Sin profundizar mucho, y simplemente siguiendo los análisis de los medios, uno puede deducir en horizonte de la lucha gremial de los próximos meses. Según parece existe la idea de un «pacto» entre el macrismo y los principales dirigentes. No sabemos si ese pacto ya existe desde antes de las elecciones en el caso de […]
Sin profundizar mucho, y simplemente siguiendo los análisis de los medios, uno puede deducir en horizonte de la lucha gremial de los próximos meses.
Según parece existe la idea de un «pacto» entre el macrismo y los principales dirigentes. No sabemos si ese pacto ya existe desde antes de las elecciones en el caso de Moyano, o si simplemente es consecuencia de la mediocridad como en el caso de Caló.
Según parece la idea del equipo gobernante es hacer concesiones puntuales a los gremios que puedan ser cabeza de la generalización de conflictos en lugares clave de la estructura productiva.
Con esa estrategia en PRO cede en algunos lugares del frente de combate pero sostiene su avance en el conjunto de sus políticas. Por ejemplo descomprime con camioneros, o con metalúrgicos, o con SMATA, o petroleros, etc. cede un poco con ganancias, etc. y así descomprime con una capa de la clase trabajadora, la más fuerte la más organizada, la que se encuentra en el centro de la producción y transporte. La «mejor paga» que tiene mas espalda. Mientras que para el resto (el 80% o mas) de los asalariados, los que ganan menos de 20000$, o que no son trabajadores de gremios que controlan lugares clave de la producción, o no son dentro de esa rama de la producción trabajadores que el gremio defiende (efectivos, bajo convenio colectivo) el deterioro de sus condiciones se sostiene.
Así el gobierno se garantizaría varias cosas:
1) que la conflictividad gremial previsible no salga de la atomización y no incluya a grandes gremios encabezando protestas masivas o paros generales, que son de hecho más políticas y peligrosas para el conjunto del modelo.
2) que en conjunto la «masa salarial» disminuya en lo que hace a la distribución de la riqueza nacional entre trabajadores y capitalistas, pudiendo cumplir el PRO uno de sus objetivos fundamentales para este año.
3) que la clase trabajadora aparezca dividida sin una organización que se haga cargo del conjunto y pueda plantarla ante el gobierno con todo su poder.
4) los sindicalistas no ven o no quieren ver o no les importa, es que una vez derrotados los sectores mayoritarios de la clase obrera, una vez afianzado el proyecto estructural del PRO; ellos quedarán mas solos y aislados, y serán mas débiles en un plazo no muy largo.
Como sabemos el macrismo debe intuir que no podrá obtener una paz social con su plan de ajuste y entrega. Pero sí sabe que puede actuar política y económicamente sobre los actores clave para garantizarse que esa conflictividad no se transforme en una resistencia organizada que frente sus proyectos.
Esto es clave no solo por la pelea gremial, la estabilidad laboral, los salarios, el empleo, o sea por la distribución de la riqueza. Sino que afecta los estructural, los cambios que hacen a las políticas de apertura económica, de vuelta a los mercados, de «reinserción» de argentina en el mundo, de cambios institucionales que buscan establecer una continuidad con la década infame.
La hipótesis que manifestamos en otro artículo anterior: de que es el sindicalismo tradicional el único grupo en condiciones de poner palos en la rueda en el corto plazo sigue siendo correcta.
Lo que no se verifica hasta el momento es la voluntad política de esos dirigentes en número suficiente para generar en ese corto plazo una estratega de resistencia que rompa con la ofensiva relámpago macrista.
Veremos, cuanto hay de sintonía entre los dirigentes y el gobierno del PRO y cuanto es lo que los dirigentes esperan para sostener bajo y descentralizado en nivel de conflictividad. Es clave en este sentido que las concesiones que esperan obtener los gremios mas importantes para el PRO para «dejarlo gobernar» sea algo que el PRO pueda dar. Sin embargo esto depende de factores externos a la pelea salarial, como la capacidad del equipo gobernante de «lograr financiamiento» o con este una precaria estabilidad económica, o que en las áreas específicas donde los gremios desarrollan su actividad la recensión y los despidos no anuncien estragos que las direcciones son puedan tolerar. Y todo esto se relaciones con la crisis económica nacional que el machismo esta generando y la mundial a la que se esta acoplando con entusiasmo digno de mejores causas.
Esperemos que los gremios no pacten con el machismo una tregua a los largo del años. Y que lo de «sabios y prudentes» no sea en realidad cooptados y desertores.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.