1- El primer año de gobierno de Macri muestra con claridad la ofensiva del capitalismo explotador, destructor de los bienes naturales, promotor del patriarcado asesino, agente del imperialismo y profundamente antidemocrático. En sintonía con el proceso regional, en nuestro país se abrió una etapa que nos coloca a las organizaciones populares ante nuevos desafíos, poniendo […]
1- El primer año de gobierno de Macri muestra con claridad la ofensiva del capitalismo explotador, destructor de los bienes naturales, promotor del patriarcado asesino, agente del imperialismo y profundamente antidemocrático. En sintonía con el proceso regional, en nuestro país se abrió una etapa que nos coloca a las organizaciones populares ante nuevos desafíos, poniendo a prueba nuestra capacidad de lucha, de organización, de articulación, de construcción colectiva, de generación propuestas alternativas a las del sistema. En suma, nos impela a la construcción de un poder popular capaz de dar pelea en todos los terrenos: político, económico, sindical, social y cultural como así también en el terreno electoral. Creemos necesario no dejarles el campo libre a los enemigos del pueblo que utilizan las elecciones para confundirnos con sus mentiras, invisibilizar nuestras luchas y aparecer como supuestos garantes de un futuro luminoso que nunca llega.
2-Quienes somos parte del pueblo trabajador sufrimos la destrucción del salario, del empleo, de la salud, de la vivienda, de la educación, de todo lo que hace a una vida digna, mientras que por otro lado los mismos de siempre se enriquecen ilimitadamente, concentrando capitales y poder.
Somos nosotrxs también los que padecemos y perdemos nuestras vidas por la inseguridad que nos imponen las malas condiciones de trabajo, la explotación y trata, el narcotráfico, la violencia de un sistema que margina y excluye a millones con la complicidad y el protagonismo del poder político y económico, los jueces y policías rentados por esta red de impunes.
El agronegocio, el frackink, la megaminería a cielo abierto, la especulación inmobiliaria y financiera son los dioses de un sistema que adora la ganancia empresaria a costa del sufrimiento popular y la destrucción ambiental.
Para sostener todo esto, promueven el consumismo y el individualismo como valor humano supremo con el consecuente desarrollo de una sociedad inhumana carente de todo proyecto colectivo.
3- Del seno del pueblo, sin ser nota de tapa ni tema del día, siguen sumándose múltiples resistencias y formas de organización que enfrentan este estado de cosas, que aportan solidaridades, propuestas y alternativas, que pelean por la dignidad y el bien común del pueblo, que prefiguran otra sociedad posible.
Los de arriba se apoyan en la debilidad y fragmentación popular que ellos mismos fomentan. Desde el macrismo, el PJ en sus diversas fracciones, la Iglesia y la burocracia sindical elaboran planes, debaten estrategias, se unen para dividirnos y derrotarnos.
Nuestra tarea, hoy más que nunca, es avanzar en unidad y articulaciones que den paso a una nueva y vital izquierda, un amplio movimiento anticapitalista, antipatriarcal, ecologista, radicalmente democrático, al servicio de las lucha populares, que no compre la ilusión de que es posible «humanizar» el capital sino que avance en trascenderlo, que pueda unir las múltiples voces, propuestas y resistencias en un solo puño. Que no se coloque por encima para hablar en nombre del pueblo y reclamar su apoyo, sino aspire a constituirse en canal para que el pueblo recupere su voz, sus múltiples voces expropiadas por el capital. Que no pretenda tampoco atajos -que suelen terminar en callejones sin salida- de creer que se puede construir lo nuevo con los escombros de lo viejo.
4- La «resistencia con aguante» y el «volveremos», pierden día a día consistencia como alternativa válida para el pueblo. Por la catarata de denuncias sobre gran parte de quienes dirigieron los destinos del país durante la década pasada; porque resulta imposible depurar el kirchnerismo de impresentables como el racista Pichetto; porque el kirchnerismo es inseparable del PJ, aparato que viene resultando el principal sostén del poder del capital en la Argentina.
Pero, y quizás esta sea la razón principal, porque el kirchnerismo lejos está de impulsar la resistencia al marcrismo. Por el contrario se fracciona entre quienes apoyan todas y cada una de las leyes y medidas antipopulares impulsadas por el actual gobierno, quienes vienen negociando con Massa la unidad del PJ y quienes promueven la construcción de «nuevas mayorías» o «frentes ciudadanos», (denominaciones que aluden al rejunte de todo lo viejo que ya conocemos), que condujeron al pueblo a profundas derrotas y desilusiones. En todos estos proyectos aspiran a integrar al «movimiento obrero», pero no se refieren al trabajadxr de a pie, sino a la burocracia sindical, enemiga histórica de lxs trabajadorxs, y hoy sostén principal de Macri.
Paralelamente a esta podredumbre y decadencia, por abajo, miles de jóvenes que apoyaron el gobierno anterior no se creyeron el cuento de que «militancia» era ocupar un despacho estatal u oficiar de espectadores y aplaudidores de las decisiones verticales. Y estuvieron y están convencidos de la necesidad de la transformación social. Una nueva alternativa de izquierda debe tener la capacidad de contener y debatir fraternalmente con estos compañeros de lucha.
5- Una mirada sobre el conjunto de la llamada «clase política» refuerza nuestra convicción en la tarea pendiente de «que se vayan todos». Esta vez ya no como expresión de deseos ni idealismo mágico, sino como guía para un paciente y serio rumbo de lucha, organización, articulación y construcción de alternativas de ruptura con el capital, para cambiar «de base» el país y la sociedad. Rechazamos también por tanto el falso apoliticismo que se promueve desde el gobierno aprovechándose del hastío popular hacia los «políticos» profesionales y millonarios. La política dejará de ser algo miserable cuando sea el pueblo trabajador, con sus propias organizaciones e instituciones, quien tenga el poder de decidir democráticamente sobre los destinos colectivos de la sociedad en todos los terrenos.
