Traducido del inglés para Rebelión por Christine Lewis Carroll
Unos amigos de Die Zeit que me habían oído hablar sobre la omnipresencia de las cámaras de vigilancia en el foro Personal Democracy Forum me pidieron escribir un artículo para su periódico. Ésta es la versión en inglés que escribí justo antes de las protestas Restore the 4th [que buscan fortalecer la cuarta enmienda de la Constitución de los Estados Unidos y poner fin a los programas que la infringen] que se celebraron en Washington DC y otros lugares.
Las revelaciones sobre la magnitud de la vigilancia del gobierno estadounidense de los medios electrónicos han desencadenado diversas reacciones en todo el mundo. Fuera de Estados Unidos los ciudadanos y sus gobiernos están con razón furiosos de que la Agencia de Seguridad Nacional monitorice sistemáticamente las comunicaciones de las plataformas más utilizadas del mundo. Que Estados Unidos espíe al parecer a sus aliados más allegados en los despachos de la Unión Europea sólo añade el insulto al agravio.
Las reacciones a estas revelaciones dentro de Estados Unidos han sido decepcionantemente tenues. Los libertarios y defensores civiles de la libertad de expresión en Internet luchan por encauzar su ira y proyectan celebrar una gran protesta en Washington DC el 4 de julio. Pero las respuestas más extendidas incluyen la aceptación de cualquier invasión de la privacidad a cambio de impedir la violencia terrorista y la insistencia cínica en que nadie debería sorprenderse de que tanto las corporaciones como los gobiernos monitorizan las redes electrónicas.
Como abogado frustrado de la libertad de expresión en Internet busco siempre maneras de ayudar a mis compatriotas en Estados Unidos a entender el significado de la vigilancia generalizada en Internet. A diferencia de Alemania, donde el recuerdo de la Stasi desencadena una resistencia instintiva al fenómeno de la observación, la vigilancia en Estados Unidos se ha centrado a menudo en los grupos políticos marginales, lo que hace que muchos estadounidenses crean que la vigilancia no va con ellos. Esta búsqueda de hacer visible la vigilancia me ha conducido al trabajo del doctor Steve Mann sobre la sousveillance.
Mann es profesor de la Universidad de Toronto e innovador en el mundo de los ordenadores que se pueden llevar en el cuerpo. En 1981, como estudiante del Instituto Tecnológico de Massachusetts, creó la primera generación de EyeTap, una cámara que se acopla delante de los ojos y que graba lo que ve el portador realzado por un ordenador. Más de 30 años antes de la creación de Google Glass, Mann empezó a vivir con una cámara a cuestas y registraba todo lo que veía, una experiencia que le ha proporcionado un gran conocimiento del hecho de la observación y que a uno lo observen.
Mann acuñó el término sousveillance -observar desde abajo- como alternativa a la surveillance [vigilancia] -observar desde arriba-. Con la vigilancia, los organismos poderosos controlan el comportamiento de las personas mediante la observación o la amenaza de observarlas, como es el caso del Panopticon [un edificio carcelario circular que permitía observar a los reos en todo momento] inventado por Jeremy Bentham. Con la sousveillance, las personas invierten el paradigma al apuntar las cámaras hacia los organismos, con la promesa de documentar y compartir los casos de la mala conducta con una audiencia potencialmente global mediante las redes electrónicas.
Uno de los efectos de la sousveillance es que se susciten debates sobre qué significa ser vigilado. Aun cuando la vigilancia sea visible -como es el caso de las cámaras de circuito cerrado (CCTV) que pueblan muchas calles de nuestras ciudades- la mayoría de nosotros tiende a ignorar a los observadores ocultos que nos monitorizan. Pero cuando alguien nos apunta con una cámara -sobre todo una montada en sus gafas- reaccionamos a menudo con ira o consternación. A Mann -que lleva su EyeTap permanentemente- lo agredieron los empleados de McDonalds en París, disgustados porque sacaba fotos, y quisieron obligarlo a retirarla.
