Carta dada a conocer antes de la resolución desfavorable de la Suprema Corte 1. La disyuntiva. 2. Nuestros derechos están «salvaguardados«. 3. La Huelga de Hambre. 4. Avanza la privatización. 5. Los presos políticos. 6. ¿Dónde estamos ahora? Señores ministros, me dirijo a ustedes para exponer lo siguiente: 3 años, 3 meses, y […]
Carta dada a conocer antes de la resolución desfavorable de la Suprema Corte
1. La disyuntiva.
2. Nuestros derechos están «salvaguardados«.
3. La Huelga de Hambre.
4. Avanza la privatización.
5. Los presos políticos.
6. ¿Dónde estamos ahora?
Señores ministros, me dirijo a ustedes para exponer lo siguiente:
3 años, 3 meses, y contando días que se acumulan, es el tiempo que ha durado el asedio en contra de nosotros, los electricistas del SME y nuestras familias.
Nuestra lucha ha sido ruda. Por asalto militar fueron tomados nuestros centros de trabajo y desde aquella madrugada del 11 de octubre del 2009 no hemos tenido el derecho al trabajo, y sí, en cambio, hemos vivido sin garantías y en permanente peligro. Durante todo este tiempo hemos soportado la injuria, los golpes y hasta encarcelamientos injustificados. Atacados furiosamente por prensa, radio y televisión, hemos tenido que soportar persecuciones, humillaciones e infamias. Todo con el fin de doblegarnos, aplastarnos, triturarnos para reducirnos al silencio absoluto.
Ahora estamos en un momento histórico.
La gigantesca marcha del 15 de octubre de 2009, dio el impulso a esta batalla, que aún no termina.
Desde hace 3 años y 3 meses que nuestra causa vive encadenada, por culpa de un gobierno servil y sumiso a los caprichos de los grandes patrones, tanto nacionales como extranjeros.
1. La disyuntiva
En este 2013 hay un nuevo equipo que gobierna, es verdad, pero se mantienen en el poder las mismas ideas que nos han afectado como clase obrera. De modo que ustedes no tienen más opción que la siguiente: o ponen remedio a la injusticia o deciden continuar con el conflicto, conscientes de que no habrá rendición de nuestra parte. Me explicaré.
El 11 de octubre de 2009, Felipe Calderón Hinojosa, ebrio de odio a la clase obrera y a todos sus derechos conquistados, emitió el decreto de extinción de la empresa Luz y Fuerza del Centro. Los argumentos para justificar tal desatino fueron, por lo menos tres: «para que bajen las tarifas eléctricas, para que se mejore el servicio de electricidad y para ahorrarnos millones de pesos y con todo ello fortalecer la economía de la nación». Con vehemencia, Felipe Calderón declaraba en televisión que «bajo ningún motivo se permitirá la privatización del sector eléctrico». Pero los verdaderos motivos inconfesables eran, justamente, el continuar con la privatización de la industria eléctrica; la destrucción de nuestra organización sindical y el aniquilamiento de nuestro Contrato Colectivo de Trabajo.
Después de tanto tiempo, cualquiera puede darse cuenta de ello.
De lo expuesto en la motivación, no existe nada que justifique el decreto. 3 años y 3 meses después ¿quién puede pensar que el decreto de extinción de Luz y Fuerza fue para bajar las tarifas eléctricas y mejorar el servicio? ¡No han bajado un sólo centavo! Todas las tarifas se han elevado notoriamente; no ha mejorado un ápice el servicio, incluso ha empeorado; y para rematar, avanza impunemente la intromisión del capital extranjero en la riqueza eléctrica, que es por ley propiedad exclusiva de la nación. No se han ahorrado un sólo peso, ¡el caldo salió más caro que las albóndigas! pues se han gastado más contratando a los usurpadores particulares que nos desplazaron, que el costo laboral que representaba nuestra fuerza de trabajo.
Y sin embargo, y a pesar que advertimos sobre todo ello, la misma Suprema Corte de Justicia de la Nación dio por válido el decreto de extinción. ¿Cómo avaló la Suprema Corte el fundamento y motivación de la causa legal de tan ilegal procedimiento? ¿Dónde encontraron los ministros que así se fortalecería la economía de la nación? Yo les pregunto a todos ustedes, y es bueno que también el pueblo responda, ¿dónde están los millones de pesos que se ahorrarían? ¿Ya pagan menos por el servicio de luz? ¿Mejoró?
¿Tres años y 3 meses después volverían a avalar la pantomima de Calderón? ¿En verdad creen que sólo quería «mejorar la economía de la nación»?
Señores ministros: también el tiempo juzga, él es un tribunal honrado, es insobornable y su fallo es inevitable.
Pero en fin, a pesar de que con el tiempo quedan al descubierto las mentiras de Calderón, el decreto de extinción se queda, dijeron ustedes, los de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
2. Nuestros derechos están «salvaguardados»
Pero hay algo más, el ministro entonces ponente y actual presidente de la Corte, Juan N. Silva Meza, señaló que, como el decreto no tenía por finalidad el despedirnos, ni agredir nuestros derechos contraídos en el Contrato Colectivo de Trabajo, ni buscaba golpear nuestra condición como trabajadores, entonces nuestros derechos estaban «salvaguardados».
¡Excelente! salvo por un «pequeño» detalle: había que hacerlos valer en las instancias correspondientes; o sea, exigirle el respeto de nuestros derechos al mismo gobierno liquidador de nuestra empresa.
Entonces quedamos, señores ministros, en que ustedes revisaron minuciosamente el documento, hurgaron y desmenuzaron por todos lados el decreto liquidador y concluyeron que no tenía el objetivo de agredirnos como trabajadores, que no nos preocupáramos, ya que estaban a salvo nuestros derechos laborales.
