En las últimas semanas, diversos analistas políticos e intelectuales de la región han destacado los vínculos de Mauricio Macri con las «nuevas derechas» regionales: Capriles en Venezuela, Neves en Brasil, y Lasso en Ecuador, entre otros representantes que también buscan disfrazar su discurso para intentar construir nuevas mayorías. Sin embargo, poco se ha analizado en […]
En las últimas semanas, diversos analistas políticos e intelectuales de la región han destacado los vínculos de Mauricio Macri con las «nuevas derechas» regionales: Capriles en Venezuela, Neves en Brasil, y Lasso en Ecuador, entre otros representantes que también buscan disfrazar su discurso para intentar construir nuevas mayorías. Sin embargo, poco se ha analizado en relación al aliado más antiguo que Macri ostenta entre los políticos de la región: el ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez.
La relación se remonta, al menos, a un lustro atrás: fue en diciembre de 2010 cuando Uribe consideró a Macri «una esperanza para todos los latinoamericanos», una vez que el colombiano fuera declarado Huésped de Honor por el Jefe de Gobierno porteño. En aquella ocasión Uribe anunciaba que el candidato de la Alianza Cambiemos era «una ilusión en toda nuestra región, que necesita líderes sobresalientes».
Macri retribuía aquellos halagos con declaraciones preocupantes, por cierto, al decir que se consideraba «un admirador» de las políticas llevadas adelante por Uribe en Colombia, «en medio de situaciones muy adversas en las que estaba el juego la paz social y la convivencia». Estos dichos son significativos: se trata de un ex presidente que, desde hace años, se opone a los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, que terminarán por consumarse antes de marzo de 2016 de continuarse la agenda pautada hasta el momento.
¿Cuáles eran las políticas que el candidato de la Alianza Cambiemos decía admirar? Las que habían provocado, según cifras oficiales, 2.400.000 desplazados en toda Colombia durante la administración del ex gobernador de Antioquia. Desplazamientos forzados y abandono de hogares, producto de la violencia que vivía durante aquellos años una Colombia donde no existía canal alguno de diálogo entre el gobierno y la guerrilla. «Hay un 60% de pobreza y un 90% de indigencia entre la población desplazada» declaraba, también en 2010, Jorge Rojas, Director de la Consultoría para Derechos Humanos y Desplazados (CODHES), para luego afirmar que «lo que hicieron los paramilitares es el modelo de la Escuela de las Américas de quitar el agua al pez: desarticular, crear terror, asesinar, masacrar, desaparecer a miles de civiles, bajo la acusación de que son base social de la guerrilla. Eso no ha cambiado (durante la presidencia de Uribe)».
En su raíd de protección mediática, nadie consultó a Macri si seguía considerando a estas políticas de «seguridad» como adecuadas para un hipotético gobierno de la Alianza Cambiemos. Un hecho, sin embargo, aporta elementos para entender que la relación con Uribe sigue más firme que nunca, y que estos planteos permean en el empresario argentino en su búsqueda por la Casa Rosada: la reunión que ambos sostuvieron el año pasado en Buenos Aires, a la par que el senador colombiano participaba del XII Congreso Internacional de la Federación Panamericana de Seguridad Privada. Allí Macri defendió nuevamente las políticas implementadas por el uribismo, en una foto que también compartió con el diputado Miguel Del Sel, el Ministro de Justicia y Seguridad de la CABA, Guillermo Montenegro, y el Subsecretario de Relaciones Internacionales porteño, Fulvio Pompeo.
Es que, a fin de cuentas, Álvaro Uribe Vélez sigue siendo el aliado principal de la Alianza Cambiemos en la búsqueda por revertir el ciclo posneoliberal iniciado en América Latina hace ya una década y media. No están sólos: Álvaro Vargas Llosa, Andrés Oppenheimer y Carlos Montaner, entre otros exponentes de la derecha continental, se frotan las manos augurando una derrota del Frente para la Victoria que tenga repercusiones continentales. Un dato los preocupa, sin embargo: el antecedente del balotaje de Brasil 2014, entre Dilma y Neves, donde pese a poner «toda la carne en el asador» no pudieron evitar el segundo lugar, siendo derrotados -nuevamente- por el Partido de los Trabajadores. ¿Sucederá lo mismo en Argentina? El 22 de noviembre las urnas dirán.
Juan Manuel Karg. Politólogo UBA / Analista internacional CABA
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