Empezando el año se ha desatado una serie de ataques, algunos calumniosos, contra el EZLN a propósito de sus declaraciones, especialmente las expresadas por el Comandante Moisés, el último día del año donde toma posición sobre los proyectos del nuevo gobierno de México, encabezado por Andrés Manuel López Obrador. En una conversación por whatsap contesté […]
Empezando el año se ha desatado una serie de ataques, algunos calumniosos, contra el EZLN a propósito de sus declaraciones, especialmente las expresadas por el Comandante Moisés, el último día del año donde toma posición sobre los proyectos del nuevo gobierno de México, encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
En una conversación por whatsap contesté los comentarios de un compañero que pretendiendo defender al gobierno de AMLO descalificaba las críticas del EZLN. La ola de ataques contra el EZLN continúa y aunque diferentes a los del compañero al que me refiero, me parece útil para el debate que se está generando reproducir aquí lo que dije rápidamente en las redes sociales. Las críticas de los que «son más papistas que el Papa» contrastan por lo dicho por el propio López Obrador en Tabasco reconociendo el derecho del EZ a opinar, aunque al mismo tiempo respondiendo que el megaproyecto va y nada lo detendrá.
Con sus declaraciones en el 25 aniversario, el EZLN no está haciendo «una pésima campaña de desacreditación del triunfo electoral». El tema ya no es la campaña electoral, sino la posición que tomas frente a la política del nuevo gobierno.
En este caso, como hemos explicado desde el PRT y rediscutimos hace 15 días en la Escuela de Cuadros, tomamos posición oponiéndonos a la típica política socialiberal de los gobiernos «progresistas» que sostienen el extractivismo como regla y pasando para ello por el despojo y división de los pueblos indígenas. Esto es lo que significa el proyecto del Tren Maya y el Transítsmico (reedicion del Plan Puebla Panamá cuyos intereses son los de Alfonso Romo, el Jefe de Gabinete, así como otros sectores burgueses de dentro y fuera del nuevo gobierno).
Estos proyectos, además, coinciden con el interés del imperialismo yanquiy el gobierno de Trump, de correr la frontera con EU mas al sur, hasta el Istmo, levantar prácticamente hasta allá el Muro, o la cortina o filtro como le llama AMLO, con la excusa de ofrecer trabajo, mano de obra barata, de modo que mexicanos y centroamericanos no tengan que ir a EU. El papel de policía fronterizo bajando la frontera como hace el imperialismo europeo también con las naciones de entrada o de paso para el éxodo de refugiados y migrantes.
No es el EZLN el que busca dividir a los explotados al organizar la resistencia contra los megaproyectos neoliberales del nuevo gobierno. Esos megaproyectos implican dividir a las comunidades y por tanto a los explotados. Cuando en el Zócalo le dan el bastón de mando a AMLO grupos indígenas del PRI y de la CNC en folklórica cerenonia, es el nuevo gobierno que el busca dividir y desacreditar al EZLN, al Congreso Nacional Indígena y a nuestra candidata Marichuy. Como en cualquier otro movimiento, existen diferencias políticas en el movimiento indígena. Hay grupos indígenas con el PRI, producto de la política indígenista que viene desde el cardenismo (proyecto para el que trabajó AMLO en Tabasco en el INI, cuando militaba en el PRI en la época de Echeverría) y hay también grupos indígenas que se han definido por la izquierda (desde el PC y el PRT en Guerrero y Oaxaca) pero también por el zapatismo desde 1994 con el CNI. Al recurrir a los indigenas priistas en el Zócalo, AMLO no «mancha sus credenciales anticapitalistas», como dice Ramón en relación al EZLN, sino que busca golpear a los anticapitalistas mostrando que en la cuestión indígena también cuenta con el PRI. Al responder el EZLN frente al nuevo gobierno actúa como consecuente defensor de los intereses de su base social y de los pueblos indígenas. No hay que quedarse en la forma, el tono duro de Moisés, sino ver el fondo de la postura.