Muy bien, así que estudiaron un papel ¿pero ya estudiaron los hechos? Con que nuestros derechos estaban «salvaguardados» ¿no? ¡Caray! ¡Ilesos en papel, crucificados en los hechos!
¡Pero señores ministros! todo este tiempo nos la hemos pasado luchando por sobrevivir al enorme daño que causó entre todos nosotros el decreto liquidador. ¿Cómo que no se proponían agredirnos?
Una gran catástrofe social se nos vino encima. Estos son los hechos:
Para empezar nos mutilaron como sindicato, sufriendo la dolorosa amputación de 28 mil de nuestros miembros que fueron liquidados. La desesperación se apoderó de todos ellos, de un día para otro nos arrojaron a la calle sin mediar ningún proceso. Decreto, soldados en nuestros centros de trabajo, un feroz linchamiento mediático, sin ingresos, ahorcados de deudas, pagos escolares, hipotecas, letras, perseguidos por la televisión que nos tachó de «privilegiados». El Presidente agrediendo, el Secretario del Trabajo vociferando, el Parlamento omiso, el Estado en su conjunto se nos vino encima. Con la desesperación de un naufrago que se hunde y se aferra a la tabla de salvación, miles de electricistas optaron por la liquidación.
Estando heridos de gravedad (y eso que no se proponían agredirnos) los 16,599 que resistimos, vimos que contratistas convenencieros actuaron de inmediato, que empresas con electricistas hechos al vapor se relamieron los labios, que los políticos acomodaticios aplaudieron la vileza, que los locutores zalameros cacareaban nuestra muerte, y vimos que todos ellos, al amparo del Estado, se buscaron, se encontraron y se unieron en nuestra contra. Los enemigos aumentaron. ¿Qué quería la unión de tanta miseria en nuestra contra? ¿Qué aspiración tenía esa repugnante unidad de alacranes y víboras con férreos lazos de complicidades, lealtades y subordinaciones manifiestas? ¡Que nos liquidáramos! Y se llevaron a 28 mil de los nuestros. En papel, el decreto no se proponía hacernos daño según ustedes, pero al desplegar una guerra sicológica en pro de la liquidación y al provocar que sucumbieran 28 mil electricistas, nos hicieron un daño irreversible e irreparable: la desintegración de nuestros hogares.
¿Por qué hubo una intensísima y costosísima campaña para que nos liquidáramos en prensa, radio y televisión y no la hubo en cambio cuando la Suprema acordó que todos nuestros derechos estaban » salvaguardados » ? ¿Por qué no estuvieron dale que dale en todos los medios masivos de información con la cantaleta de que no nos liquidáramos porque nuestros derechos estaban » salvaguardados » por órdenes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación? ¿Por qué no hubo un mensaje en cadena nacional donde la Suprema diera a conocer su sentencia? ¿Por qué en un caso sí despliegan a todos sus merolicos y en el otro enmudecen?
Señores ministros: el propósito del decreto sí era liquidarnos, hacernos daño y tan tremenda campaña ideológica cumplía con el propósito de decretar en la tele que era imposible la victoria.
Permítanme continuar con mi exposición.
El daño estaba hecho. La aflicción generalizada se tradujo en separaciones y divorcios. En una misma familia, uno se liquida y el otro no, hermanos eran y después de esto, jamás volverán a serlo. En otra familia, el hijo se liquida y se va como contratista a la CFE, mientras el padre resiste y resiste en las filas del SME. Lo que era indivisible, el gobierno lo dividió. Nunca más padre e hijo volverán a estar unidos. Ejemplos de esto tenemos por doquier. Familias rotas son los primeros daños del «inofensivo» decreto liquidador de Luz y Fuerza.
Muchos de nuestros hijos dejaron de estudiar porque a su vez, los padres dejaron de tener recursos para sostener sus estudios; ¿liquidarnos? ¡Imposible! ¿Buscar otro empleo? ¡Por favor! Con la campaña mediática y discriminatoria que tuvimos que enfrentar, era prácticamente imposible que alguien se animará a contratar a esos «delincuentes y vándalos» del SME. La ausencia de horizontes de movilidad social inundó todos nuestros hogares. La inseguridad de ganar el pan de mañana, la desesperación de ver crecer a los hijos sin instrucción y sin porvenir, 3 años 3 meses y contando, días y días que se acumulan; días de resistencia a la liquidación, a la derrota y a la vergüenza.
Sería muy bueno, señores ministros, que platicaran con varios trabajadores electricistas, que escucharan de viva voz lo que les pasó después del decreto. Una vez que los oigan, intenten explicarles que el tal decreto no tenía por intención agredir a los trabajadores.
Desesperado un hijo del SME resiste, quiere que le devuelvan su trabajo. Sale a buscar empleo, y en todas partes se lo niegan por «ser un miembro del SME»; o bien, lo contratan sí y sólo sí muestra el recibo de cobro de su liquidación, que sería un oficio de renuncia a sus ideales sindicalistas, a su sangre electricista.
Él se niega. ¿Por qué cuando se reclama justicia se discrimina al reclamante? ¿Por qué nos tratan como si estuviéramos apestados? ¿Quién nos ha boletinado? Señores ministros, esa es la guerra sicológica de exterminio.
La naturaleza aconseja que sean los hijos los que deban sepultar a sus padres, y no al revés. Pero al clarear el día, los efectos del decreto liquidador contradicen esta ley. Este trabajador en resistencia, que buscaba empleo, ya no despierta. Un relámpago de cólera lo llevó al suicidio. Está muerto. El padre encuentra el cuerpo de su hijo balanceándose del techo de su cuarto y lo descuelga ya sin vida. Tras sepultarlo, el padre declara que continuará en la lucha.
Señores ministros: ¿por qué no le explican a este padre que el decreto no tenía la intención de dañar a su hijo y que ambos tenían y tienen sus derechos «salvaguardados»?