6- Las compañeras y compañeros del FPDS-CN somos apenas una parte de los que venimos peleando por una transformación de fondo. Venimos caminando codo a codo y con prácticas comunes con agrupaciones, colectivos, organizaciones como el FPDS, el MULCS, la Juana Azurduy, Democracia Socialista, Surcos, El Avispero, COB la Brecha, MP La Dignidad y M. Tupak Katari, Juventud Guevarista, IR, AyL, compañeras y compañeros de Rompiendo Cadenas, de la Corriente Enriqueta Lucero, agrupaciones sindicales y estudiantiles, de la Red Nacional de Medios Alternativos, de colectivas feministas, de las Campañas contra las violencias o por el derecho al aborto, de las asambleas contra el saqueo y la contaminación, de pueblos originarios, espacios culturales o intelectuales críticos.
Consideramos indispensable avanzar en la articulación política para poner de pie una nueva izquierda; una izquierda que no se adapte a lo existente en nombre de un «posibilismo» restringido a los límites impuestos por el capital, que no se disponga a revelar ninguna verdad preexistente al pueblo sino a construir junto a éste un nuevo mundo, que no construya límites inexpugnables sino identidades abiertas, que pueda nutrirse y crecer en el diálogo con nuestro pueblo y sus diversas tradiciones.
7- ¿Por qué parar una nueva izquierda si ya existe el FIT? El surgimiento del FIT alentó la doble esperanza de constituir un primer y valioso paso hacia la unidad de las izquierdas, así como la posibilidad de que se constituya como canal de organización y participación para miles de trabajadoxs y jóvenes que, desde las bases, se organizaban y peleaban. Asimismo, frente a un gobierno «progresista» que decía recoger banderas de las izquierdas -aunque lo haya hecho para recomponer el sistema del capital en crisis-, así fuera testimonialmente, la existencia del FIT demostraba que era falso que a la izquierda del gobierno existiera «solo la pared» y que no hubiera otra sociedad posible que la del capitalismo.
Sin embargo, a contramano de las esperanzas que alentó, el FIT se cerró sobre si mismo y no solo no fue el puntapié inicial de una unidad más amplia ni canal de organización, sino llevó sus diferencias y peleas intestinas al terreno de la lucha y la organización popular.
Estamos convencidos que una amplia unidad de las izquierdas debe contar entre sus filas a lxs valiosxs compañerxs que forman parte del FIT. Pero no podrán dar el puntapié inicial para tal tarea. Nos toca a las organizaciones del amplio espacio de la izquierda independiente asumir el desafío y compromiso de sentar firmemente las bases de una nueva izquierda que, sin sectarismo alguno, se dirija hacia el conjunto del pueblo trabajador y sus organizaciones de lucha y transformación -entre las que se encuentran sin dudas las tres organizaciones que componen el FIT- para continuar con esas tareas que el FIT no pudo asumir ni continuar.
8- El 2017 será otro año de las luchas en las calles contra el ajuste y contra las penurias que impone el capitalismo al pueblo trabajador. Pero además habrá elecciones. En ellas el gobierno pretenderá legitimar su proyecto antipopular, mientras que la oposición sistémica – el PJ en sus diversas variantes- intentará mostrarse una vez más como la única oposición con posibilidades de «derrotar» a la derecha. En este contexto, el progresismo -proveniente del kirchnerismo o de algunas izquierdas- levantará las banderas de la «unidad», no para referirse a la imprescindible unidad del pueblo en la lucha, sino para justificar acuerdos electorales por arriba que nada aportan a esta unidad.
9- La nueva izquierda, de la que somos parte, ha comenzado a dar – aún en forma muy incipiente- batalla en el terreno electoral. Creemos necesario fortalecer esa intervención, no como fin en sí mismo sino al servicio de la construcción del poder popular, la visibilización de las creaciones colectivas y luchas de nuestro pueblo, la denuncia del carácter reaccionario de las instituciones del sistema como el Parlamento, la interpelación del conjunto de los sectores oprimidos para acumular fuerzas. También en este terreno, para la lucha contra el sistema capitalista, dependiente y patriarcal que soportamos, denunciando la alienación, penurias y destrucción de la humanidad a la que su continuidad nos lleva. Creemos que no dar batalla en este terreno, aunque resulte incómodo y ajeno, puede hacernos perder fuerzas acumuladas en la lucha.
Es por todo esto que hemos decidido integrarnos a «Pueblo en Marcha» en la ciudad de Buenos Aires y en provincia de Buenos Aires porque -junto con el camino de lucha recorrido juntos- creemos, tal como lo manifiestan lxs compañerxs, que es necesario pongamos «un pie en las instituciones y miles en las calles». Asimismo, somos parte de «La Dignidad del Pueblo», herramienta electoral en la provincia de Jujuy y apoyamos la iniciativa de construir «Pueblo en Lucha» en Bahía Blanca. Hay otras iniciativas con diferente grado de construcción como la «Unión del Pueblo» en La Plata, y Autodeterminación y Libertad en CABA.
Apostamos firmemente al fortalecimiento y la articulación de todas estas herramientas electorales hacia una intervención en sintonía en todo el país. Asimismo a utilizar esta intervención para dar pasos hacia un amplio movimiento anticapitalista, antipatriarcal, antimperialista, ecologista y radicalmente democrático hacia un socialismo del siglo XXI que pueda constituirse en herramienta y canal para la emancipación nacional y social.
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