Hemos insistido por eso que el eje central de la izquierda socialista y anticapitalista debe ser, como siempre, la independencia política con respecto al nuevo gobierno. Es lamentable que antiguos militantes de izquierda se sumen acriticamente a las campañas descalificadoras e inmovilistas de Morena y los lopezobradoristas. Que la derrota del PRIAN la inflingieron 30 millones de votantes con la ilusión de acabar con el neoliberalismo, debería obligarnos a actuar en consecuencia empujando y apoyando las luchas de masas en ese sentido y no subordinándose a los ritmos, compromisos e intereses de un gobierno progresista con política socialiberal (que desarrollará algunas políticas asistencialistas, al mismo tiempo que nantendrá los megaoroyectos neoliberales). Como la llegada del nuevo gobierno se explica en el marco de la profunda crisis del régimen (explicado en la resolución del PRT sobre las 2 vías) que fue aceptado por las clases dominantes como vía de salvación que evitara un desfondamiento violento y radical, es claro que hemos entrado a una fase de agudización de la lucha de clases y al recurso frecuente de giros bonapartistas por parte del nuevo gobierno. Lo anterior no quiere decir como sugieren los lopezobradoristas que la línea es apoyar al gobierno. Al contrario, hoy es requisito ibdispensable la independencia política con respecto al gobierno para seguir desarrollando las luchas y eventualmente lograr triunfos no por la voluntad de AMLO sino por el empuje de estas luchas. La lucha es lo que, incluso por medio de giros bonapartistas, obligue al gobierno a reconocer la justeza de nuestras demandas. Trotsky, durante su exilio en México, la época de la fundación de la CTM, insistía autocríticamente por la experiencia del «comunismo de guerra», que los sindicatos (y hoy podemos extenderlo a todo el movimiento) deben ser independientes del gobierno, de todo gobierno, incluso de «un gobierno revolucionario» (que de todos modos no es el caso del gobierno de AMLO). La izquierda en México que desde los años 70 aprendió el carácter estratégico de la lucha por la demicracia e independencia sindicales, ahora entre algunos que reniegan del supuesto dogmatismo de la «vieja izquierda» olvidan la necesaria independencia con respecto al gobierno, incluso creen que la democracia sindical se puede lograr con el apoyo del gobierno.
Me disculpo por repetir los argumentos que seguramente ya han leído en las recientes resoluciones del PRT y que se explicaron y discutieron en la Escuela de Cuadros de diciembre, pero es necesario nuevamente ante la ola de ataques de lopezobradoristas y sus compañeros de viaje, contra quienes, como el EZLN, se atrevan a criticar la política del nuevo gobierno. Peor aún descalificar a los críticos presentándolos como aliados de la derecha. Viejo recurso estalinista y de los priístas. En la época de Echeverría decían que la disyuntiva era «Echeverría o el fascismo». Seguramente que la frase la recuerdan personajes como Ignacio Ovalle, secretario particular de LEA y ahora en las filas de Morena, o Porfirio Muñoz Ledo que entonces era el Presidente del PRI. Reeditar la consigna como «AMLO o el fascismo» ante el avance de la ultraderecha, como el caso de Bolsonaro en Brasil lo muestra, es equivocarse en el análisis sacrificando la necesaria independencia con respecto a este tipo de gobiernos progresistas.
La ultraderecha ha avanzado no simplemente por energía propia sino por las limitaciones, errores o el fracaso del progresismo. Temer, un corrupto, orquestó la defenestración de Dilma Rousef; acusándola de corrupta. Pero ¿de dónde venía el derechista Temer? Temer era el viceoresidente con la Presidenta Dilma. Lo era porque el PT hizo amplia alianza para ganar las elecciones, incluso con partidos de derecha, como el de Temer (el Arcá de Noé de Morena como le llamaba Luis Hernández). El huevo de la serpiente para la «traición» o la revancha ya estaba en el gobierno del PT. Es Temer quien logra destituir a Dilma y luego encarcelar a Lula. En México no existe ya la figura de vicepresidente. Ahora hay Jefe de Gabinete. ¿Quién? Qué intereses representa -incluso en Chiapas- el Temer mexicano: Alfonso Romo? O el triunfo de Bolsonaro de extrema derecha y evangélico que de ser un partido minoritario se convirtió en triunfador denunciando la corrupción y el fracaso del PT? Los evangélicos también eran minoritarios y prácticamente desconocidos en el terreno político en México hasta que la irresponsable política de alianzas de AMLO los proyectó, vía el PES, a primer plano con numerosos diputados y senadores. El PES perdió el registro pero es probable que lo recupere con la ayuda de sus legisladores, aunque algunos sean parte del grupo parlamentario de Morena. El huevo de la serpiente está ahí. Por eso es equivocada la disyuntiva «AMLO o el fascismo». Es vital mantener la independencia política con respecto al nuevo gobierno. No dejar que sea la derecha la que capitalice los errores, limitaciones o la política del nuevo gobierno, como hizo la derecha en Brasil. Guardar silencio frente a errores o la política neoliberal del progresismo es lo que ayuda a la derecha. La crítica no le hace el juego a la derecha, el silencio, el seguidismo y subordinación de la izquierda frente al nuevo gobierno le despeja el camino a la derecha. En cualquier caso será necesaria la expresión alternativa de la izquierda anticapitalista o socialista.
Bienvenida la critica y denuncia del EZLN. Compartimos la oposición a los megaproyectos extractivistas y neoliberales. Y nuestra oposición y argumentos no son los de la derecha sino desde la izquierda anticapitalista y del interés de los pueblos y comunidades indígenas. Así hay que seguir en todas las luchas: mostrando y proponiendo una crítica y oposición desde la izquierda, independiente del gobierno y no dejando el campo abierto a la demagogia de la derecha. Esta es la posición que desde el PRT enarbolamos
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