A pesar de que los últimos cables de Wikileaks han sido supervisados por el Departamento de Estado de EE UU antes de su publicación, estas filtraciones evidencian los intereses de la diplomacia de EE UU y el servilismo de numerosos Gobiernos, como el de Zapatero. Además, deja espacio para el cuestionamiento de unas prácticas periodísticas […]
A pesar de que los últimos cables de Wikileaks han sido supervisados por el Departamento de Estado de EE UU antes de su publicación, estas filtraciones evidencian los intereses de la diplomacia de EE UU y el servilismo de numerosos Gobiernos, como el de Zapatero. Además, deja espacio para el cuestionamiento de unas prácticas periodísticas dóciles que han ejercido los grandes medios en los últimos años. Incluso han preferido centrar la atención en el mensajero (Assange), en vez de en el mensaje, y después aprovechar la ocasión para reivindicar su labor, ya que sin analizar esos documentos se quedarían en nada.
GOTEO. Poco a poco se van conociendo los entresijos de la propia Wikileaks. Foto: Olmo González.
La historia de Wikileaks es corta (sólo cuatro años) y está muy ligada a la de su fundador y director, Julian Assange. Pero este proyecto se alimenta de los esfuerzos de muy diversos activistas y movimientos sociales y se remonta mucho más en el tiempo. No en vano, Wikileaks encarna «en esencia, la historia del periodismo: sacar a la luz la información que las organizaciones tratan de ocultar», en palabras del propio Assange.
Wikileaks nace en el año 2006 como una plataforma para difundir documentos secretos y garantizar la privacidad de las fuentes. «(Los soplones) confían en nosotros porque somos los únicos que podemos salvaguardar su anonimato. Tenemos una infraestructura muy sofisticada para hacerlo», explicaba hace unos meses un miembro de la organización. En esta labor han tenido un papel fundamental los activistas informáticos por el software libre que han desarrollado tecnologías que borran cualquier rastro en las comunicaciones que permita identificar o localizar al remitente (como OpenSSL).
También los defensores de la cultura libre que dieron cobijo a Wikileaks. El portal se aloja en el servidor sueco que sostuvo a The Pirate Bay. El amplio movimiento generado en torno a esa página para buscar discos o películas en comunidades de intercambio de archivos derivó en la formación del Partido Pirata sueco.
Y más estrechamente relacionados con el objetivo material de Wikileaks, los documentos confidenciales, están los grupos de hackers. Assange fue uno de ellos en los albores de internet y llegó a ser condenado por un tribunal australiano por haber accedido a los sistemas de grandes corporaciones de ese país cuando apenas tenía 20 años.
Varios de estos expertos han formado parte del reducidísimo núcleo de Wikileaks y su financiación en Europa se ha realizado a través de la fundación Wau Holland, creada para perpetuar la labor del cofundador del Computer Chaos Club, un histórico colectivo alemán de hackers.
Obra de estos ‘piratas’ han sido algunas de las publicaciones de Wikileaks, como los correos electrónicos de la ultraconservadora Sarah Palin cuando era candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos.
Otras fuentes de información
Pero la mayoría de los documentos provienen de otro tipo de fuentes: los disidentes. Entre ellos el soldado Bradley Manning, acusado de filtrar los papeles de la guerra de Afganistán o los 250.000 informes de las embajadas estadounidenses, casos que le pueden costar una larguísima condena.
Al margen de este «héroe», Wikileaks cuenta con otras figuras comprometidas para su Consejo Asesor, que forman el propio Assange, tres activistas chinos, uno tibetano, un histórico pacifista, un experto en seguridad informática, un prestigioso periodista y realizador australiano y un teólogo de la liberación.
Finalmente, el proyecto se sustenta y fomenta radicalmente el derecho a la información. En este sentido, Wikileaks ha contado puntualmente con el apoyo de organizaciones de derechos humanos y de la libertad de prensa, como Amnistía Internacional o la controvertida Reporteros sin Fronteras. Y también de grandes empresas de la comunicación, como Los Angeles Times o la agencia Associated Press, que se cuentan entre sus financiadores en Estados Unidos.
Es en este terreno donde la filosofía de Wikileaks es más errática. Por un lado ha puesto en evidencia la labor de estos medios, que han publicado en toda su historia menos secretos que esta web en pocos meses, y ha denunciado que no se comprometían con los soplones («Toda fuente quiere que su material tenga el mayor impacto posible. Y eso no se consigue enviando el documento a un periodista para que lo convierta en una exclusiva y lo meta en un cajón»).
Pero por otra parte, ha llegado a plantearse la subasta de exclusivas (concretamente lo planteó sin éxito para vender emails de Hugo Chávez) y se ha aliado con grandes periódicos en algunas filtraciones, desde las primeras relativas a Kenia hasta la última del Cablegate.
Con todo, Wikileaks ha ganado muchísima popularidad y solidaridad, pero se enfrenta a grandes peligros, desde los ataques de los Gobiernos hasta la división interna. Uno de los cinco únicos miembros que trabajaban a tiempo completo se ha marchado para poner en marcha otro proyecto similar.
Mientras, Assange, que dice contar con unos 1.000 voluntarios de confianza, ya ha anunciado nuevas revelaciones sobre dos grandes bancos. De momento, aunque con problemas técnicos por el bloqueo de las empresas que han cedido a las presiones de Washington, se pueden consultar los jugosos archivos de www.wikileaks.org.
EEUU Y EL GOBIERNO ZP
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http://www.diagonalperiodico.net/Wikileaks-mucho-ma-s-que-Julian.html