Resulta un poco irónico y algo perverso (si no es que mucho) considerar una victoria diplomática y un acto real de defensa a la dignidad de la nación el haber acordado como medida central el envío de seis mil agentes de la Guardia Nacional mexicana a vigilar la frontera sur, deseo manifiesto de Donald Trump […]
Resulta un poco irónico y algo perverso (si no es que mucho) considerar una victoria diplomática y un acto real de defensa a la dignidad de la nación el haber acordado como medida central el envío de seis mil agentes de la Guardia Nacional mexicana a vigilar la frontera sur, deseo manifiesto de Donald Trump desde su campaña para presidente, además, de «responsabilizarse» de los inmigrantes que queden varados e indefensos al no poder cruzar la frontera norte y entrar a los Estados Unidos, el acto de celebración cual campaña política y el llamado a la unidad nacional efectuado en Tijuana, cierra con broche de oro los primeros seis meses del gobierno federal autoproclamado como la Cuarta Transformación cuyo signo es la continuación sistémica: ¿Quién puede en verdad creer que estos acuerdos son muestra de fortaleza y de la implantación de un nuevo orden político y social para México?
Los acuerdos incluyen el aumento de la comercialización de productos estadounidense en territorio mexicano, ¿dónde quedan las medidas reales para evitar la migración económica?, ¿en que beneficia a los millones de trabajadores sobre-explotados de los campos mexicanos y centroamericanos la apretura de las fronteras a productos estadounidenses y el cierre del paso a quienes buscan desesperadamente otras opciones para sobrevivir?, ¿dónde queda en todos estos acuerdos el humanismo que se pregona, la defensa de las libertades, de los derechos humanos y el sentido verdaderamente digno de la defensa de la soberanía? Como un claro condicionante el propio canciller mexicano, Marcelo Ebrard Casaubón, ha reconocido que México cuenta con cuarenta y cinco días para mostrar un descenso en el flujo migratorio, o de lo contrario, la imposición de aranceles y otras medidas coercitivas por parte del gobierno de los Estados Unidos podría aplicarse. Ciertamente no somos ingenuos, la amenaza es lanzada por la potencia imperialista más genocida de la historia, no es tan simple responder porque la sola existencia del imperio es una amenaza, pero hacerlo con una medida típica de ese mismo imperialismo, como lo es militarizar (porque no tiene otro nombre) la frontera para perseguir y criminalizar a los inmigrantes, al mismo tiempo, en que se dice que se implantará un programa de garantice educación, empleo y salud, es una contradicción y una muestra de que al fin de cuentas México protege el interés capitalista por encima de las necesidades humanas.
El llamado a la unidad nacional es una más de las muchas acciones a favor de la continuidad del sistema capitalista, que si bien, ahora con una reorganización administrativa en algunas instituciones paraestatales por el combate a la corrupción (si es que este es absolutamente real) ha entrado en un replanteamiento de las funciones del Estado, no significa para nada, la solución a los problemas extremos que se viven en el país. Llamar a la unidad nacional con la presencia de todos los poderes y de representantes de los sectores empresariales muestra la negación de la lucha de clases que en el seno de la sociedad mexicana acontece. Las contradicciones propias y naturales del capitalismo son la razón de la inmigración económica y social, la agudeza que han tomado estas contradicciones en Centroamérica en los últimos años, ha generado los nuevos éxodos migratorios; es el propio sistema quien expulsa a los trabajadores desempleados, a los campesinos despojados, a los hombres y mujeres oprimidos, ¿acaso se ha olvidado el papel central de la injerencia imperialista de los Estados Unidos en Centroamérica? ¿Cuáles son las medidas tomadas para frenar y erradicar esta agudización sistémica? La respuesta es clara: ninguna. Lo que se hace es primero apaciguar a la bestia imperialista responsabilizándose por parte del gobierno mexicano de los inmigrantes para después juntos perseguirlos con formas legaloides o militares.
¿Cuál fue el compromiso asumido por el gobierno de Donald Trump respecto a los inmigrantes que se encuentran ya en territorio estadounidense, se les reconocerá su situación legal, se les dará educación, trabajo y salud? O como bien sabemos, el tema ni siquiera fue puesto en la mesa de las llamadas negociaciones. ¿Qué pasa de manera particular con la situación de los miles de mexicanos, hay una verdadera razón de celebrar y de hablar de la defensa de la dignidad nacional? ¿Qué se planteó para poner fin al trato inhumano que realiza Estados Unidos sobre los infantes detenidos y recluidos en campos de concentrados sin sus padres? Somos testigos de una nueva etapa de marginación a los inmigrantes acompañada de un incremento de criminalización que traerá actos de racismo y violencia, mientras las causas estructurales se mantienen intactas e incluso se profundizan. Hoy como ayer en la frontera norte se persigue, asesina, encarcela, se humilla y se denigra a la humanidad. ¿Eso es lo que pretendemos realizar en la frontera sur? ¿Ese es el motivo de alegría y regocijo? Sin duda es tiempo de volver a mirar de forma seria y urgente el replanteamiento de las alternativas reales a la opresión capitalista y al imperialismo que emana de éste sistema. El capitalismo ha mostrado sus propios límites, sus formas y la manera en que desvalora la vida humana. La solución a la inmigración económica es la superación del sistema que la genera: es necesario superar al capitalismo para reivindicar a la humanidad.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
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