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Violencia, pobreza política y cultural en la vida cotidiana en México

Fuentes: Rebelión

Entre los historiadores se ha debatido la cuestión del acontecimiento. Desde la primera corriente de la historia «profesional» que legitimó el proceso de los estados nacionales en el siglo XIX, hasta las nuevas corrientes que dominan en el discurso historiográfico hoy en día. En nuestros días existen muchas corrientes historiográficas que los historiadores intentan dar […]

Entre los historiadores se ha debatido la cuestión del acontecimiento. Desde la primera corriente de la historia «profesional» que legitimó el proceso de los estados nacionales en el siglo XIX, hasta las nuevas corrientes que dominan en el discurso historiográfico hoy en día. En nuestros días existen muchas corrientes historiográficas que los historiadores intentan dar constancia de nuestro pasado, nuestro presente, y algunas otras veces con la intensión de transformar la realidad y ver otro futuro. El positivismo, la escuela de Annales, el marxismo, por otro lado, o producto de aquellas, la nueva historia, la historia serial, historia de las mentalidades, etc., conforman un conglomerado de perspectivas. Entre los historiadores se debate para comprender lo que consideran el acontecimiento. Cada uno se posiciona para plasmar su visión y analizar la realidad histórica, que en el fondo tiene una carga ideológica que define su posición social, su clase, sus privilegios, etc. Sin embargo, para ser más realistas y lejos de verlo desde un análisis academicista que muchas veces analizan y escriben desde su torre de marfil, debemos analizarlo desde una perspectiva real y concreta. Lo que nos lleva entonces plantearnos la pregunta ¿qué es el acontecimiento y cómo se puede observar en un momento de gran controversia social, política, económica y cultural que atraviesa las relaciones sociales en México de nuestros días?

El acontecimiento, desde mi punto de vista, es un punto de observación para captar las manifestaciones sociales en el tiempo, las cuales están entrelazadas con otros elementos que los sobrepasan. La complejidad en que se manifiestan las relaciones sociales dificulta en mayor medida para captarlas, pero se consigue abrir alguna de sus relaciones para mirar el elemento que nos permita comprender o acercarnos a esas relaciones múltiples interconectadas y tan complejas. Debe aclararse que la historia no es aquella que vive en el pasado y es ajena a nuestra realidad actual, por el contrario, nuestro presente está lleno de ese pasado, que nos marcó, nos sigue y nos seguirá marcando. El presente es el pasado y es posible cambiarlo con el fin de encontrar un mejor futuro. La relación pasado-presente-futuro son parte de nuestras relaciones cotidianas. No obstante que en el presente es posible modificar la realidad, desde su mínima expresión hasta la máxima. La reflexión constante de nuestra realidad es posible, modificarla es posible, con el contacto real-constante de la vida cotidiana que nos afecta. Ante esto debemos ver cuáles son las relaciones cotidianas que influyen y nos afecta en nuestra vida diaria. De dónde vienen, cuál es el propósito, por qué la estamos viviendo. En todos aspectos vivimos relaciones sociales que dejan poco para reflexionar. Las cuales están muy bien estructuradas por quienes dominan y controlan el mundo de la producción económico, social y cultural capitalista.

Podríamos hablar, en ese sentido, de un sólo aspecto que mantienen dichas relaciones y comprender el acontecimiento desde algunas manifestaciones sociales que ocurren en nuestro país: la violencia y el empobrecimiento. La violencia se mide desde diversos ángulos y perspectivas. Porque son varios tipos de violencia: la violencia política hasta la cultural, pasando por la económica. Todas estas dirigidas por sectores conservadores. No hablamos de la violencia revolucionaria, aunque es muy importante pues cumple un papel fundacional para librase de la violencia conservadora y reaccionaria que tiene el fin de controlarnos socialmente, sino de la violencia pobre y mediocre que reproducimos a diario a la que nos ha empujado los grupos dominantes debido a las relaciones estrechas que tiene con la estructura social capitalista. Y a la que nos han inducido a reproducir. A esta hay que mirarla con cuidado y encontrar los elementos que le dan función para intentar despojarse definitivamente. Sin darse cuenta y hacer conciencia de la violencia mediocre y conservadora, no es posible pasar a un mejor estado de violencia revolucionaria política, económica y cultural. Ésta es el arma de lucha para salir del atolladero violento conservador.

Los aspectos que nos afectan a diario en México, por lo menos a la gran mayoría de la población, es la violencia y el empobrecimiento político. El empobrecimiento, que es en gran parte de la violencia estructural, no es parte de nuestras decisiones. No incidimos políticamente en la sociedad para transformarla. Es la conformación de la sociedad a la cual nos sumerge por decisiones de los grupos sociales, políticos, económicos, culturales dominantes que nos hunden día con día en la miseria. La violencia conservadora que reproducimos tiene un propósito: el mantenimiento de un tipo de orden social, que está planificado por los grandes poderes que dirigen el mundo.

