El negociado argentino de las AFJP (Administradoras de Fondos de Pensiones y Jubilaciones), aprobado en el Congreso Nacional en el año 1994, es una muestra de la insensatez de muchos argentinos que, no sólo entraron ingenuamente en esa trampa sino que ahora, exigen seguir permaneciendo en dicha trampa. Esto es así porque la legislación leonina […]
El negociado argentino de las AFJP (Administradoras de Fondos de Pensiones y Jubilaciones), aprobado en el Congreso Nacional en el año 1994, es una muestra de la insensatez de muchos argentinos que, no sólo entraron ingenuamente en esa trampa sino que ahora, exigen seguir permaneciendo en dicha trampa.
Esto es así porque la legislación leonina que creó las AFJP -diseñada por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo y un grupo de banqueros amigos- estableció que eran las propias AFJP las que fijaban el monto de las comisiones a percibir por su gestión.
De esta manera esas comisiones significaron durante largos años un importe equivalente al 2,25 % de salario de los ingresos promedio de sus afiliados.
Pero, en realidad, ese 2,25 -que parece una cifra baja- equivale al 32% de los aportes de ese afiliado promedio, llegando en algunos casos de aportes por salarios bajos a comisiones que representaban el 54% del aporte de los afiliados.
Es decir que el sistema de AFJP se apropió legalmente de, por lo menos, una tercera parte de los aportes de sus afiliados.
Pero eso no es lo peor.
Lo peor es que, según la ley, las AFJP no debían invertir en su totalidad los aportes de cada afiliado para que rindieran beneficios, obteniendo después una ganancia en el caso de que la administración de esos fondos hubiera sido exitosa.
Por el contrario -y de una manera insólita- las AFJP descontaban su comisión -¡¡¡la tercera parte de los aportes jubilatorios!!!- de manera anticipada, y se la embolsaban, invirtiendo el 68% restante (lo que se conoce como «recaudación neta de comisión»).
Y esas AFJP no garantizaban que esos aportes tendrían una renta segura «adecuada a los aportes efectuados» al finalizar la vida laboral de cada afiliado, ya que esa renta dependería de la mayor o menor honestidad y sagacidad de los responsables de invertir ese dinero y del comportamiento de los mercados.
De esta manera los bancos amigos del Gobierno que «inventaron» este negociado fabuloso y legal, pudieron hacerlo prácticamente sin arriesgar nada de capital ya que, salvo los gastos iniciales en publicidad y promotores, toda la operación se ha realizado con el capital de los afiliados a las AFJP.
Para ser claro y haciendo una analogía, el sistema funcionaba así:
Imagine que usted va al comercio de NN y pide, por ejemplo, un lavarropas.
Y el comerciante NN le responde: » Sí… con mucho gusto. Fírmeme estos papeles por los que usted se compromete a pagarme todos los meses las cuotas que, según el gobierno, debe usted pagarme para tener un buen lavarropas y le prometo que tendrá el mejor lavarropas del mundo.
Pero NN no le hace notar a usted que, en el contrato y escrito con letra muy chica, verdaderamente ilegible, dice:
Autorizo al comerciante NN a descontar de mis pagos por el lavarropas el 32 % de esos pagos para que, sin invertir ni un solo peso, es decir, con mi dinero, pague todos los gastos y tenga su ganancia, antes de entregarme el lavarropas.
Acepto también que NN no estará obligado a devolverme parte del dinero pagado si, por una mala gestión, me entrega un lavarropas de pésima calidad o, apenas, «una tabla de lavar ropa».
Y, por supuesto, el comerciante NN tampoco le dice que este es un negociado armado entre el Gobierno, el Congreso que lo convirtió en ley y los banqueros, para perjudicarlo a usted, ya que todos ellos saben que con este procedimiento usted jamás tendrá un buen lavarropas.
Con esta normativa arbitraria los directivos de las AFJP jamás se preocuparon por hacer inversiones sensatas y prudentes (1) que aseguraran a una vejez digna a quienes habían elegido el sistema de jubilación privada, porque sus ganancias ya las habían logrado gracias a una «comisión confiscatoria» -retenida, además, antes de invertir un solo peso de cada afiliado- y sin ninguna obligación de otorgar, al final de la vida laboral de los afiliados, una jubilación razonable para todo el dinero aportado.
Por tal motivo, las inversiones financieras que las AFJP hacían con el dinero de los afiliados fueron manejadas con total irresponsabilidad y muchos de esos fondos se invirtieron en Bonos de la Deuda Pública Argentina que, después, fueron «defaulteados» por el Gobierno Argentino y posteriormente «reconocidos como deuda» pero con una «quita» notable. Se estima que un 60% de todo el capital aportado por los afiliados a las AFJP son hoy bonos basura.