Provocaciones similares pueden ser necesarias para desencadenar nuestras reacciones frente a la vigilancia en Internet. Creepy –un programa inventado por Ioannis Kakavas- sigue en un mapa los movimientos de una persona mediante su participación en las redes sociales. Mientras Creepy se ideó como un proyecto activista, los programas comerciales usan técnicas similares. Una aplicación controvertida de iPhone –Girls Around Me- proporciona datos en Foursquare a los hombres que buscan citas; identifica los lugares de la ciudad en que las mujeres se han registrado. Las reacciones encendidas a estos programas, junto con la existencia de bares que prohíben que sus clientes lleven Google Glass, sugieren que la idea de Mann de que la vigilancia sea tanto personal como visible puede ser el primer paso para suscitar un debate acerca de qué tipos de observación proceden y cuáles no.
Otro aspecto de la sousveillance que merece la pena explorar es la idea de que las personas pueden meter en cintura a los poderosos al documentar los casos de mala conducta. Aunque esta idea puede parecer desesperadamente ingenua ante sistemas tan masivos y generalizados como PRISM, hay casos en los que observar desde abajo ha ayudado a combatir los abusos de poder. El nombramiento de Morgan Tsvangirai como primer ministro de Zimbabwe en 2009 fue consecuencia directa de la táctica de su partido de fotografiar el recuento de votos en cada colegio electoral, lo que permitió una tabulación paralela de la votación. Al presentar la prueba de que Tsvangirai había vencido a Mugabe en la primera vuelta, el gobierno de Mugabe no pudo amañar las elecciones y se le obligó a aceptar un acuerdo para compartir el poder con Tsvangirai, el jefe de la oposición.
Los activistas del movimiento Occupy han utilizado más recientemente el streaming [transferencia continua] de video en directo como técnica para documentar sus protestas y la violencia policial ejercida contra los manifestantes. Docenas de cámaras captaron las imágenes del teniente John Pike mientras rociaba con spray de pimienta a los manifestantes sentados en una protesta pacífica de Occupy en la Universidad de California en Davis. El incidente -ampliamente difundido- llevó al cese del jefe de policía de Davis y dos agentes y al despido del teniente Pike, lo que dio lugar a una de las imágenes más poderosas de las asimetrías a las que el movimiento Occupy buscaba enfrentarse.
Las cámaras omnipresentes pueden documentar cómo funcionan ciertos organismos y los abusos de poder. El candidato presidencial republicano Mitt Romney tuvo un descalabro durante su campaña electoral cuando se difundió un video en que consideraba al 47% del electorado estadounidense como votantes improbables porque «se creían víctimas» y dependientes de los servicios gubernamentales. El video, grabado en secreto por Scott Prouty en un acto celebrado para conseguir fondos, se difundió ampliamente en Internet y los activistas lo consideraron una prueba de que Romney no estaba en contacto con el electorado.
Más recientemente la sousveillance ha demostrado su capacidad de documentar los movimientos de protesta en Turquía y Brasil que ignoraron inicialmente los medios de comunicación dominantes. En Turquía la CNN emitió un documental sobre pingüinos en vez de las imágenes de Gezi Park, lo que llevó a los manifestantes a colocar máscaras de gas a los pingüinos en protesta por el uso por parte del gobierno de gas lacrimógeno y el silencio de los medios acerca de las protestas. Frente a la falta de atención de los medios los manifestantes utilizaron su propia documentación para difundir las protestas del parque al público de Internet y que éste empezara a realizar sus propias protestas.
No parece que el gobierno de Obama vaya a cambiar de política con respecto a la vigilancia en Internet sin que se produzca una protesta generalizada sostenida y popular. A medida que los activistas buscan desencadenar dicha protesta, puede ser necesario que el fenómeno de la vigilancia se haga más visible, de manera que ésta sea mucho más controvertida.
1 Un programa de vigilancia electrónica de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense. [N. de la t.]