En julio, adolescentes y jóvenes de centros comunitarios de Moreno, Provincia de Buenos Aires, viajaron con sus docentes a conocer la experiencia de la Universidad Campesina del Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero (MoCaSE). Una crónica de lo vivido.
El martes 5 de julio, cerca de las 19:00, un micro repleto de jóvenes de entre 13 y 22 años participantes de cinco Centros Comunitarios de Moreno (“SanKa”, “Yakacuaha”, “Casita Feliz”, “Niño Dios” y “Camino Solidario”), partió hacia Santiago del Estero. Viajaron además un grupo de educadoras y educadores de los propios centros, trabajadoras de los Programas de fortalecimiento de organizaciones comunitarias de la Universidad de Buenos Aires y también artistas. El destino era la Universidad Campesina (UniCam) del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MoCaSE), en Ojo de Agua, al sur de la provincia.
El MoCaSE es un movimiento social y político nacido en 1990, a raíz del conflicto por la tenencia de tierras en la región. Forma parte de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), a nivel continental, y de la Vía Campesina, a nivel mundial.
La UniCam Suri se encuentra en el kilómetro 924 de la Ruta Nacional N°9, monte adentro. Se creó a partir de la necesidad de generar un espacio de encuentro y formación para sus integrantes, donde no solo reivindicar su propia cultura e historia, sino también pensando en generar una educación basada en la construcción colectiva. Cuenta con un espacio de producción animal, uno de producción vegetal y un espacio de niñeces dedicado al cuidado y al proceso pedagógico de las mismas. Además, allí funciona una radio comunitaria, FM Suri Manta – 89.9, un banco de semillas, un espacio de cocina y uno de construcción de obras edilicias.
El miércoles 6 de julio a las 8 de la mañana, el micro llegó a UniCam, donde sus integrantes nos esperaban con un gran desayuno. Mate cocido, café con leche, pan casero y miel, mermeladas de zapallo y sandía de producción propia del movimiento. Luego de desayunar, organizamos los colchones en el SUM (Salón de Usos Múltiples), donde dormiríamos cada noche, y salimos a conocer los diferentes espacios que funcionan en la comunidad. Conocimos la Radio Suri Manta, que estaba transmitiendo un programa en vivo. Después, los diferentes espacios de producción animal (chanchos, gallinas, cabras); el banco de semillas, donde cuentan con granos locales, pero también de otras provincias y países, con quienes intercambian en las actividades conjuntas que realiza el movimiento. Fuimos a la Tortuga, una construcción de ladrillo y barro con forma de caparazón, con una apertura en la parte central del techo, que genera una acústica impactante: allí se dan clases de psicología social y talleres de masculinidades, entre otras actividades. También hay canchas de fútbol, donde se realizan torneos locales y regionales de fútbol masculino y femenino.
Al rato, el almuerzo y luego las primeras actividades grupales. Nos separamos en seis grupos, donde intercambiamos de dónde veníamos, qué veníamos a hacer, y qué esperábamos de la experiencia. Y como en la UniCam tienen dinámicas de trabajo colectivo, con tareas repartidas entre los y las integrantes, los mismos grupos, pasarían a tomar una tarea colectiva para todos los días del encuentro: limpiar los baños, hacer el desayuno, limpiar los elementos de cocina, entre otros.
