El tema de la vulnerabilidad, pocas veces abordado, abre un horizonte de reflexión antropológica, ética y política muy apasionante. Este libro me parece un excelente punto de partida para hacerlo. Ya hace unas décadas Tzvetan Todorov defendió lo común frente a la apología de lo diferente, el vínculo frente al mito de la autosuficiencia. Hoy […]
El tema de la vulnerabilidad, pocas veces abordado, abre un horizonte de reflexión antropológica, ética y política muy apasionante. Este libro me parece un excelente punto de partida para hacerlo. Ya hace unas décadas Tzvetan Todorov defendió lo común frente a la apología de lo diferente, el vínculo frente al mito de la autosuficiencia. Hoy vale la pena, como hacen los escritos que componen este libro, reivindicar lo vulnerable y lo precario de la existencia humana. Hacerlo sobre todo frente a la ideología neoliberal, basada en la ilusoria concepción del hombre como una empresa que se autogestiona en competencia con los otros. El libro se centra en tres nociones: el sufrimiento, la vulnerabilidad y la precareidad. Lo hace desde una doble dimensión antropológica y política. Por una parte constatando que el hombre es un animal especialmente vulnerable y precario, que se protege a través de la cultura y la sociedad. Pero tratando también esta problemática desde una lectura histórica y política, a través de la cual denuncia la desigual distribución de las medidas protectoras. Desigual distribución que es debida a causas sociales, es decir económicas y políticas.
Los dos primeros capítulos responden a una perspectiva feminista. El primero, escrito por Asun Pie Balaguer, se titula «Asir sufrimientos para asir la vida». El texto señala que la crisis económica, provocada por la financiarización, es solo la manifestación del problema radical, que es el conflicto capital/vida, con sus mecanismos socioeconómicos y de construcción de subjetividades. El neoliberalismo es, de todas formas, su expresión más precisa. La vida se presenta como cálculo en una lógica coste-beneficio cuyos efectos son devastadores generadores de malestar y sufrimiento. La cuestión central para Asun Pie es cuando el sufrimiento es evitable y lo que hay que hacer para eviarlo. Su propuesta es la politización del dolor, aparte de ser capaces de simbolizarlo para evitar que nos deshumanice.Como sujetyos hemos de ser capaces de asumir la experiencia de esta vulnerabilidad primaria negada por la modernidad. Hemos de aceptar también que no somos solo seres de lenguaje, hay en el dolor algo que se resiste, que le desborda, que se le escapa. El segundo artículo está escrito por Silvia L. Gil y se llama «Vidas vulnerables, feminismo y crisis civilizatoria». Su hipótesis es que que el neoliberalismo señala, delimita y categoriza a determinados colectivos como vulnerables para expandir un modelo de gestión del sufrimiento en términos de ayuda humanitaria y control de las poblaciones muy alejado del cuestionamiento de las estructuras en juego que lo causan. La autora insiste en el concepto ontológico y político de precareidad. La relación con el otro, la interdependencia, es el presupuesto de la existencia humana. La política es entonces la consecuencia, el hacerse cargo colectivamente de la vulnerabilidad de los cuerpos. Se trata de la responsabilidad colectiva del cuidado. Silvia L.Gil encuentra en el pensamiento y la práctica feminista encuentra la clave estartégica para una salida emancipatoria: la premisa de la igualdad de los cuerpos a partir de su radical diferencia. , la crítica a la organización socioeconómica del trabajo que sostiene la vida y la creación e invención de nuevos modos de vivir juntos. En definitiva, la potencia de ser una vida diferente.
Antonio Madrid Pérez, profesor de Derecho.nos habla de «Vulneración y vulnerabilidad: dos términos para pensar hoy la gestión socio-política del sufrimiento.» Hay toda una reflexión crítica de la habitual noción de «grupos vulnerables», que suponee diluir la cuestión de la vulneración, es decir de quién es vulnerado y por que causas. La pregunta radical es política, moral y social: ¿Qué cambios estructurales hay que hacer para que las personas no sufran aquellos daños que van a incrementar su natural y humana fragilidad?