga vida por un semestre; otros 7 millones en polvo y 1000 toneladas de carne. Claro que para honrar esta promesa, el gobierno local tendría que liberar exportaciones justo cuando amaga con contraerlas para disciplinar el precio interno.
En la medida que esas operaciones sean concretadas por el Estado venezolano -tal como está previsto en este caso-, el marco legal es el Convenio de Integración Cooperativa que los dos países firmaron el 6 de abril del 2004. Este crea un fondo fiduciario que se nutre con los pagos que Argentina hace por el combustible que importa. Este dinero, a su vez, sólo puede ser utilizado para la compra de bienes argentinos.
A la fecha existe un saldo no utilizado por 120 millones de dólares, que intentan aprovechar los proveedores privados de rubros diversos. Maquinarias agrícolas, colectivos o equipos de gas natural comprimido, son sólo ejemplos. Pero para las empresas locales las chances se multiplican también fuera del fondo fiduciario. Una prueba: en cuatro años las exportaciones argentinas saltaron de 123 millones a cerca de 800.