Mi propósito es utilizar la marcha del 24 de Marzo como un analizador histórico. Es decir, como aquello que nos permite pensar lo fundante, atravesando el nivel convencional encubridor de la realidad. Este nivel encubridor es el espejo que nos refleja para que no podamos mirar y pensar a nuestra realidad. Realidad entendida a su […]
Mi propósito es utilizar la marcha del 24 de Marzo como un analizador histórico. Es decir, como aquello que nos permite pensar lo fundante, atravesando el nivel convencional encubridor de la realidad. Este nivel encubridor es el espejo que nos refleja para que no podamos mirar y pensar a nuestra realidad.
Realidad entendida a su vez como modo de producción de cosas y de personas. Modo de producción donde se reproduce la división técnica y política del trabajo. Y donde se consuma en forma silenciosa el más formidable despojo a los trabajadores. Carlos Marx lo denominó «apropiación de plusvalía». Y es tan invisible como cualquier impuesto al consumo que se paga sin que nos demos cuenta.
Esa es una de nuestras desgracias. Ojos que no ven, bolsillo que no siente. Ese modo de producción, que es capitalista, que es ladrón, que es asesino, que es destructor de tierras, aire y aguas, es sostenido incluso por aquellos que pretenden combatirlo. Entonces optan por dulcificarlo. O maquillarlo. O embellecerlo. O banalizarlo. O entibiarlo. Como capitalismo, pero serio. O como saqueo, pero con el apodo de «inversiones». Volverán luminosas golondrinas con sus alas jocosas a endeudar. Y luego, o antes, que no importa demasiado, se des endeudará, que no es otra cosa que pagar las deudas anteriores, o sea, honrar las estafas. Porque a las deudas hay que honrarlas, y a las estafas también.
Desde el antimacrismo, especialmente el antimakrismo, se insiste con el regreso a los 90, o de los 90. Ese regreso debe tener el sabor del reencuentro, ya que muchos y muchas que transitaron la autopista «década ganada», también circularon airosa y corruptamente por la autovía «Anillaco – Buenos Aires», también conocida como «la Menem».
La marcha del 24 de Marzo es por lo tanto el analizador que nos permitirá pasar al otro lado del espejo. Ese espejo que refleja pero también deforma la realidad y termina construyendo caricatura de caricaturas. Reflejarse es someterse a la tiranía cruel de los vendedores de ilusiones y alucinaciones.
El Espejo Cambiemos reflejará globos amarillos y la buena vecindad. Cuando los vecinos protestan y se animan a luchar, es una mala vecindad. Hay que hacerla de goma con balas de goma o pistolas taser).
Los globos del tipo «pobreza cero» ocultan el segundo término de la ecuación liberal: riqueza 10. El Espejo FPV reflejará capitalismo serio y derechos humanos. Extraña y siniestra pareja. Al primer término de la consigna lo desmiente un Jaime (entre tantos otros) y al segundo término lo desmiente Luciano Arruga (entre tantos otros).
He llegado a dudar que podamos construir el FRENACRI (Frente Nacional contra la Riqueza). Lo pensamos con Alberto Morlachetti una noche en que pude ganarle a la generala. Si el 24 de Marzo es un espejo, tratemos de impedir caer en la tentación de mirarnos, contemplarnos, admirarnos, elogiarnos por lo increíblemente militantes que somos. Por lo maravillosamente combativos que nos mantenemos. Por nuestra inagotable capacidad de estar a la izquierda de cualquier izquierda por más izquierda que sea. Mirarnos siempre al ombligo es nuestro propio hecho maldito. Ombliguismo militante. Siempre reaccionario, más allá de la oratoria inflamada que lo acompañe.
Si tomamos el 24 de Marzo como analizador, no solamente hay que repudiar a la dictadura genocida. También a todo aquello que la posibilitó, la facilitó, la promovió y finalmente, la consiguió. Imposible omitir la masacre de Ezeiza y la organización de la represión institucional para -estatal conocida como Alianza Anticomunista Argentina. Más conocida como Triple A.
Pero las siglas encubren. La derecha peronista dedicó su plan de exterminio a la izquierda, socialista, comunista, trotskista. Para que el trapo rojo no sea jamás izado en nuestras tierras tan occidentales y tan cristianas. Lo mismo que opina la Corte Suprema en un fallo abyecto sobre la extradición de Rolando Echarri, militante peruano. El secretario de la Gremial de Abogados, el «negro» Soares me lo contó en un encuentro en Rosario organizado por la Cátedra Popular de Derechos en Clave Humana.
La dictadura genocida también fue un efecto, además de ser como todo efecto, inicio de una nueva serie de causas. Pero me sorprende la izquierda que apela a la memoria histórica y olvida siempre cómo fue que llegamos a esto. Un botón que basta para ejemplo. Recibo una convocatoria «Nos sobran los motivos», que seguramente tiene una fuerte adhesión de organizaciones del campo popular. Una de las consignas para la marcha en unidad del 24 de marzo es: Rechazamos el «Protocolo contra la protesta social» Si algo es rechazable, es ese protocolo. Pero solamente una amnesia dolosa puede disociarlo de la ley antiterrorista o del proyecto X o de la legitimación de las fuerzas armadas en el abrazo de Hebe y Milani.
Pero claro: en aras de la unidad de eso no se habla. Pues bien: para mí no hablar de eso es traicionar la memoria de aquellos que lucharon más, mejor y antes que nosotros. Porque si el que no cambia todo no cambia nada, como nos enseñó nuestro Armando, el que no recuerda todo no recuerda nada. Y el todo no es un absoluto. El todo es un relativo a nuestra posición de clase. A nuestra forma de entender la vida. A nuestra manera de pensar la lucha.
Por eso no creo en la Unidad y a mí también me sobran los motivos. Creo en la Unión. En diversidad. Donde la libertad y la lucha de los demás prolonguen mi libertad y mi lucha hasta el infinito, parafraseando a Rosa Luxemburgo, la única rosa con perfume revolucionario. El oportunismo de un 24 de Marzo antimacrista desde la concepción política del kirchnerismo no será en mi nombre. Y estoy seguro que tampoco será en el nombre de los revolucionarios por un mundo donde no haya más espejos, ni espejitos de colores, y menos espejos que deforman la realidad.
Unión en diversidad. Una, dos, tres, muchas marchas, muy cerca una de otra, respetando la distancia ideológica y política, sumando, multiplicando, potenciando. Por eso es una marcha. Y no es un desfile. Ese será mi 24 de Marzo. Ya lo dije: a mí también me sobran los motivos.
Fuente: http://www.pelotadetrapo.org.ar/%C2%A1una,-dos,-tres%E2%80%A6-muchas-marchas-primera-parte.html