En el papel , el decreto no pretendía hacernos daño, era indoloro, dicen ustedes; pero ¿qué tienen que decir ahora con sus resultados? Y tenemos aun muchos ejemplos.
3. La huelga de hambre
Ustedes, señores ministros, supieron de esto, pues casi frente a su sede hicimos la huelga de hambre que dio inicio el 25 de abril y terminó el 22 de julio del 2010. Entonces, durante 90 días, hicimos del hambre impuesta un instrumento de lucha y un arma de protesta. Verán ustedes:
Se acordó en una asamblea. Fueron más de medio millar los voluntarios que se habían hecho los exámenes médicos para entrar en ella. Eran muchos los valientes dispuestos a arriesgar su vida, justamente para recuperar la vida que el decreto les arrebató; pero eran pocos los recursos para sostener en huelga de hambre a más de 500 electricistas voluntarios. Y subrayo: vo-lun-ta-rios, porque era la integridad física lo que se jugaba en ella.
Y así fue. Como si se tratara de una presa inofensiva, que era devorada a razón de 400 gramos por día, cada electricista permanecía firme sin ingesta alimenticia, a excepción de agua y miel. Cerca de 100 hombres y mujeres al paso de los días, fueron gradualmente palideciendo en sus rostros, sintiendo calambres en manos, piernas y brazos. Los médicos iban reportando niveles cada vez más bajos de potasio y glucosa, e iban registrando permanente somnolencia y cansancio en todos ellos. Entre punzadas en los riñones, náuseas y mareos, la vida se les iba escapando lentamente ahí, en el zócalo de la Ciudad de México. La salud de todos iba disminuyendo.
La huelga de hambre estaba instalada bajo una enorme carpa rodeada de pueblo que nos apoyaba. Una bandera con el escudo del SME ondeaba en lo alto de la carpa, y al pie de la bandera estaba inscrita esta leyenda: «por el derecho y la justicia del trabajador». Estoy seguro que desde el edificio de la Suprema Corte, mirando a través de la ventana, se podía apreciar nuestra bandera.
Todos los días de la huelga se hacia una marcha, ¡90 marchas en total! Bajo un ardiente sol, con tempestad y lluvia, con veloces ráfagas de viento que se llevaban nuestras tiendas de campaña, granizando en serio, heladas nocturnas que entumecían hasta los huesos, inundándose el campamento, nada importaba, 90 marchas, 90 guardias, 90 veladas, todo eso es nada, ante la entereza de casi 100 de los nuestros que estaban ofreciendo su vida. Así, al calor de la resistencia, surgió este grito de batalla que se convirtió en el cántico de aquellas marchas:
«¡Hambrientos de justicia,
Hambrientos de igualdad,
Hambrientos de trabajo,
Y es por dignidad!»
En más de una ocasión hicimos una parada en el viejo edificio que los alberga a ustedes, como ministros de la Suprema Corte de Justicia.
¿Nos escucharon? ¿Oyeron lo de «hambrientos de trabajo«? ¿Se asomaron por la ventana? ¿Vieron acaso nuestra bandera a lo alto de la carpa, con el escudo y la leyenda «por el derecho y la justicia del trabajad or «?
Aun no termino, señores ministros.
El gobierno se sintió presionado, y aunque algunos huelguistas, de manera voluntaria y por prescripción médica, salieron de la carpa en medio de consignas y del ulular de la ambulancia, otros se quedaron incrementando la presión al gobierno para que ya diera una solución.
» Me pesa más no tener trabajo, que los dolores del ayuno» decía uno de los huelguistas de hambre a la prensa nacional e internacional.
» No quiero el dinero de la liquidació n, el dinero yo me lo gano con mi trabajo. ¡Queremos el trabajo!». Decía otro de ellos.
» Hoy estamos en huelga de hambre, para que nuestros hijos jamás tengan hambre». Decía uno más.
» De aquí sólo salgo directo a la tumba o directo al trabajo» con voz quebrada se escuchaba decir a varios de ellos.
La presión nacional e internacional se acrecentaba.
Sintiéndose en jaque, lejos de dar solución, el gobierno empleó una de las armas más destructivas y letales que posee en contra de los movimientos sociales: su poder de corrupción, de cooptación, el soborno… los «cañonazos» pues.
Javier Lozano, entonces Secretario de Trabajo, desheredado de vergüenza y dignidad, hace público, y sin sonrojo, que para el Ingeniero Cayetano Cabrera Esteva (quien resistió los 90 días sin probar alimento) ofrecía «un puesto de planta en CFE para él, y sólo para él, y su familia» además de otras co$a$; claro está, «a cambio de levantar la huelga de hambre.»
Y he aquí la respuesta del ingeniero: «¡Acepto! Sólo que mi familia son los mile s de electricistas resistiendo.»
Aquella frase, con la que Cayetano abofeteó a Lozano, arrojada a los 4 vientos, se esparció en todo el SME. El tiro de su arma letal, le salió por la culata. Con esa frase del Ingeniero Cabrera la presión social contra el gobierno arreciaba.
Al día 90 de ayuno, la huelga de hambre se levantó, con este compromiso:
» Se instala una mesa de diálogo de alto nivel entre la Secretaría de Gobernación, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y la representación del Sindicat o Mexicano de Electricistas, la cual tendrá por objeto revisar y concretar alternativas de solución al conflicto derivado de la extinción… de Luz y Fuerza del Centro».
Este es el compromiso firmado el 22 de julio de 2010 por Francisco Javier Blake Mora, Secretario de Gobernación; Javier Lozano Alarcón, Secretario de Trabajo; y Martín Esparza Flores, Secretario General del SME. (El subrayado es mío.)