Y conviene señalar que el Gobierno Argentino autorizó a las AFJP para que esos bonos basura sigan siendo anotados en sus balances a su «valor técnico» y no a su «paridad real», con lo que las AFJP exhiben y publicitan una rentabilidad y un patrimonio inflados para seguir embaucando a sus afiliados.
Pero esto no fue todo.
Cuando se creó el sistema jubilatorio privado, el Estado debió seguir pagando las jubilaciones ya otorgadas, pero dejó de percibir la masa mensual de fondos de aquellos que antes aportaban a las jubilaciones del Estado.
Por tal razón y como estaba planeado por el ministro de Economía Cavallo y sus amigos banqueros, el Gobierno debió salir a buscar ese dinero y, nada mejor que pedírselo prestado a las AFJP configurándose así una «calesita infernal».
Porque los empleadores -y los trabajadores por cuenta propia- depositaban los aportes correspondientes en la ANSES (Agencia Nacional de SEguridad Social) y luego la ANSES giraba los aportes correspondientes a las jubilaciones privadas a las AFJP quienes, ante todo, embolsaban y ponían a buen seguro el dinero de sus comisiones y, después, prestaban el remanente de ese dinero -transferido por el Estado- al propio Estado cobrando jugosos intereses por ello.
Pero, a cambio de ese dinero contante y sonante, las AFJP recibían papeles de la deuda pública argentina que, ya se sabe, cada día valen menos.
Y, además, el ANSES debía girar un dinero adicional a las AFJP para que esas administradoras pagaran las jubilaciones de los que se retiraron después de afiliarse al sistema privado y que habían hecho muchos años de aportes provisionales al Estado Nacional.
Así hemos llegado a este momento en que el gobierno de la presidente Cristina Fernández de Kirchner decide que estatizará las jubilaciones privadas porque se está haciendo evidente que las AFJP se encuentran al borde de la quiebra y que, con los «papeles pintados» que el Estado les entregó a cambio de buen dinero, no podrán atender a los jubilados del sistema privado que ya comienzan a aumentar después de casi 15 años de funcionamiento del sistema privado.
Ante esta situación corresponden algunas reflexiones:
Primera: ¿Por qué los argentinos que rechazamos la jubilación privada y nos quedamos en la jubilación estatal y «solidaria » vamos a tener que hacernos cargo de salvarles la vida a aquellos que, en plena juventud, dijeron «no me importan los viejos que hoy están jubilados y que ya no tendrán mi aporte mensual para cobrar su magra jubilación… Lo único que me importa es salvarme yo y asegurarme una jubilación de lujo, como me prometen las campañas publicitarias de las AFJP»?
Ellos, además de egoístas, fueron negligentes y no quisieron leer la letra menuda del contrato de adhesión a la AFJP, descubriendo ahora que han sido estafados.
Segunda: La Presidencia Matrimonial del ex Presidente Néstor Kirchner y de su sucesora, su esposa Cristina Fernández de Kirchner, pese a sus declamaciones de progresismo, en todos estos años y a costa de la pobreza de millones de argentinos, han hecho constantes y jugosos aportes a los más ricos empresarios argentinos en forma de subsidios a los ferrocarriles, al transporte público, a las administradoras de peajes, a empresas productoras de energía y gas, a las cadenas de supermercados y a las empresas lácteas líderes de su sector.
Ante este historial perverso de sacarle dinero al pueblo para beneficiar a las empresas más poderosas del pías, tenemos todo el derecho del mundo de pensar que, ahora, la Presidencia Matrimonial ha escuchado la discreta sugerencia de los bancos que administran las AFJP para que les saque de encima la «papa caliente» de un sistema jubilatorio privado que ha demostrado ser un fracaso completo.
¿Por qué digo que es una «papa caliente»? Lo digo porque, hasta ahora, los directivos de las AFJP, salvo alguna excepción, no han cometido ningún delito penal y sólo puede endilgárseles una extrema incapacidad para invertir el dinero de sus afiliados, amén de una extrema voracidad al retener comisiones confiscatorias.
Sin embargo, ahora que los papeles de la Deuda Publica Argentina valen una cuarta parte de lo que las AFJP entregaron por ellos, se hace muy difícil venderlos y obtener el dinero para la creciente masa de jubilados.
De tal manera, la única manera de seguir disimulando el fracaso del sistema es dejar de invertir los aportes actuales de los afiliados y usar ese dinero para pagarles a los jubilados, pero… eso ya configura el delito de defraudación previsto por el Código Penal.