Mario Enciso trabaja en diferentes centros comunitarios de Barrio Satélite, en Moreno Norte, Provincia de Buenos Aires. “Yakacuaha” es un centro autogestivo. Los demás cuentan con recursos del Ministerio de Desarrollo de la Provincia de Buenos Aires. Todos son de educación popular e independientes de cualquier partido político. Enciso es referente en varios de los centros, y uno de los organizadores y coordinadores de este viaje. Como educadores y educadoras, vienen pensando desde el año pasado en generar una nueva experiencia con estos grupos de jóvenes. Un espacio de intercambio y de formación política y pedagógica. A partir del contacto que tienen con la gente del MoCaSE, donde ya han compartido campamentos en el predio de la UniCam y conocen la experiencia que tienen en el trabajo con jóvenes, armaron este proyecto de viaje. El mismo fue aprobado y el Centro Regional Ecuménico fue quien destinó los fondos para financiar el proyecto. “Desde abril hasta julio estuvimos trabajando en conjunto con todos los y las jóvenes de estos cinco centros comunitarios para poder contextualizar a dónde iban a ir, porque no solamente era conocer un espacio nuevo, una nueva provincia, compartir la convivencia todos juntos, sino también crear vínculos con un movimiento social que nosotros creemos que tiene una mirada similar sobre el mundo que queremos. Por eso nos fuimos encontrando una vez por semana con los jóvenes, pensando qué queríamos preguntar a la gente de allá, qué relación tenía con nuestro trabajo en el territorio. Y también nos reuníamos una vez por semana con los y las educadoras y algunos jóvenes que están haciendo ese proceso para poder pensar y planificar el viaje. Con mucha expectativa, porque era una experiencia nueva. Nunca habíamos organizado algo en conjunto con un movimiento tan grande como el MoCaSE. Teníamos muchos miedos, pero también muchas ganas. Nos pusimos en contacto con la gente del movimiento, que desde el principio nos abrieron las puertas. Tuvimos reuniones por Zoom, planificamos en conjunto. Ellos tienen mucha experiencia en encuentros con jóvenes. Traíamos mucha expectativa pensando en cómo iban a reaccionar los jóvenes de nuestro barrio a un lugar tan diferente, en el campo, con otras formas de vivir, con otras formas de conseguir el agua, los alimentos, cómo ellos crían a sus animales que después son parte de su alimentación, cosas que acá no estamos acostumbrados. Y también cómo iban a participar nuestros chicos de los momentos de debate, de compartida, porque muchas veces nos cuesta hablar y expresar lo que hacemos y lo que queremos. Cuando llegamos nos dimos cuenta de que los y las jóvenes de nuestros centros se abrieron a la experiencia desde un principio. Hablaron, compartieron, dieron su opinión, alzaron su voz. Y por eso creo que fue una experiencia muy rica para nosotros y nosotras, porque nuestras cabezas y nuestros corazones no volvieron iguales. Con los y las educadoras decíamos esto de que íbamos a volver transformados. Y así fue, superó nuestras expectativas. Aprendimos un montón del movimiento, de cómo luchan por sus tierras, de cómo ponen el cuerpo y la vida por esas tierras. De cómo los y las jóvenes y niños y niñas son parte del movimiento y se van formando desde chiquitos, porque son no solo el presente sino también el futuro. Y que las y los jóvenes tomen la posta es renovar constantemente las ideas, los sentimientos, la fuerza para la lucha que se necesita. Y nosotros en nuestros territorios también pensamos eso. Que las y los jóvenes vean la importancia que tienen ellos en nuestros espacios, y la capacidad que tienen de poder cambiar nuestro pequeño mundo, nuestro territorio, nuestro barrio, nuestros centros comunitarios, nuestras cabezas. Y ver que se pueden hacer un montón de cosas, que nuestras capacidades son infinitas. Por eso, escuchar a las compañeras y compañeros que están en esos territorios y prestar atención, opinar, que compartan su grito de lucha fue muy emocionante. Creíamos que iba a ser muy lindo, pero fue cien veces más lindo de lo que pensábamos”, dijo.
Mario contó también cómo siguen trabajando en los centros en relación a la experiencia vivida en el MoCaSE: “Ahora queda el desafío de la vuelta, de seguir compartiendo con las y los jóvenes que viajaron, seguir con nuestra formación, conocer otros movimientos, otros espacios, seguir fortaleciéndonos nosotros mismos como compañeros. Como educadores tenemos el desafío de seguir acompañando los procesos de estos jóvenes en nuestros centros. Crear nuevos espacios, que ellos sean los educadores y educadoras de estos espacios en el futuro, si así lo eligen. Nosotros intentamos abrirles el abanico de oportunidades y opciones para elegir. Ese es nuestro rol en el barrio. Y pasar la posta. Porque los saberes se construyen, y fluyen, y están en constante movimiento. Ninguno es dueño ni dueña del saber. Los centros comunitarios son del barrio, de la comunidad, de los jóvenes. Tenemos que abrir ese camino y acompañar. Compartir esto con otros movimientos es muy importante y ahora seguiremos abriendo nuevos horizontes para seguir luchando y contagiando a los más chicos de nuestros barrios. Ser creativos en eso también”.