La primera reunión se lleva a cabo el 26 de julio del mismo año, y en el punto 2 de la minuta se puede leer lo siguiente:
» 2. El objeto de la mesa será explorar y encontrar alternativas laborales en el sector eléctrico «.
Está firmado de nueva cuenta por el Secretario de Gobernación, el de Trabajo y el Secretario General del SME. (El subrayado es mío)
Hay otra minuta el 5 de agosto con los mismos compromisos; una más, el 10 de agosto en el mismo tenor; otra el 23 de septiembre con la misma cantaleta, y así sucesivamente, los mismos compromisos, los mismos personajes, y el tiempo pasó y pasó, minutas, promesas y acuerdos iban y venían y… ¡nada! que el gobierno sigue «revisando,» «concretando,» «explorando,» «evaluando» y pasaron 2 años y medio buscando, hasta que se les agotó el tiempo, mejor se fueron del gobierno, pero no encontraron ninguna alternativa laboral para nosotros en el sector eléctrico.
4. Avanza la privatización
¡Ah! Pero eso sí, han entregado a particulares tantos permisos de producción de electricidad, que ya tienen por lo menos el 50% de capacidad de generación a nivel nacional. Miren ustedes:
De acuerdo con datos de la Auditoria Superior de la Federación, a lo largo de 2009, la Comisión Reguladora de Energía había otorgado 24 permisos a grandes productores independientes de energía, que son consorcios españoles, estadunidenses, canadienses, japoneses, alemanes, franceses y belgas. Estos son: Iberdrola, Unión Fenosa, Tractebel, Abengoa, Mitsubishi, Alstrom, Electrecité de France, Bechtel, e Intergen.
Sumando estos 24 permisos de 2009 a los 595 permisos de autoabastecimiento previamente existentes, más 58 para cogeneración, 37 para importación, 7 para exportación, 3 para pequeña producción y 48 para usos continuos, tenemos por resultado 772 permisos para la producción privada, cuya capacidad de generación asciende a 166 mil 682 giga-watts-hora, lo que equivale a 49.4% del consumo nacional.
Esto incluye a la zona que era atendida por Luz y Fuerza del Centro (Distrito Federal, Estado de México, Hidalgo, Puebla y Morelos) en donde hay empresas «auto abastecedoras» de electricidad, que hoy producen y venden energía a CFE. Se trata de consorcios de telefonía, cerveceras, tiendas departamentales, cadenas de cines, ensambladoras, entre otras. De todos los permisos de autoabastecimiento otorgados, hasta 2009, destaca con 102 permisos, Teléfonos de México; seguido de Wal Mart, con 100 permisos; Bimbo, con 25 permisos; Cinemex, con 19; Liverpool con 15; Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, con 5 permisos.
El resto lo tienen Cargill de México; Ford Motor Company; Cadbury Adams México; Nestlé; Productos Marinela; Barcel; Tía Rosa; Grupo Gamesa; Sigma Alimentos; Cervecería del Pacífico; Jumex; El Palacio de Hierro; Costco; Tiendas Soriana y Unilever; Bayer de México; Procter & Gamble Manufacturas; Sony; Panasonic de México; Samsung; Mabe; Sanyo; Kenworth; Kodak; Bridgestone/Firestone de México; entre tantos otros consorcios, que por cierto son los que más felicitaron y aplaudieron el decreto liquidador. ¿Por qué será?
De los 772 permisos, resulta que 141 de autoabastecimiento y cogeneración se entregaron a estos grandes consorcios en la zona de trabajo de Luz y Fuerza del Centro, y esto es tan sólo a diciembre de 2009. ¿Cuántos más han entregado desde ese entonces al 2013? ¡Sí hay materia de trabajo! ¡Sí hay necesidad de generación y transmisión! ¡Sí hay necesidad de comercialización! Pero para el SME ¡nada! aún se sigue «busc ando,» «explorando,» «evaluando,» y «concretando», «las alternativas laborales en el sector eléctrico.»
Para los grandes empresarios todo, para los trabajadores y la población nada. Ahora hasta hay que pagarles a ellos la electricidad que les «sobra.»
Señores ministros: su resolución, que avala el decreto de Calderón, reforzó en los hechos el avance privatizador del sector eléctrico.
Sí, ya sé que me estoy extendiendo demasiado. ¿Por qué les cuento todo esto? Por dos sencillas razones:
1.- Expongo la huelga de hambre como la principal prueba de nuestra honradez, de nuestra sinceridad como trabajadores. Nadie que no quiera su trabajo está dispuesto a hacer todo cuanto hemos hecho en este tiempo. Si no fuésemos sinceros ¿para qué los 90 días de hambre, para qué sobreponerse al suicidio de un hijo, para qué resistir la desintegración familiar, para qué apretarse el cinturón, y para qué aguantar 3 años 3meses y días de persecuciones odiosas y sacrificando a nuestras familias? Sólo atribuyéndonos un auténtico deseo por recuperar un trabajo digno, con derechos laborales y nuestro sindicato, podría comprenderse el por qué de tantos e incontables actos de resistencia, el por qué no nos rendimos.
El derecho al trabajo es nuestro objetivo. No deben desconfiar de nuestras palabras ni de nuestros hechos.
Señores ministros: si luchásemos para un provecho personal ¿para qué esperar tantos años? Hace mucho tiempo que se habrían aceptado las, para otros, tentadoras propuestas del gobierno.
Yo sé perfectamente que los puestos políticos en México producen más que cualquier otra industria, sé que ningún negocio deja tantas utilidades, pero nosotros no somos de esos. Ni dinero, ni «huesos», ¡trabajo es lo que queremos para los 16,599 electricistas en resistencia!
¿Es eso mucho pedir?