Además, ante la crisis generalizada, las AFJP deberán comenzar a despedir personal, como están haciendo bancos en todo el mundo, y esos despidos y sus indemnizaciones costarán mucho dinero.
¿Qué mejor, entonces, que dejar que el Estado se haga cargo de pagar las jubilaciones de los que eligieron las AFJP y, además, que garantice la estabilidad laboral de los miles de empleados de las AFJP, como ha prometido el Gobierno?
Y, como cereza del pastel, es muy probable que cuando todo esto termine, los bancos propietarios de las AFJP le harán juicios multimillonarios al Estado y se los ganarán por haber expropiado todo su patrimonio.
Tercera: Pese a sus declamaciones en contra del sistema financiero internacional, el matrimonio Kirchner son el gobierno argentino que ha pagado mejor a sus acreedores externos, comenzado con la cancelación de la deuda que la Argentina tenía con el FMI y finalizando con el intento frustrado de saldar la deuda con el Club de Parías.
Porque, hasta que se cayó el tinglado del casino financiero mundial, los precios de las materias primas o commodities estaban por las nubes y con esos precios la Presidencia Matrimonial pudo exhibir tasas de crecimiento casi chinas basadas en esas exportaciones de productos con poca o ninguna elaboración y, por lo tanto, casi sin creación de empleos. Y con el dinero de los impuestos o retenciones por esas exportaciones, los Kirchner pudieron tener la «gentileza» de pagar a los acreedores del exterior.
Pero, ahora, el precio de las materias primas que exporta la Argentina se ha reducido sensiblemente.
Por ello es muy probable que nuestro país no pueda hacer frente a los vencimientos de la deuda del año que viene y, menos todavía, disponer de una masa de dinero importante como para poder manipular las elecciones parciales del año 2009.
Es posible, entonces, que esta maniobra de estatizar las jubilaciones privadas obedezca, como ya se señaló, a la complicidad de la Presidencia Matrimonial con las AFJP para ocultar la pésima administración de los fondos provisionales por parte de un sistema bancario que ha sido cuidadosamente protegido por ambos presidentes argentinos.
Pero es muy posible, también, que el matrimonio Kirchner desee «meter la mano en la lata» de los fondos previsionales -ahora en proceso de estatización- para así poder seguir subsidiando a sus amigos empresarios multimillonarios y para tener dinero fresco para «comprar votos» en las próximas elecciones.
Es decir que, como ocurre siempre en la Argentina, los bancos y los funcionarios públicos ganaron dinero y poder cuando se privatizó el sistema jubilatorio argentino y volverán a ganarlo cuando se estatice nuevamente.
Pero eso no lo comprenden muchos afiliados a las AFJP que se resisten a la reestatización del sistema porque no advierten que el sistema de jubilación privada es una trampa.
Aunque es justo reconocer que, desde mediados del siglo pasado, el sistema provisional no ha sido considerado desde las perspectivas y necesidades de los trabajadores ni como una manera de distribuir las rentas de la Nación y apoyar el desarrollo productivo nacional sino que ha sido -y siguió siendo con las complacencia de las AFJP- un instrumento para financiar los monstruosos déficits estatales por medio de la deuda pública.
Notas del autor
(1) Perversidades de la ley 24.241 de creación de las AFJP
Entre las muchas perversidades de la ley que dispuso la creación de las AFJP debe señalarse que todos los trabajadores que, hasta ese momento, estaban aportando a la jubilación estatal o de reparto y queríamos permanecer en él, debíamos tomarnos el trabajo de ir a las agencias del sistema provisional estatal para manifestar esa intención.
De lo contrario, nos adjudicarían por sorteo a cualquiera de las AFJP recién creadas.
De esta manera cientos de miles de trabajadores poco informados o que no tenían tiempo de hacer ese trámite faltando al trabajo, se vieron sorprendidos al descubrir que, de prepo, el Gobierno los había afiliado a una AFJP.
Otra perversidad consistió en que aquellos que hubieran optado por el sistema de capitalización, si se encontraban disconformes, podían optar por otra AFJP pero no podían volver al sistema de jubilaciones del Estado.
Esta injusticia -contraria a la tan cacareada libertad de mercado- mantuvo cautivos de las AFJP a millones de afiliados hasta el año 2007, es decir durante 14 años, cuando el Congreso Nacional modificó la ley 24.441 para que los trabajadores que estaban en las AFJP tuvieran la libertad de decidir si querían seguir en el sistema de capitalización (privado) o pasar al sistema de reparto (estatal). En esa oportunidad, se redujeron las confiscadoras comisiones a un máximo del 1% del salario del trabajador.