El segundo día hubo diferentes talleres. Algunos a cargo de militantes del MoCaSE: taller de cerámicas, de telar. Otros, a cargo de las y los artistas invitados: Sonia y Sol, payasas y músicas, integrantes del dúo “Parcería Escénica”, dieron un taller de actuación y clown. Emiliano y Lucía, integrantes del Frente de Artistas del Oeste, realizaron un taller de mural, donde pintaron colectivamente en la pared frontal de lo que será el nuevo espacio de Radio Suri Manta.
Lucía, del Frente de Artistas del Oeste comentó su experiencia en el MoCaSE: “Fuimos a realizar un taller de mural en conjunto con las organizaciones que viajamos y con la comunidad que vive allí en las tierras del Movimiento. La experiencia fue maravillosa. Realizamos un mural en la Radio Suri Manta. Fue un trabajo colectivo. Trabajamos pensando primero la idea, compartiendo con la comunidad diferentes propuestas y, a raíz del debate, construimos la imagen que queríamos plasmar en el frente de lo que va a ser la radio. Y no solo estuvimos realizando el taller, sino también compartiendo el día a día con la comunidad que se encuentra ahí trabajando la tierra todos los días, con jóvenes y adultos. También compartimos diferentes talleres, propuestas de intercambios, juegos. Fue muy gratificante estar ahí, poder intercambiar saberes y experiencias, viviendo en comunidad, compartiendo y distribuyendo tareas de la vida cotidiana del MoCaSE. Para el Frente de Artistas fue muy importante poder seguir tejiendo redes, sobre todo con les compañeres de los centros de Moreno, con las organizaciones que trabajan desde la cultura y desde el arte con jóvenes, y también con compañeres del Movimiento Campesino de Santiago del Estero. Quedamos emocionades por seguir construyendo estos vínculos con quienes luchan por un mundo más justo e igualitario”.
La noche del jueves terminó con una escena que nos ayudó a entender cómo viven diariamente los integrantes del MoCaSE la represión. Pero también cómo se defienden constantemente de manera colectiva, sin dudarlo un segundo. Mientras servíamos la cena en el SUM, escuchamos gritos y vimos el micro de MoCaSE juntando compañeros y compañeras para irse, de urgencia, a algún lado. Al principio no entendimos bien qué pasaba. Recién a su vuelta lo comprendimos. La policía había detenido e interrogado, de manera irregular e ilegal, a dos niñas de 12 y 13 años que forman parte de la UniCam, quienes se encontraban realizando un trámite en el pueblo. Cuando la gente del movimiento se enteró, fueron rápidamente a la comisaría y luego de que su equipo de abogados/as reclame telefónicamente que lo que estaba sucediendo era ilegal, recién ahí devolvieron a las niñas a su familia. La Polaca, integrante del MoCaSE nos contó al otro día: “Estaba viendo estados de Whatsapp y veo que gente del pueblo pone que nosotros prendimos fuego un patrullero. Eso es mentira, ni siquiera bajamos del micro, nos quedamos esperando pacíficamente. Pero siempre nos hacen lo mismo, inventan cosas para dejarnos como unos violentos y la gente lo repite. Nos tienen estigmatizados”.