Todo lo que hemos aguantado por tanto tiempo, la huelga de hambre y la esencia insobornable de nuestro movimiento, son la mejor prueba de nuestra honradez y sinceridad. No hay nada oculto en nuestra lucha, sólo queremos que nos devuelvan el trabajo que nos arrebataron. Y,
2.- Quiero dejar constancia del incumplimiento sistemático del gobierno a sus compromisos contraídos respecto a la reinserción laboral. A pesar de que sí subsiste nuestra materia de trabajo, se niegan a cumplir con los pactos, ya que se han empeñado en ceder la electricidad a los privados, mediante los ilegales permisos y contratos.
Ya hemos descubierto la podredumbre y la miseria humana que nos gobierna. Cansados estamos de oír de labios de hombres sin valor, tal o cual promesa; cansados estamos de triunfos de papel que el gobierno se niega a traducir en hechos; de minutas que no se respetan, de acuerdos firmados por altos funcionarios del gobierno, y que luego desconocen.
Basta de comedias.
En papel, el decreto no se proponía lesionarnos como trabajadores, pero esto es una engañifa miserable. Y en papel, con diversos documentos, tenemos en la bolsa «la reinserción laboral en el sector eléctrico»; pero van 3 años 3 meses y días contando, y seguimos en el desempleo.
5. Los presos politicos
Ministros: no huyan de esta parte de la lectura, porque en ella invocaré a su capacidad de asombrarse y avergonzarse.
Como efectos del decreto, poco a poco los apagones se hacían de más larga duración, en toda la zona de trabajo atendida por Luz y Fuerza. Pero 7 meses después del decreto, y al paso del tiempo, de lluvias y vientos, lo que advertíamos que iba a pasar, pasó.
Ante la falta de mantenimiento preventivo y correctivo, los apagones se multiplicaron. En particular, el centro de la ciudad padeció enormemente la negligencia de la falta de pericia y experiencia de las empresas contratistas. Cual si fueran bombas de tiempo, que podían estallar al paso de cualquier transeúnte, los pozos estallaban por falta de mantenimiento. Seudoelectricistas contratados, morían en líneas de alta tensión o en los cables subterráneos, incluso varios peatones resultaron lesionados.
Ante esta irresponsabilidad, consecuencia directa del maldito decreto, se buscó nuevamente el ataque a nuestra organización. Ahora éramos satanizados y señalados por «orquestar actos de sabotaje» , «terroristas» nos llamaron desde la prensa, radio y televisión. Hay «evidencia sólida» decía Gobernación, y anunció la creación del Centro de Atención y Reacción Inmediata (CARI) «derivado de las interrupciones provocadas por actos intencion ales que de manera creciente han tenido lugar en instalaciones eléctricas» (Ver La Jornada 15 de mayo, 2010)
Tal instancia estaría integrada por altos funcionarios de la CFE, la PGR, la Policía Federal, del CISEN y Gobernación, con la concurrencia de los gobiernos del Estado de México y del Distrito Federal.
Y de ahí en adelante, cualquier interrupción de luz, por mandato del Estado y por decreto de la televisión, era sabotaje del SME.
Como era de esperarse, nada se nos comprobó, porque nada de esto hicimos. Todos los sabuesos designados por el gobierno, buscaron por meses afanosamente armas, herramientas, cuchillos, machetes, vieron una y otra vez sus cámaras de vigilancia, hasta decían que con una navaja (¡!) podíamos estar cortando los cables: ¡No hallaron nada, no pudieron culparnos! Sin embargo, jamás se retractaron en prensa, radio y televisión; al contrario, nos siguieron difamando por largo tiempo.
Al año y medio del decreto, realizamos una concentración en el edificio principal de Luz y Fuerza, éramos varios miles. Al llegar, muy temprano, en los alrededores del edificio en cuestión, encontramos 2 autos incendiados; un ingeniero de CFE se dijo agredido al interior de su camioneta y despojado de una computadora portátil; y un policía federal de rango afirma que fue atacado por varias personas. Era un lunes 11 de abril de 2011 y, en instantes, la campaña de linchamiento la teníamos a todo lo que da, en los noticieros matutinos vociferando por dar con los culpables.
¿Y quiénes creen que serían los «culpables» señores ministros? ¡Acertaron!
Para satisfacción y a petición de los que pedían «culpables», 11 de nuestros compañeros fueron brutalmente detenidos, 10 de los cuales continúan en prisión. Son la PGR y la CFE los que acusan.
La cuestión es grave. Aquí también son muchas las veces que, de palabra, el gobierno saliente se comprometía a que «se agilizarán sus procesos», pero en los hechos siempre recurrían a chanchullos judiciales, para dilatar la llegada de la justicia.
Las familias se sienten burladas, la resistencia se siente burlada. El caso es que llevan 1 año 9 meses y días transcurriendo en las penumbras del Reclusorio Oriente, y nada les han comprobado.
La cárcel, el infierno en México, y el Reclusorio Oriente, uno de sus templos. En tiempos de lluvia se inunda y el agua llega hasta las rodillas. Sale un olor nauseabundo de las alcantarillas. Las paredes lagrimean mugre, torres de vigilancia, alambradas con púas, filosas navajas por todos lados, el ambiente es opresivo sin evasión posible. Agua sucia sale de los grifos; y las letrinas, donde el prisionero desahoga sus intestinos, están plagadas de insectos. Custodios por todos lados. Con presos comunes conviven los nuestros. Condiciones de insalubridad, la violencia del hacinamiento, la mala alimentación, la adulteración de los artículos alimenticios, la inquietud que vives por estar lejos de tu familia y de tus hijos, eso y más, mucho más se vive en prisión.
