El viernes 10 de diciembre variados sectores del oficialismo convocan a una marcha a Plaza de Mayo, para conmemorar el aniversario del fin de la dictadura. El mandato explícito es “reventar la plaza”. Al día siguiente están llamadas otras manifestaciones de signo bien distinto. A iniciativa del Frente de Izquierda y los Trabajadores Unidad (FIT-U) y con participación de múltiples organizaciones se movilizará en todo el país contra el acuerdo con el FMI y las políticas de ajuste.
El columnista de La Nación Carlos Pagni tituló su artículo del 9/12: “Alberto y la vicepresidenta se tiran con plazas”. El encabezado alude a la tesis que sostiene el afamado periodista en el interior de su nota. La “plaza del 10 de diciembre” constituiría la respuesta de los sectores más “cristinistas” del oficialismo a la del 17 de noviembre en el mismo sitio.
Esta última habría sido sobre todo de apoyo al gobierno, en su “festejo” de la “derrota-victoria” en los comicios del domingo anterior a esa convocatoria. La contraposición tiene uno de sus ejes en la actitud casi opuesta entre una y otra por parte de la agrupación “kirchnerista” La Cámpora. A la concentración del mes pasado los “camporistas” llegaron tarde previa realización de un acto por su cuenta. Esa ostensible falta de compromiso ha sido reemplazada esta vez por la exhortación a “reventar la plaza en serio” de parte de Máximo Kirchner, el principal dirigente de la organización mencionada.
Además, el estímulo a hacerlo esta vez “en serio” sería una confesión de la carencia de entusiasmo, en su momento, a la hora de manifestar respaldo al presidente de la nación.
Como contraparte, los sectores del Frente de Todos que aparecen más afines al gobierno (y que le pusieron empeño a la manifestación por el “día de la militancia”) como sindicatos, organizaciones sociales e intendentes del conurbano reducirían su contribución a la convocatoria del viernes. Sostiene Pagni que si bien convocan en público a concurrir, sotto voce planean abstenerse de mover con bríos al conjunto de su militancia.
¿Existe una plaza diferente? La respuesta es sí.
Más allá de los análisis y especulaciones en torno a la real o supuesta antinomia entre la marcha del viernes y la del mes pasado hay otra comparación que, nos parece, vale más la pena desarrollar.
Antes de ello cabe señalar que la concurrencia a una manifestación en sustento, incondicional o con reparos, al gobierno nacional, equivale a dar respaldo a la política de pago de la deuda y ajuste a la que las autoridades nacionales dan impulso por estas horas.
Sólo cabe un matiz para aquellas agrupaciones que, sin abandonar el Frente de Todos, vienen sin embargo pronunciándose en contra del FMI y en rechazo al pago de la deuda. Resta ver si esas manifestaciones críticas tendrán un lugar el viernes 10.
Con la comparación a la que aludíamos nos referimos a la movilización convocada para el sábado 11 de diciembre después de las 15 horas, en contra del pago de la deuda y las políticas de ajuste.
Afiche oficial de convocatoria a la manifestación del sábado 11 de diciembre
Esta segunda convocatoria coincide en el tiempo con las aceleradas gestiones para llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se encuentran actualmente en curso.
Regresa el sábado de Washington una delegación “técnica” del gobierno argentino, que habría obtenido “avances” sustantivos en las tratativas. Hay que tener en consideración que el carácter “técnico” no equivale a irrelevancia.
Al contrario, los enviados, del ministerio de Economía y el Banco Central, son quienes están en el seguimiento día a día de las cuestiones vinculadas a la deuda externa. En algún caso, como el del secretario de Finanzas Raúl Rigo, atesora una muy vasta experiencia en negociaciones con diverso tipo de acreedores. Ocupó el mismo cargo que en la actualidad en diferentes períodos. Éso hace suponer que son las personas indicadas a la hora de la negociación de los entresijos del acuerdo, esas “precisiones” que suelen responder al viejo dicho “el diablo está en los detalles”.
Haber conformado una comitiva con esas características hace pensar en un denodado empeño por alcanzar una “solución urgente” con el FMI. No es un propósito antojadizo. Se acercan los tiempos de muy gravosos vencimientos con el organismo financiero internacional. Por eso el propósito de cerrar trato a más tardar en marzo del año que viene. Si es posible, antes, con la mira puesta en “patear para adelante” esos vencimientos.
La propia Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo, se encargó de morigerar las expectativas del gobierno argentino. Habló en estos días de que “hay mucho por hacer” antes de cerrar trato. El elenco gubernamental no quiere darse por enterado y despliega esfuerzos en dirección al pacto hasta el límite de la sobreactuación.
Incluso sale del campo de la política económica para proyectar esos anhelos al plano de las relaciones exteriores: Así la participación de Alberto Fernández en una reunión “por la democracia” convocada por el presidente estadounidense.
El mandatario argentino concurrirá haciendo caso omiso de la exclusión de Rusia y Cuba, la marginación de China y la correlativa invitación a Taiwán. Y la “representación” de Venezuela por parte del “presidente encargado” Juan Guaidó. Sobran los comentarios.
El ministro de Economía Martín Guzmán se apresta a concurrir al Congreso Nacional a defender el presupuesto 2022 y sería cuestión de días para que se presente el “plan plurianual”. El mismo que alinearía las previsiones financieras del estado argentino con los prerrequisitos que el FMI impone para el arribo “a buen puerto” de las interminables tratativas.