La tercera jornada arrancó bien temprano. A las 7 hubo un desayuno, para luego dividirse dos grupos: uno viajaría a unos 100 kilómetros a conocer la experiencia de la familia Mendoza, campesinos y campesinas de Totorilla que hace años sufren el hostigamiento constante de los Báez, una familia terrateniente de la zona que quiere apropiarse de sus tierras. El otro grupo viajó hacia la zona de Los Ríos, donde una comunidad campesina se instaló hace pocos años para trabajar la tierra y también sufren hostigamiento por parte de terratenientes y las fuerzas estatales. En ambos casos las familias conocieron el trabajo del MoCaSE y se unieron a su lucha y militancia. Muchas veces estos campesinos y campesinas conocen al movimiento luego de sufrir persecuciones, y se encuentran con que el MoCaSE los apoya y acompaña organizativamente, pero también de manera legal, poniendo a disposición el trabajo de sus abogadas y abogados.
Los grupos que viajaron charlaron con las familias, conocieron sus historias, luchas y reivindicaciones, compartieron un almuerzo allí y luego tuvieron tiempo para recorrer la zona, conocer sus paisajes, descansar un rato.
El sábado 9 fue la última jornada de compartir el cotidiano del MoCaSE. Fue el día más soleado, donde los buzos y camperas se tomaron un descanso, dejaron paso a las remeras y hasta a algunos lentes de sol. Por la tarde se hizo una puesta en común sobre lo vivido el día anterior en Totorilla y Los Ríos. Cada grupo contó qué fue lo que conoció de esos lugares, qué pudieron recoger de esas experiencias y también qué coincidencias tienen esas luchas con las de los centros comunitarios de Moreno. Entre otras cosas se destacó la similitud de la lucha contra las injusticias, del abuso de poder que aplican las fuerzas de seguridad en ambos territorios y de la necesidad de tener espacios propios, tierras.
A la noche, la última gran cena fueron unas pizzas de dimensiones inimaginables (cerca de un metro de largo). Allí se dio la puesta en común, con una propuesta artística de cada grupo. Hubo música, poesía, baile.
Por último, llegó el cierre cultural. En primer lugar, actuaron las Parcería Escénica, que hicieron una obra de teatro, con música y pases de clown, interactuaron con el público y sobre todo con los niños y niñas. Luego, Ana Clara y Chuscha, integrantes del MoCaSE, compartieron unos folclores santiagueños. Les siguió la música de Pica Para Todxs Mis Compas!, con invitados e invitadas, canciones propias y un cierre con temas de Gilda, acompañado por Sonia y Sol, de Parcería Escénica, con bombo y saxo. Luego, Joel, chaqueño, integrante del MoCaSE, compartió unas canciones. Sobre el final, Yiya, de la comunidad wichi, también del Movimiento, cerró la noche cultural con un rap que escribió en conjunto con otros compañeros y compañeras wichis, que hablaba de la experiencia de estos días, de lo lindo de conocer a los pibes y pibas de Moreno, y destacaba el disfrute que les produjo realizar el mural en la radio. Fue una verdadera fiesta, de encuentro, baile y emociones.
La mañana del domingo, bien temprano, nos despedimos de los compañeros y compañeras del MoCaSE y regresamos hacia Buenos Aires, reflexionando sobre todo lo vivido. Como dijo Mario, volvimos transformados de esta experiencia.
Un próximo destino y el proyecto audiovisual
En septiembre los centros comunitarios de Moreno tienen planificado viajar a Rosario para conocer la experiencia de la Biblioteca Popular Pocho Lepratti. Para ese viaje están autogestionándose, juntando dinero a partir de la venta de bizcochuelos y panes caseros.
“La idea de estos viajes no es solo que les viajeres se queden con esa experiencia y quede ahí nomás, queremos algo más. Compartir, difundir lo vivido, porque creo que esta experiencia es un recurso pedagógico y político que tiene que difundirse y circular. Por eso, un equipo de jóvenes se dedicó al registro de todo el encuentro y ahora otro equipo se está dedicando a la edición del mismo, para poder estrenar un video/documental sobre lo vivido en el viaje a Santiago”, dijo Mario. Ese documental se estrenó en el Teatro Municipal Leopoldo Marechal, en Moreno, el 20 de septiembre, con un cierre musical de Pica Para Todxs Mis Compas!
Fuente: https://laretaguardia.com.ar/2022/09/viaje-al-centro-del-campesinado.html