La familia de ellos también está presa, el dolor sería insoportable para el que no tiene dignidad, pero la familia electricista resiste. Padres, esposas, hermanos, hijos, todos ellos presos de la extorsión ante cada aduana de custodios, que por todo piden dinero y se les entrega con tal de ver al ser querido. Presos de la angustia, del dolor, de las filas para verlos, de los nervios al pararse frente al torniquete para que «lea» el CURP o el IFE y pasar al siguiente filtro. Adelante, el familiar vuelve a ser preso de nuevo, pero ahora del «basculeo» de las sucias manos del custodio que registra tu cuerpo, y luego el maltrato a la ropa y a los alimentos que se les lleva. Presos de las promesas incumplidas del gobierno, de que «agilizarían el proceso.» Presos del juez y presos del laberinto leguleyo que a paso de tortuga entorpece la libertad de los presos. Y aquí viene lo peor:
Cada vez que hay audiencia en el Reclusorio, con el alma desgarrada, la familia mira a estos 10 electricistas bajar de la diligencia, exageradamente encadenados con grilletes en pies y manos, y rodeados de custodios fuertemente armados. El mismo Abraham Lincoln se sorprendería de esta escena indigna, propia de la esclavitud, pero practicada en el México del siglo XXI.
» A mí me cambiaron la vida dos veces: una con el decreto de extinción y otra con la prisión.» me dijo uno de ellos.
¿Pero saben qué no les cambiaron a nuestros presos, señores ministros? La convicción. En medio de este rosario de adversidades, nuestros compañeros leen, escriben, se comunican a las asambleas, participan en talleres con diversas actividades y…trabajan. Si, trabajan, para poderse sostener con pocos recursos.
Y sin embargo, de sus labios no sale una sola queja, siempre nos llaman a resistir, a no rendirnos, y en sus propias prioridades, señalan que antes que su libertad, está el regreso a trabajar. «Eso es todo lo que queremos, trabajo y libertad» dicen ellos. Atrévanse a comprobarlo, señores ministros.
Antes de emitir un juicio, sería muy bueno que hablaran con ellos, pero no por teléfono.
Yo los invito a que pasen una tarde en el Reclusorio Oriente, háganles una visita; sólo una. Caminen por la ruta del calvario para poder verlos; entrevístenlos, tómenles su testimonio. Por lo demás, sería bueno que conocieran desde sus entrañas el sistema penitenciario en México. Tengan la ética y el valor de conocerlos. Yo los desafío. Así se darán cuenta que hacemos y resistimos de todo y contra todo, porque estamos convencidos de que nuestra obra es buena, es digna y es justa.
Este es el cuadro espantoso que ofrecen las cárceles de nuestro país; y si siento el deber de exponérselos a ustedes, señores ministros, y pedirles una dosis más de paciencia, es para ofrecer otra prueba más de nuestra sinceridad y honradez. Queremos trabajar con dignidad. Insisto: ¿acaso es demasiado pedir?
No somos los que «quebraron a México» por sus «sueldazos» de privilegio (¿con 6 mil pesos promedio mensuales? ¡Por favor!) Ni somos los «holgazanes,» «haraganes,» «extorsionadores,» y otras lindezas que nos cuelgan; ¿qué clase de «haragán» hace lo que hemos hecho por 3 años, 3 meses y días transcurriendo? ¿Qué clase de «flojo» trabajaría en la cárcel teniendo en contra todas las adversidades que hay en un reclusorio? Aquí no hay ningún misterio por descubrir, no hay engaño. Nosotros no mentimos.
Y para mayor vergüenza de la justicia mexicana, les informo que hace unos meses fue llevado al mismo Reclusorio Oriente, el brazo derecho de Alfredo Elías Ayub, anterior director de CFE. Se trata de Néstor Moreno Díaz, uno de los principales artífices de la liquidación de Luz y Fuerza e incondicionalmente protegido de Elías Ayub. Ese sí extorsionador, haragán, corrupto, privilegiado, que a cambio de millones de pesos, un yate y un ferrari, entregó concesiones a empresas privadas estadounidenses, para que operaran en nuestro país en el ramo de la electricidad.
La cloaca se destapó en Estados Unidos, el soborno se documentó. Se comprobó cómo, para poder obtener las concesiones de CFE, se tuvieron que dar esos «regalitos» y ahí apareció el nombre de Néstor Moreno Díaz. Varios empresarios gringos aun están presos, y las empresas involucradas fueron multadas con fuertes sumas de dinero.
Pero aquí, en México, todo es distinto. Honores, distinciones y aplausos para los ladrones. Alfredo Elías Ayub fue galardonado. En gran ceremonia, Felipe Calderón lo premió como «El Ingeniero del año»; y Néstor Moreno está fuera del reclusorio pues, en unos cuantos días, compró su libertad, con sólo un puñado de los millones de pesos que había recibido por las concesiones. Con el tesoro de sus corruptelas, «salpicó» a los de arriba para salir de la prisión, ¡en días! Con los de arriba, a paso de liebre corre la justicia.
Este es uno de los peores insultos que hemos recibido en nuestra lucha. Los honrados, presos; los ladrones, libres.
Pero en fin, el tiempo sigue su marcha. El día de la libertad para los 10 se acerca. Por más que administren las audiencias, los límites jurídicos se están agotando. Ni un minuto le quitaron al proceso; y aun así, las puertas de la cárcel se abrirán, para dar paso a la dignidad. La resistencia digna de nuestros presos y sus familias, va a quebrantar los cerrojos, y cruzarán la celda para salir victoriosos. Y toda esa especie de fiebre por estar afuera para seguir luchando; y toda esa especie de ansia contenida por gritar ¡trabajo!, por fin estallará, y nos llenará a los 16,599 de nuevos bríos para avanzar con más empeño a la reconquista de nuestro empleo. Su ejemplo, señores ministros ¿les dice algo?
Señores: esto ya es indudable, no podemos estar mintiendo. Trabajo es lo que queremos.
6. ¿Dónde estamos ahora?
Como dije al principio, estamos en un momento histórico y nuestra suerte está en sus manos.