El México en los últimos años, meses y días las relaciones se han vuelto cada más empobrecidas y violentas, se han profundizado en cada una de las personas y los colectivos, desde la más mínima hasta la máxima. Individualizándolas y cosificándolas. Las cuales están atravesadas por un sin fin de problemáticas propias de unas condiciones cada vez más en declive. El problema se debe ubicar en varios elementos que están relacionados. Uno es la violencia y el otro el empobrecimiento. La violencia no se puede ver sin el empobrecimiento material de la población. La pobreza política, que consiste en poca participación en las decisiones sociales, está ligada con la pobreza material. Son síntomas de una misma expresión. En los últimos años el empobrecimiento se ha elevado a niveles extremos e impresionantes. En México, según la nota de Telesur publicada el día 27 de diciembre, la pobreza pasó de 44,3  a 46, 2 entre 2009 y 2010.

La violencia es motivada por la desigualdad social creada por la estructura de la sociedad capitalista. Lo que se llama en la sociedad capitalista «empleo», que no es la base del capitalismo neoliberal en México, porque no le importa emplear, ha llevado a la población a arrebatarle lo poco que le queda al compañero o compañera de clase.  Además también que la secuestra, la asesina, para con ello obtener ingresos para mal vivir o sobrevivir.

En los municipios de Chicoloapan, Chimalhuacán y Texcoco en el Estado de México aparecen casos de asesinatos por asalto, por intento de secuestro, robo de niños, que muchas veces son para tráfico o extracción de órganos. Los asaltos se vuelven cotidianos en las bases de transporte público. Por ejemplo el día 15 septiembre del presente año, un grupo de tres personas despojaron a los pasajeros que se preparaba abordar el transporte con destino a sus lugares de trabajo a las cinco de la mañana.  El día siguiente, en otra base, se presentó otro caso. Muchos de los que el sistema llama «asaltantes» o «delincuentes», lo hacen con extrema violencia y con el uso armas de fuego de alto calibre para someter psicológicamente a sus víctimas. Otro caso, en días previos se encontró a dos personas en el municipio de Chimalhuacán  que fueron asesinadas. El padre y el hijo intentaban vender su camioneta por internet, pero los compradores resultaron ser «asaltantes» y «secuestradores», y al final cuentas los asesinaron. Un familiar, José Ceferino, constantemente es «asaltado», con el fin de quitarle uno de los instrumentos chatarra que invadido a la población: el teléfono celular. Las personas no solo están alienadas por la violencia que usan para quitarle sus pertenencias a otras personas, sino también de la dependencia de un aparato chatarra (los teléfonos celulares). Muchas veces a las personas que les quitan sus pertenencias son asesinadas por no dejarse despojar de objetos como estos. La gran mayoría de los «asaltantes» venden estas chatarras para poder vivir día a día. Sin embargo también sucede que estos son asesinados al intentar despojar a los compañeros de clase. La violencia se torna un círculo vicioso que lo pagamos nosotros, los explotados por el sistema.

La clase dominante nos ha situado en un estado de violencia permanente. La violencia es producida y reproducida por nuestros mismos compañeros de clase, que no está dirigida hacia la clase dominante quien es la que nos empuja, sino que es contra nuestros mismos. ¿Por qué se da entre nosotros? En primer lugar porque para quien lo hace, le resulta inmediato, la única salida rápida posible para sobrevivir. En segundo lugar, la ignorancia a la que nos ha situado la clase dominante, nos impide mirar a fondo el problema, nuestro estado deplorable. Y lo queremos intentar de manera superficial e inmediata. En tercer lugar, la población, sin conciencia y conocimientos previos para hacer frente a la violencia, se le suma la violencia simbólica motivada por los llamados medios de comunicación dominantes, que reproduce la misma violencia en su vida cotidiana.

La violencia conservadora ha sido efectiva para el control social. Hemos sido controlados por la violencia que a diario aplicamos a nuestros miembros. Entonces debemos prestar atención a ese punto de observación histórica para captar lo que nos acontece. Mirar al enemigo en dónde, cómo y por qué se manifiesta. Fijar bien cómo está estructurado política, económica y culturalmente. Mirar desde las grandes corporaciones hasta sus empleados que integran las ONGs, las fundaciones, etc. Mirar lo que hacemos a diario para darnos cuenta que no somos nosotros sino producto de dominadores para intentar cambiarlo a toda costa.

Este es el acontecimiento al que hacía alusión al principio. Un acontecimiento histórico que se ha manifestado desde que la clase popular y explotada nació como producto de las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales capitalistas. La violencia que reproducimos no es nueva. Si se observa detenidamente, la hemos aplicado desde hace mucho tiempo. Nos obstante que la violencia y empobrecimiento se ha presentado teniendo cambios en el tiempo. Nuestro pasado es nuestro presente, pero hace falta darle otro rumbo a la historia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.