Javier De Luca expuso las mentiras de los testigos del gobernador Morales en el juicio por el escrache del 2009. También pidió revocar las condenas a otros dos miembros de la Tupac Amaru. El fiscal general Javier De Luca dictaminó que debe revocarse la condena a Milagro Sala, Graciela López y Gustavo Salvatierra por los […]
Javier De Luca expuso las mentiras de los testigos del gobernador Morales en el juicio por el escrache del 2009. También pidió revocar las condenas a otros dos miembros de la Tupac Amaru.
El fiscal general Javier De Luca dictaminó que debe revocarse la condena a Milagro Sala, Graciela López y Gustavo Salvatierra por los daños al Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Jujuy durante el escrache en 2009 al entonces senador Gerardo Morales. Tal como lo anticipó PáginaI12 antes de la sentencia, el fiscal desmenuzó las mentiras de los testigos ofrecidos por el actual gobernador de la alianza Cambiemos, los cooperativistas René Arellano y Cristina Chauque, a quienes denunciará por falso testimonio. El fallo contra la dirigente de la Tupac Amaru por un episodio en el que no participó fue la primera condena que Morales pudo mostrar al mundo, días antes de que concluyera 2016, mientras crecían los reclamos por la libertad de Sala. La sentencia de Mario Juárez Almaraz, María Cataldi y Santiago Díaz deberá ser revisada ahora por la Cámara Federal de Casación Penal.
El tribunal hizo una valoración «arbitraria» de los testimonios de Arellano y Chauque, los únicos que tomó en cuenta para condenar a Sala, que mintieron sobre diferentes aspectos en su relación con el gobernador. Arellano negó trabajar para la gobernación. «Nunca trabajé en el Estado», afirmó. La Dirección Provincial de Personal y la Contaduría General de la provincia lo refutaron: fue contratado el 1º de julio de 2016. «Su actividad al frente de una cooperativa permite descartar cualquier confusión o malentendido», como sugirió el tribunal, afirmó.
Arellano mintió sobre cómo se contactó con Luciano Rivas, abogado de Morales. Declaró que buscó ayuda en la Legislatura, que en el bloque justicialista se la negaron y entonces «se encuentra con un señor grandote y le cuenta». El grandote resultó ser Rivas, quien le informa que es abogado del senador. Lo refutó su esposa: dijo que llegaron a Rivas por medio del abogado Miguel Alvarez García, embajador en Bolivia designado por el presidente Mauricio Macri. El tribunal «ignora arbitrariamente las serias consecuencias que esas mentiras tienen sobre la valoración del conjunto de los dichos del testigo», advirtió De Luca. No son «mentiras irrelevantes» sino que demuestran «la cercanía y relación» con Morales. Arellano «estaba intentando ocultar o disimular su afinidad con una de las partes y los favores recibidos de ella, que pudieron serlo para atestiguar de uno u otro modo», razonó. También mintió al negar su comunicación con Rivas antes de declarar. Su único contacto fue cuando se topó con «el grandote» en la Legislatura, dijo. De los registros de llamadas surgió que lo llamó la medianoche anterior a la declaración, otro «intento deliberado de disfrazar su afinidad» con allegados a la gestión de Morales «y que su testimonio fue un servicio a aquella», señaló De Luca. El ocultamiento «permite sospechar que el contenido de su declaración estuvo determinado por esa conversación y que no fue producto de su memoria fiel a los hechos», señaló.
El tribunal omitió considerar la prueba de la instrucción que llevó a su sobreseimiento, destacó. También valoró «arbitrariamente» el supuesto temor de Arellano por la alegada persecución de Sala. Los informes de sus custodios demostraron un comportamiento «temerario», caracterizado por «una actitud pendenciera y la portación ilegal de armas». «Todas estas mentiras y contradicciones se refieren a hechos decisivos para juzgar si los testigos mienten o dicen la verdad respecto del hecho dirimente para la imputada Sala: si instigó o no los daños», destacó. «El valor de estos testimonios es inestable y la duda debe beneficiar al imputado», concluyó.
Sobre López y Salvatierra, condenados como coautores de daños agravados, el fiscal consideró que no hay prueba para atribuirles ese delito, ya que se los responsabilizó solamente por estar en el lugar aunque nadie los individualizó como autores. Afirmó que la sentencia fue arbitraria porque se basó en ideas políticas preconcebidas sobre la Tupac y su líder, sin la debida demostración en el debate. De Luca expresó para finalizar su desacuerdo con la forma en que se realizó el escrache (Morales terminó bañado en huevos) pero recordó que para atribuir delitos a determinados individuos es necesario producir pruebas certeras sobre su participación.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/34709-una-condena-que-tiene-patas-cortas