Como ustedes, señores ministros, nos dijeron el 5 de julio de 2010 que el decreto se queda, pero que nuestros derechos estaban «salvaguardados», pues nos fuimos a defenderlos. Pero parece que el entonces Ejecutivo, la Secretaría del Trabajo y las Juntas de Conciliación y Arbitraje, no entendieron ni conocían el significado de «salvaguardados», ni estaban enterados de que ustedes son La Suprema Corte; y lejos de consultar un diccionario, en agosto de 2010, a través de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje número 5, emitieron un laudo que da por terminadas las relaciones laborales y el Contrato Colectivo de Trabajo entre Luz y Fuerza del Centro y el SME y, encima de todo, nos negaron la figura del patrón sustituto.
Hubiéramos tenido que esconder de vergüenza el rostro por toda la vida, si nos hubiéramos rendido. Decidimos continuar, redoblamos nuestros esfuerzos y vaya que batallamos.
Nuevo amparo ante la injusticia. Mítines, marchas, plantones, cadenas humanas, volanteo, caravanas, acampadas en el zócalo, perifoneo, pancartas, boteos, semáforos informativos, iniciativas de ley, reuniones con legisladores, mesas con Gobernación «al más alto nivel», mítines en ambas C ámaras, visitas a Derechos Humanos, a organizaciones internacionales, foros, lucha por la libertad de los presos polít icos, nuevos plantones en el zócalo capitalino, etc., etc., y varios etcéteras más.
Nuestra lucha tenía todas las características de una lucha de hormigas encarando a las gigantescas bestias del gobierno y de los medios de comunicación. Como una máquina bien aceitada, todos los engranes del Estado, en perfecta armonía, se movían para negarnos nuestros derechos, que en papel estaban «salvaguardados.» Y así, luchando y luchando, llegó el ocaso del anterior gobierno, pero el poder enajenante de Televisa, y la enorme capacidad de corrupción priísta, lograban el «triunfo» (más bien, imposición) a la presidencia, del «nuevo» dinosaurio tricolor.
«Prohibido rendirse» fue un nuevo lema que se acuñó. Oposición a la imposición, prestos a seguir la lucha, de nuevo plantón en el zócalo capitalino, y ¡por fin! A fuerzas de tanta resistencia prolongada, 3 años después del decreto liquidador, conquistamos un triunfo.
El 13 de septiembre de 2012, se da a conocer nuestra victoria judicial, y el 8 de octubre de 2012, el Segundo Tribunal Colegiado en materia de trabajo del primer circuito, emitió sentencia en el juicio 1337/2010, mediante la cual otorgó el amparo y protección de la justicia al SME.
La sentencia establece que la CFE se convertirá en el patrón sustituto, que a los trabajadores se les debe pagar los salarios caídos y resolvió, además, jubilar a quienes hayan obtenido ese derecho en el tiempo que duró el juicio, así como reinstalar a los trabajadores no liquidados en CFE.
Señores ministros: lo establecido por el Tribunal, no permite duda alguna. La CFE debe asumir su responsabilidad como patrón sustituto.
¡Victoria histórica! ¡Victoria rotunda! Asamblea del festejo, la Plaza de la República a reventar, el Monumento a la Revolución es testigo del ánimo festivo de los trabajadores.
Y es aquí donde entran ustedes, y comprenderán el motivo por el que les ha pedido tanta paciencia ante mi larga exposición.
Después de la fiesta, llegó la cruda realidad. Resulta que, antes de abandonar el poder, el gobierno saliente solicitó ante ustedes un recurso de revisión, con la única finalidad de echar abajo la sentencia del Tribunal Superior de circuito que condena a la CFE a ser nuestro patrón sustituto. Y nada de esto nos parece justo.
Miren ustedes: fue el ministro Juan N. Silva Meza el que elaboró el dictamen y lo presentó aquel 5 de julio de 2010, y con la aprobación de todos los demás, se concluyó que el decreto sí es constitucional pero que nuestros derechos quedaban «salvaguardados » ; lo cual, como hemos demostrado, lo de «salvaguardados» no ha ocurrido. Y fue ese mismo dictamen el que establecía que el decreto no tenía la motivación de despedirnos; luego entonces, si no querían afectarnos, ¿por qué ampararse en contra de que tengamos patrón sustituto? Si con el maldito decreto no se proponían lesionarnos en lo laboral , ¿por qué les molesta tanto que regresemos a nuestros puestos de trabajo con nuestro Contrato Colectivo de Trabajo? Si no querían corrernos ¿para qué el recurso de revisión en contra de nuestra reinstalación en CFE?
Digámoslo de una vez, ¿se proponía o no el gobierno exterminar a una organización sindical con casi un siglo de existencia? ¿A cuenta de qué solicitan la revisión?
Señor ministro Juan N. Silva Meza, aquel 5 de julio de 2010, usted, al presentar el dictamen, pronunció estas palabras:
«La medida presidencial no está orientada a extinguir al SME ni a la afectación de los derechos sindicales, sino a liquidar el organismo que ya no resultaba conveniente para la economía nacional.» (Véase por lo menos el diario La jornada, El Universal y el Reforma del 6 de julio, 2010. El subrayado es mío.)
Según las mismas fuentes periodísticas, el dictamen «fue aprobado por todos los ministros y sin mayor discusión.»
Muy bien, si como ustedes aprobaron, la bronca nunca fue laboral, y no quieren extinguirnos, ni afectarnos y, es más, el dictamen ratifica «los derechos de los trabajadores y del SME de representar sus intereses ante todas las autoridades» (Ver los mismos diarios en la misma fecha) entonces, la única conclusión a la que se debe llegar es RECHAZAR el recurso de revisión solicitado por el ya inexistente gobierno de Calderón, porque con él se busca afectar nuestros derechos.
