Calumnias Vivimos días de intensidad política que no son desconocidos en la historia de los gobiernos populares de la Argentina y de otros países de Latinoamérica. Se intenta por todos los medios mostrar un país en decadencia, cuando en profunda declinación lo están quienes insisten en así describirlo. La derecha a lo largo de nuestra […]
Calumnias
Vivimos días de intensidad política que no son desconocidos en la historia de los gobiernos populares de la Argentina y de otros países de Latinoamérica. Se intenta por todos los medios mostrar un país en decadencia, cuando en profunda declinación lo están quienes insisten en así describirlo.
La derecha a lo largo de nuestra historia usó como método para deshacerse de algún gobierno que no atiende sus pretensiones de elegidos como posibilidad cierta, la calumnia para desgastar e impedir su normal funcionamiento, y si es posible derrocarlo. Se llenan la boca con las palabras «justicia, democracia, patria», pero sin embargo no quieren esperar a las próximas elecciones y actúan. Con levantamientos militares a las órdenes de los grandes poderes, como lo hemos vivido, con golpes económicos, con afrentas y con golpes judiciales, como lo intentan actualmente. No son golpes ni duros ni blandos, son golpes destituyentes. Son golpes contra las instituciones democráticas de los gobiernos populares. Lo hicieron con Hipólito Yrigoyen, con Juan Perón, con Arturo Illia, con Raúl Alfonsín, y ahora lo intentan con Cristina que no concede y sigue avanzando.
Marcha 18F
Los organizadores de la marcha eran fiscales y jueces y la mayoría de los que marcharon se opone a toda democratización de la justicia y a toda reforma, pero la palabra resonante en la marcha era «justicia». Tenían a muchos de los responsables del cese y derivación de la investigación del atentado a la AMIA, allí mismo, pero de todos modos reclamaban por justicia en abstracto. No fueron a tribunales, fueron a la Plaza de Mayo. Los gestos hablan. La mentira corroe.
Intentos destituyentes
A la acción judicial que ahora impulsa el fiscal Gerardo Pollicita, la llaman, no inocentemente, «imputación» aunque es una denuncia deficiente, sin pruebas, que no podría ser considerada judicialmente. Es un nuevo ataque al gobierno democrático para desestabilizarlo. Instalan condiciones falsas, agraviantes, con violencia verbal y política. Su fuerza es destructiva porque no hay propuestas ni ideas, es sólo enfrentamiento al proyecto que funciona en la dirección que pretenden abortar. Instalan el terror invocando muerte en el país que más hizo para juzgar con gran eficiencia a los ejecutores de muertes durante la peor dictadura de los 70. Tienen el tupé de comparar, mostrando sus almas no limpias. El propósito es igual al de 2008 con la intentona destituyente de la patronal agraria, y al del golpe que sacó de la presidencia a Fernando Lugo en Paraguay. En nuestro país, afortunadamente, el gobierno salió para adelante, no claudicó, no retrocedió, por el contrario se profundizó el proyecto y mucho pueblo se sumó y apoya el rumbo en ascenso.
Los grandes poderes actúan como siempre sin reparo contra los gobiernos populares de la América Latina intentando terminar con democracias en crecimiento que se atreven a pelear por la igualdad de oportunidades y la soberanía. Estos poderes externos y los serviles internos están decididos a terminar con estos gobiernos. Al mismo tiempo que nuestro país es atacado con esta operación judicial, han acechado a los gobiernos de Brasil y de Venezuela. Si tuvieran la posibilidad, seguramente, tomarían el poder por la fuerza juntando políticos opositores que no suman votos, aparatos de inteligencia locales y extranjeros, grupos de poder económicos.
Es de destacar que la izquierda esta vez no se acopló a esta maniobra claramente de derecha, y es un dato significante.
No detenerse, seguir viviendo
Argentina no puede detenerse. Debe aclararse el por qué estancaron la investigación del ataque a la AMIA y ahora también debe esclarecerse las razones de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Pero hay cosas muy importantes que pasan a las que hay que prestar atención. Este año, 2015, es un año electoral y no están los precandidatos a los distintos puestos ejecutivos y legislativos hablando de lo que harían si fueran elegidos. Los que ya están en funciones actualmente, hablan por sus actos. El oficialismo nacional muestra eficacia en los proyectos de crecimiento en la matriz energética y los extiende por varios años, tiene plan para manejar la deuda externa también para varios años por delante, sigue fomentando las paritarias con los gremios, la sustitución de importaciones es un plan que se sigue proyectando, se reafirma la integración latinoamericana, se continúa el mejoramiento del transporte ferroviario, se trabaja para democratizar la justicia etc. La oposición, por el contrario, no dice nada acerca de sus planes económicos. Pero a juzgar por las continuas críticas parecería que las privatizaciones y tercerizaciones podrían ser reconsideradas y las tarifas aumentadas, pero de eso no se habla.
Pedimos al arco político, oficialista y opositor, que sigamos trabajando para la democracia. Qué cada espacio político que se presente, explicite sus propuestas para gobernar, sin eufemismos. El golpe destituyente no le sirve a nadie, ya los vivimos. Los que quieren volver al país para pocos, que se sinceren, lo dicen porque a ellos les toca casi toda la torta. Pretextos, y mentiras han sido usados, pero la verdad es que no aceptan que sean igualmente considerados «ellos» y «la mayoría». Profundizar la democracia, ampliar derechos, erigirse como país soberano y discutir ideas, sería la propuesta deseada.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.