Particularmente en las últimas décadas se ha intensificado a nivel mundial una considerable internacionalización de la economía, hegemonizada por el capital financiero, llevándonos en la actualidad a una mayor atraso y miseria para los pueblos, con ricos cada vez más ricos, y colocándonos al borde una tercera guerra mundial, por los conflictos interimperialistas que apuntan […]
Particularmente en las últimas décadas se ha intensificado a nivel mundial una considerable internacionalización de la economía, hegemonizada por el capital financiero, llevándonos en la actualidad a una mayor atraso y miseria para los pueblos, con ricos cada vez más ricos, y colocándonos al borde una tercera guerra mundial, por los conflictos interimperialistas que apuntan a quedarse con las riquezas de regiones como el Medio Oriente, también de importancia geopolítica.
Es en este contexto histórico en el que hay que tratar colectivamente de reelaborar el análisis de la realidad económica, política y social de nuestro país, que en principio considero que somos un país capitalista dependiente, o neocolonial, que sufre desde hace años un avance en la concentración y extranjerización de la economía, en especial desde la última dictadura cívico militar, con su continuidad durante el kirchnerismo.
Como breve ejemplo, de las 500 empresa más importantes del país, el 75% son de capital extranjero. Y de las 200 empresas líderes, 115 también son extranjeras.
En consecuencia, y como es conocido, aquellos que manejan los hilos de la economía, manejan los hilos de la política, por lo que son las multinacionales, el poder real, los que eligen previamente a los principales candidatos a las elecciones, no el pueblo, y los financian, junto con el narcotráfico que en los últimos años ha penetrado como nunca antes.
Establecieron a la vez la característica fundamental de nuestra estructura económica, que es esencialmente agrosojera, minera, exportadora. Trasnacionales como la Barry Gold, con muy buenas relaciones con Cristina, se siguen apoderando de nuestra riqueza minera, practicamente no pagando impuestos, destruyendo la naturaleza y privando a la población de un derecho humano como el agua, destacándose las importantes luchas del pueblo de Famatina y de otras ciudades.
La petrolera Chevrón firmó hace poco tiempo un acuerdo con el actual gobierno, cuyos puntos se desconocen, pues hay «cláusulas secretas», pero ya se han apoderado de importantes extensiones de tierras en el sur del país, no sin luchas de los pueblos originarios, otra vez saqueados. A esto hay que sumarle el constante robo de sus tierras efectuado por la «patria sojera», y contaminadora, contando con la complicidad de las autoridades nacionales y provinciales.
Por otra parte, una omisión que suele darse en varios analistas políticos, es no tener en cuenta la dialéctica del garrote y la zanahoria, que utilizan históricamente las potencias imperialistas. Cuando está en serio riesgo su dominación por el crecimiento de las luchas populares, emplean el garrote del golpe y el terrorismo de estado. Pero cuando esta situación se hace insostenible, porque aumenta la indignación popular cosechando cada vez más reacciones de repudio general, apelan a la zanahoria de gobiernos con ropaje de «progresistas», cediendo en algo para así mantener su hegemonía política.
Paralelamente y con mucha habilidad, predicando la «teoria del mal menor», el posibilismo y la resignación, lograron estructurar en esta etapa una forma de bipartidismo, a la manera de EE.UU. (demócratas y republicanos), con la falsa opción de o kirschnerismo o macrismo. En estas cuestiones tácticas tenemos que aprender hasta del enemigo, no siendo dogmáticos, esquemáticos, sino creativos, teniendo en cuenta la realidad siempre en movimiento y cambio, a la manera de Mariátegui y el Che.
De modo tal que ambos candidatos, Scioli o Macri, ahora nada menos que presidente, expresan la dominación del capital financiero internacional, los dueños del mundo. Por lo tanto, nos encontramos ante una continuidad, aunque con profundización de medidas antipopulares y antinacionales, por el aceleramiento de la crisis capitalista mundial y local.
Toda este grave panorama, que sin duda será acompañado de fuertes medidas represivas (no olvidar la existencia de la ley antiterrorista), determina que lo fundamental y decisivo para nuestra nación, y para Nuestra América, no es un voto o un diputado más o menos, sino la imprescindible construcción unitaria, sin hegemonismos o sectarismos y en base a un programa acordado en comun, a todo nivel y especialmente desde los cimientos (empresas, barrios, centros estudiantiles, campesinado pobres y pueblos originarios, movimientos ambientalistas, feministas, etc), de un fuerte bloque de poder de los trabajadores y demas organizaciones sociales en lucha por la liberacion nacional y social, socialista.
Toda esta difícil pero ineludible tarea, solo será posible si conjuntamente desarrollamos una verdadera «batalla de ideas», o sea un amplio y masivo trabajo ideológico y político de concientización, entendiendo que no se puede separar la teoría de la práctica, el pensamiento de la acción. Aquí vale recordar la frase de Lenin cuando nos decía que sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. En concreto, no hay revolución. Reconozcamos que nuestros errores no fueron por mucho marxismo, sino por alejamiento o no profundizacion del marxismo, crítico y creativo. Luchar y estudiar, estudiar y luchar, por la utopia realizable de un mundo mejor, más justo, mas igualitario, mas solidario, en definitiva más humano.
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