Si con un decreto no se intenta perjudicarnos, y la no afectación ya la ganamos en el Tribunal Superior, ¿cómo es posible que con una simple solicitud de revisión se dé marcha atrás a lo conquistado? ¿Quién es la Suprema? ¿Quién manda?
Hasta donde yo sé, en México y en términos de justicia, nadie está por encima de ustedes, salvo la corte celestial. Y ustedes ya dijeron que no existe el propósito de extinguir nuestros derechos. ¡Hagan valer su decisión! porque ese recurso de revisión sí está orientado a extinguirnos, afectarnos e impedirnos el regreso al trabajo; y por lo tanto debe ser rechazado .
Señor ministro Juan N. Silva Meza, Presidente en turno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación:
Si usted está de acuerdo, con el ministro Juan N. Silva Meza, que es usted mismo, quien el 5 de julio de 2010 elaboró el dictamen, aprobado por consenso, que afirma que » el decreto no está orientado a extinguir al sindicato ni a la afectación de sus derechos» entonces, proceda en consecuencia, usted y todos los demás. Rechacen el recurso de revisión, por ser una clara intentona golpista de nuestros derechos alcanzados en 3 años, 3 meses y días contando de heroica resistencia.
Ustedes son la Suprema, y si rechazan el recurso de revisión, la Junta Federal de Conciliación quedaría obligada a emitir otro laudo en estricto apego al fallo del Segundo Tribunal Colegiado de Circuito en materia de trabajo.
Queremos que la victoria de papel se convierta en realidad.
De papeles no vivimos. Nuestra Carta Magna dice que somos libres, que tenemos derecho a educación, salud y jubilación; que nuestro salario es remunerador para que viva dignamente nuestra familia; que la electricidad es exclusiva de la nación, y muchas cosas más. Total, que en el papel de la Constitución somos tan poderosos , que están bajo nuestras órdenes el Presidente, los D iputados, y todo el enjambre de pequeños y altos funcionarios. Pero el papel y la realidad van marchando en diferentes direcciones.
Queremos el encuentro de la realidad con el documento. No queremos más de lo mismo. No más pantomimas. No más minutas y acuerdos con poderosas firmas, que terminan acrecentando la vitrina de trofeos de papel. Ya es hora que todos los papeles que tenemos se conviertan en realidad. Queremos que lo escrito en julio de 2010 (derechos laborales «salvaguardados») y lo escrito en 2012 («CFE patrón sustituto») se realice en 2013 con nosotros ya trabajando. Y para ello , exigimos que el recurso de revisión se rechace y se ordene la emisión un nuevo laudo para que CFE se asuma como patrón sustituto.
Señores ministros: el rechazo a la revisión simple y sencillamente significa, el regreso al trabajo de 16, 599 electricistas que no nos hemos liquidado.
¿ Es esto mucho pedir?
¿ Quién de ustedes se atreverá a justificar la infamia? ¿Quién levantará la mano aprobando una revisión que nos niega el derecho al trabajo? ¿Quién será expuesto a la vergüenza pública disculpando con un pretexto legal , los crímenes que el Estado ha estado cometiendo en contra de un sindicato? ¿Con qué pretexto el ministro presidente de la Suprema dirá que no dijo lo que sí dijo? ¿Quién de ustedes seguirá pensando que somos «flojos» después de todo lo que hemos hecho? Después de todas las mentiras que hemos derrumbado, ¿quién cree que el decreto de Calderón era para «salvar la economía» pero sin «agredir nuestros derechos»? Espero que todos, o casi todos voten en rechazo al recurso de revisión, y ni así podrán pagarnos todo el daño que nos han causado.
¿ Con qué nos van a pagar las lágrimas derramadas y la intensa angustia por el presente y futuro arrebatado? ¿Con qué van a pagar la muerte del hijo suicidado? ¿Cómo van a reparar la familia fracturada? ¿Con qué van a curar el dolor de un preso, cuando se entera que su hija sufrió parálisis facial a causa del encierro? ¿Con qué pagarían el infortunio de otro preso, al enterarse de la muerte de su hermana y no poder ir al sepelio, para depositar unas lágrimas en su tumba? Uno más tiene a su madre gravemente enferma, ¿ Cuánto cuesta su dolor? El recurso de revisión debe ser rechazado.
Si en esta guerra entre el capital y el trabajo, terminan por imponerse los acuerdos cupulares con las grandes fortunas , para el ejercicio de sus venganzas contra los trabajadores; y al precio del mayor escándalo, ustedes, señores ministros, revierten la sentencia que nos favorece; entonces, en ese caso, debo informarles que hemos sido perfectamente educados durante 3 años , 3 meses y días contando, en la escuela de la resistencia y las agresiones, de la que ya estamos graduados con honores.
Estamos en sus manos, conscientes de que no es la letra de la ley lo que cuenta, sino la fuerza social que la esgrime para hacerla realidad. Y no está en nuestros planes rendirnos. Nos ha templado la adversidad y más temprano que tarde, venceremos.
Hoy apelamos a un fallo justo de la corte suprema, pero también a la corte de la opinión pública, al fallo de la historia, al mejor juez que es el pueblo, al fallo del tiempo, justiciero e insobornable.
Señores ministros:
Tal vez les parezcan fuertes todas mis declaraciones, pero encierran la verdad. Busco convencer, busco demostrar, busco la justicia.
Odio la hipocresía política. Yo no sé ponerme de rodillas, ni pienso que al adular a los gobernantes, estos, ingenuamente engañados, contendrán en algo sus excesos por arrebatar nuestros derechos.
Exijo justicia.
¿ Qué quién soy? Mi nombre no importa. Sólo soy uno más de los 16,599 electricistas que resistimos .
He terminado.
* La carta fue repartida por un conjunto de trabajadores del SME, a las afueras de la SCJN, el día del fallo que impidió la recontratación de los trabajadores electricistas, en la CFE.
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