Otra perversidad del sistema de capitalización es la discriminación de género ya que, a igual cantidad de dinero aportado, las mujeres tendrán una jubilación que será aproximadamente la mitad de lo percibido por un varón.
Esto es así porque las AFJP estiman que las mujeres son más longevas que los varones y, por ello, las administradoras repartirán sus aportes en función de una sobrevida más larga.
Y, de igual manera, quien tenga un hijo discapacitado verá reducida sus expectativas de cobrar una jubilación adecuada, ya que la AFJP se guardará parte de su jubilación para que, en la hipótesis de que el jubilado fallezca, quede dinero para el hijo discapacitado.
(2) Las posibles maniobras fraudulentas de las AFJP
La justicia argentina esta investigando maniobras generalizadas, realizadas durante todos estos años por directivos de diversas AFJP asociados con operadores de bolsa quienes hacían inversiones diarias las que, si eran exitosas, se asentaban al final del día como una operación efectuada por una empresa distinta de la AFJP y, si la inversión daba pérdidas, era asentada como dispuesta por la AFJP, con el consiguiente quebranto para los afiliados.
De estas denuncias por malversación de fondos una, por lo menos, ya llevó a juicio en el año 2007 a directivos de la AFJP Siembra (cuando estaba vinculada al City Bank) y a dos operadores de Bolsa, los que fueron condenados a penas de prisión y la AFJP a la devolución de los fondos defraudados con intereses por un valor de 814.000 pesos.
Así se explicaría la ira de muchos bancos y empresas europeas y norteamericanas ante la posible estatización de las AFJP, ya que perderían un filón donde realizar inversiones especulativas sin ningún riesgo.
(3) La herencia de las AFJP
El sistema de jubilación privado o de capitalización ha dejado en la Argentina consecuencia definitivamente negativas.
No sólo por que, como en Chile, no satisfarán las expectativas de los que se afiliaron a ellas, sino que provocaron un seria descapitalización del régimen provisional estatal y, con ello, se produjeron varios efectos indeseados.
a) El primero es que al transferirse muchos de los aportes provisionales a las AFJP, los ingresos del Estado para pagar a los que ya estaban jubilados disminuyeron sensiblemente lo que significó la congelación por más de 10 años de los haberes previsionales de los ancianos y la terca negativa del Estado a reconocer los fallos judiciales con sentencia firme que ordenaban el reajuste de esos haberes.
b) Al mismo tiempo, como ya se señaló, ese desfinanciamiento obligó al Estado a recurrir al endeudamiento interno para pagar tarde y mal a quienes ya estaba jubilados, aumentando la deuda pública argentina de una manera notable.
Para empeorar las cosas, el Estado autorizó a disminuir los aportes jubilatorios patronales a un 7% (con la excusa incumplida de que ello provocaría una disminución del desempleo). Esta rebaja en las contribuciones fue un regalo del Estado al empresariado argentino que ahorró en esos años la inesperada y agradable cifra de 35.000 millones de dólares que no ingresó a las arcas del sistema provisional.
En total, el perjuicio causado al Estado por todas las medidas adoptadas en relación a las AFJP desde 1994 hasta el 2001 se calcula en la cifra de 75.000 millones de pesos-dólares (recuérdese que, por la Ley de Convertibilidad, 1 peso=1 dólar) .
c) Esta descapitalización del Estado y el endeudamiento consiguiente fueron la causa de que, pese a la descomunal quita en la Deuda Externa lograda por el Ministro de Economía Roberto Lavagna, la deuda pública argentina esté volviendo a los valores previos al Default de la que un 60% esta provocado por esa descapitalización del sistema provisional.
De los 9,5 millones de afiliados al sistema de las AFJP, un 70 % dejó de aportar porque se quedó sin trabajo o porque le pagan «en negro», por lo que sólo un 30% de la masa de los que figuran en las planillas de las AFJP tendrán alguna posibilidad de acceder a ese beneficio provisional.
Pero como el Estado Argentino quedó descapitalizado por todas estas maniobras y fuertemente endeudado, se le hará imposible establecer una red de seguridad social universal para asistir a ese 70% de ancianos que no contarán ni siquiera con un ingreso mínimo para sobrevivir, mientras que decenas de miles de millones de dólares han huido a paraísos fiscales en el extranjero.
Artículo original publicado el 25 de octubre de 2008
Jorge Aldao es miembro de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor, al revisor y la fuente.
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