El impacto de la corrupción es diferente en las mujeres, más susceptibles a actos de discrecionalidad, extorsión o explotación, al colocárseles como «moneda de cambio», aunado a que refuerza estereotipos. Así lo advirtió Erika Loyo Beristaín, extitular del extinto Instituto Jalisciense de las Mujeres, durante el conversatorio Mujeres y Combate a la Corrupción, convocado por […]
El impacto de la corrupción es diferente en las mujeres, más susceptibles a actos de discrecionalidad, extorsión o explotación, al colocárseles como «moneda de cambio», aunado a que refuerza estereotipos.
Así lo advirtió Erika Loyo Beristaín, extitular del extinto Instituto Jalisciense de las Mujeres, durante el conversatorio Mujeres y Combate a la Corrupción, convocado por el Comité de Participación Social (CPS) del Sistema Estatal Anticorrupción en Jalisco y que se llevó a cabo con el objetivo de reflexionar sobre la perspectiva de género en el diseño e implementación de las estrategias de combate a la corrupción.
La académica feminista indicó que el tema se ha enfocado demasiado en hablar de empoderamiento, cuando este es apenas un primer paso para lo más importante, que es lograr autonomía, sobre todo cuando las mujeres en situación de pobreza son las más propensas a sufrir actos de corrupción.
«Existe gran cantidad de mujeres en situación de pobreza. Esto las hace más susceptibles a actos de discrecionalidad, pues son quienes tramitan subsidios o apoyos gubernamentales. Existe, sin embargo, un impacto diferenciado de la corrupción contra las mujeres, quienes más sufren actos de extorsión y explotación sexual».
Por ello, consideró que el colocar a las mujeres como «moneda de cambio» para mantener al sistema corrupto tiene que visibilizarse y tipificarse como delito.
Para Loyo Beristaín, la visión esencialista de que las mujeres son menos corruptas fortalece estereotipos asignados a ellas, debido a que «no hay naturaleza anticorruptible».
La coordinadora del Colectivo Con Nosotras, Fátima López Iturrios, coincidió en este punto y añadió que esta visión deriva en señalamientos más agresivos contra las mujeres que cometen actos de corrupción.
«Cuando una mujer comete un acto de corrupción, se pone una lupa mucho mayor. El acto de corrupción es igual para los hombres y las mujeres, pero la señalización de la figura de la mujer es algo cotidiano», dijo.
El conversatorio fue el preámbulo para la integración de la Red de Mujeres contra la Corrupción, con la cual se pretende reflexionar y promover la perspectiva de género en las acciones de combate a la corrupción en Jalisco.
Uno de los primeros resultados de la Red fue el acuerdo de crear un protocolo de género para el Sistema Estatal Anticorrupción, a propuesta de Nancy García, investigadora integrante del Comité de Participación Social del SEA.
La Red quedó instalada con la firma de representantes de ocho organizaciones, además del Comité de Participación Social, el Centro de Investigación por la Igualdad de Género, Mujeres con Manos Unidas, Equipos Feministas, #MagistradaYA, G10 x Jalisco, Mujeres Jóvenes por la Democracia Paritaria y Mujeres en el Medio.