Todxs contra el pago de la deuda.
La convocatoria para el sábado sale al cruce de todos estos aprestos del oficialismo.
El llamado es claro: Contra el acuerdo con el FMI y las políticas de ajuste. De allí se parte a la denuncia de la activa complicidad de oficialismo y oposición en el común propósito de pagar la deuda ilegítima y odiosa y someter al país a los dictados del Fondo. El que lleva aparejado el sometimiento a una permanente auditoría sobre las variables principales de la economía argentina. Y a la previsible adopción de medidas de agresión frontal contra las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de la población argentina.
Una devaluación; drásticos aumentos de las tarifas de servicios y otros precios “regulados”; una reducción del déficit fiscal que tendrá como camino principal la reducción de gastos públicos esenciales, incluidos salarios estatales, jubilaciones y prestaciones sociales, etc.
Eso sin contar la sombría perspectiva de “reformas estratégicas” como la laboral y previsional, que son parte del recetario de largo alcance del principal acreedor de nuestro país.
La voluntad de oponerse, desde las calles y con respuesta masiva, a la funesta política de subordinación y pago que se halla en camino tiene un punto muy destacable: Lo amplio y diverso de las organizaciones que convocan a esta manifestación. Que tendrá lugar en varias partes del país y se espera reúna a decenas de miles de personas.
El impulso inicial partió del FIT-U, que apuntaló un lanzamiento público el mes pasado en Parque Lezama. Allí ya se puso de manifiesto la vasta repercusión de la iniciativa, al acudir múltiples representaciones políticas, sociales y sindicales a exponer su apoyo a la marcha. Ese poder de convocatoria no hizo más que afianzarse con el correr de los días. Ocupa un lugar destacado, por el número y variedad de las agrupaciones y figuras allí involucradas, el respaldo de la Autoconvocatoria por la suspensión del pago e investigación de la deuda.
El carácter unitario y amplio de la reunión ha quedado aún más claro con la suscripción de un documento conjunto, al que se incorporaron variadas sugerencias. De manera de dar un reflejo acabado del extenso campo de coincidencias al que pueden arribar el conjunto de los adherentes.
La lectura pública del texto en Plaza de Mayo, con sus diferentes pasajes a cargo de exponentes de diferentes entidades, termina de dar forma a una movilización que puede ser histórica.
El inicio de un camino imprescindible.
Por cierto que el acto del sábado es apenas un punto de partida. El gobierno, la oposición de derecha, el gran capital en sus múltiples expresiones y los grandes medios de comunicación que les responden, están coaligados para dar sustento al “mejor acuerdo posible” con el FMI.
Es sabido que lo “mejor” para ellos es casi siempre “lo peor” para las clases populares. Las “facilidades extendidas” que dan nombre al trato que se busca se traducen en “dificultades crecientes” miradas desde el otro ángulo de la estructura de clases.
Al enfrentarlo, se trata de cerrar un sendero funesto de abrogación de derechos y de niveles de pérdida de ingresos, empobrecimiento, precarización y desempleo peor aún que el que ya se recorre.
Si el pacto con el Fondo pasa y detrás suyo unas políticas de ajuste aún más brutales que las que hoy transcurren, la perspectiva popular es muy sombría.
Se trata de poner los mayores esfuerzos en el rechazo al acuerdo. Y salir a demostrar no sólo en el discurso sino en la lucha cotidiana y masiva que el no pago de la deuda no es una “utopía” y menos aún una “locura”. Hay que rescatar la memoria de la etapa vivida hace ya dos décadas.
Cuando bajo el espantajo de las “consecuencias terribles” de romper con el Fondo y la “imposibilidad” de no pagar la deuda se llegó a cifras de pobreza superiores al 50% y de desempleo muy superiores al 20%. Y a un acentuado deterioro de los ingresos de todxs los que habían logrado conservar su trabajo.
A lo que se sumó, sobre el final, la confiscación de lxs ahorros de millones de argentinxs que aún tenían margen para tener algún dinero en el banco.
Aunque pueda parecer exagerado, la perspectiva actual es susceptible de volverse aún más destructiva, de cara a lxs intereses populares. Los representantes del capital están lanzados a una ofensiva despiadada y sin fin contra el trabajo.
Poder detenerla y luego revertirla constituye un objetivo indispensable. Poder pasar del repudio de la deuda y del sometimiento a los organismos internacionales a propiciar la nacionalización de la banca y del comercio exterior, una finalidad a colocar en el orden del día.
Es una necesidad que la Plaza de Mayo y decenas de plazas de todo el país “revienten” de cuerpos y voces que busquen dar un parate al festín de lxs explotadorxs y de las elites políticas que, con mayor o menor presteza les sirven.
Argentina requiere de una alternativa política popular. Y de un enaltecimiento del ímpetu rebelde que pudo torcer el rumbo, del que en estos días se cumplen veinte años. La pasividad o la resignación serían la garantía de un porvenir cada vez más “invivible”. Se trata de defender nuestras vidas, nuestras familias, y la verdadera libertad, no la “de mercado”. La auténtica democracia, no la del “es lo que hay”. El lugar para eso está en las calles, el camino hacia allí, en la lucha.
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