El anuncio del ministro Lecunza de no pagar en sus fechas de vencimiento más de 100.000 millones de la deuda irresponsablemente contraída por el Gobierno de Macri, es apenas el reconocimiento a regañadientes de que el país no tiene ninguna posibilidad de continuar soportando esa estafa. El mercado financiero internacional reaccionó con una nueva caída […]
El anuncio del ministro Lecunza de no pagar en sus fechas de vencimiento más de 100.000 millones de la deuda irresponsablemente contraída por el Gobierno de Macri, es apenas el reconocimiento a regañadientes de que el país no tiene ninguna posibilidad de continuar soportando esa estafa. El mercado financiero internacional reaccionó con una nueva caída de los bonos y acciones argentinas, el Riesgo País trepó hasta superar los 2.200 puntos y continúo la escalada del dólar. Los pronósticos son que, con idas y vueltas, esta tendencia se mantenga. Resulta que al no tomarse simultáneamente otras medidas, en especial un control de capitales para impedir la fuga y un control en el mercado cambiario que pueda frenar al dólar, el objetivo declarado por el ministro de preservar las reservas no se logrará. El resultado será el vaciamiento de las reservas para mantener un precio «electoral» del dólar, con un nuevo salto en la fuga de capitales, una brutal escalada inflacionaria y la consiguiente crisis bancaria con el crack económico que eso implica. Lo que significa, sobre todo, un ajuste todavía más brutal de hecho para las clases trabajadoras.
El silencio de Fernández: el que calla otorga
La forma que eligió el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, para apoyar la medida tomada por el Gobierno de Macri fue, como lo hizo saber a través de la prensa, el silencio. Es decir, eligió no pronunciarse sobre las medidas del ministro. Pero no hacía falta, el día anterior había hablado por él uno de sus voceros económicos principales Guillermo Nielsen. En una entrevista oportunamente concedida a un portal de Brasil, luego de la reunión del candidato del PJ con el FMI, que inmediatamente fue levantada por Clarín, Nielsen había adelantado algunas claves del programa económico de Fernández, una de las principales medidas expuestas por el economista era, aunque con otro nombre, esta «reperfilación». Una renegociación sin quita de lo adeudado, y con vía libre para que los capitales piratas sigan fugando hasta acabar con lo que queda de reservas. Pero el juego electoral de «silencio» que ha elegido Alberto es la forma de cumplir el pedido de Macri de que no lo dejen sólo en esta nueva vuelta de tuerca al saqueo del país. Tratando de no arriesgar votos uno y de lograr llegar a las elecciones de octubre el otro, siguen asociados en esta política de saqueo, por ahora tácitamente.
No es inestabilidad electoral es colapso estructural
La crisis estalló en realidad a mediados de 2018, cuando luego de varias corridas cambiaras el dólar paso de 20 a 40 pesos, dejando a la vista la insostenibilidad de la deuda soberana del país. El acuerdo con el FMI, que otorgó el crédito más grande de su historia, tenía el objetivo estabilizar esa crisis, demostrando que apoyaría a Macri para solventar la fuga, el pago de la deuda que hoy Lecunza patea para adelante y garantizar las exorbitantes ganancias del sistema financiero del país e internacional. Pero esos fondos fueron insuficientes para cumplir esos objetivos, casi el 80% ellos se fugaron en la medida que iban ingresando los desembolsos del FMI, así de 44.000 millones de dólares ya aportados por el organismo, 36.000 salieron por la puerta giratoria a la que Fernández se negó a ponerle la «piedra» que la frenaría. Lo que hicieron las elecciones primarias fue demostrar, por la distorsionada vía electoral, que el pueblo argentino no iba a tolerar las reformas estructurales que Macri había prometido con las cuales esperaba obtener los recursos para pagar la deuda. Entonces se hizo evidente para los «mercados» que la deuda era impagable y quedó a la vista el colapso que se había pretendido ocultar con el crédito del FMI. El acuerdo pactado entre Macri y Fernández el miércoles 14 de agosto duró poco más de una semana, se rompió cuando el Gobierno ya no pudo seguir pagando la deuda de corto plazo.
Por eso no se trata del temor de los mercados a Fernández o Cristina Kirchner. De lo que se trata es que quedo en claro que al contrario de lo que afirmó el ministro Lecunza el 28 de agosto, la Argentina no tiene la solvencia para hacer frente a los compromisos de deuda, ni siquiera habiendo recibido el crédito más grande de la historia del FMI. El problema es estructural, del capitalismo dependiente argentino y de su patrón de acumulación de capital.
Cómo detener el colapso
Que las elecciones no sean la causa de la crisis no significa que no haya responsabilidades y responsables políticos ni necesidad de una salida política, además de urgentes medidas económicas. El plan que colapsó en esta oportunidad es el plan de Macri y el FMI. Un programa diseñado a favor de los grupos más concentrados del capital. Ese plan se basa sobre todo en una monumental transferencia de recursos de las clases trabajadores y los sectores populares hacia esos sectores privilegiados y en la profundización del saqueo de los bienes naturales del país.
Macri se tiene que ir ya mismo junto al FMI porque todas las medidas que ha tomado incluso las posteriores a las PASO y hasta esta última renegociación de deuda, están dentro de los mismos parámetros de ese plan fracasado. Este Gobierno y el Fondo son un obstáculo objetivo para frenar el colapso.
Pero no se trata simplemente de adelantar la elección presidencial. Porque Fernández, en más o en menos, con más o menos apoyo del capital financiero o del propio FMI al que el candidato no repudia, trabaja en íntima relación con los mismos sectores del privilegio, así se los hizo saber a los integrantes de la Mesa de Enlace del Campo que lo visitaron en sus oficinas el 29 de agosto, «trabajaremos juntos» los alentó.
Una elección inmediata a Asamblea Constituyente le dará al pueblo argentino la posibilidad de debatir y diseñar otro proyecto de país que arranque por el repudio de la deuda externa por odiosa, la nacionalización de la banca en un sistema estatal de crédito controlada por sus trabajadores y auditada por la población, el monopolio estatal del comercio exterior y el diseño de un plan económico democráticamente construido por los trabajadores y el pueblo, que privilegie las necesidades de los que viven de su trabajo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.