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Hablan los comunitarios presos (II)

Fuentes: 30-30

El pasado 3 de enero dos dirigentes del POS y Robert Price, dirigente del FSP de los EUA (Partido de la Libertad Socialista) visitaron a los presos políticos en Ayutla, Guerrero. El preso más conocido de este grupo es Arturo Campos, de quien próximamente publicaremos su vida, así como las de otros dos compañeros más […]

El pasado 3 de enero dos dirigentes del POS y Robert Price, dirigente del FSP de los EUA (Partido de la Libertad Socialista) visitaron a los presos políticos en Ayutla, Guerrero. El preso más conocido de este grupo es Arturo Campos, de quien próximamente publicaremos su vida, así como las de otros dos compañeros más que están en esta prisión, Eleuterio García Carmen y Benito Morales Justo. En una visita previa, los militantes del POS les habían solicitado que escribieran sus biografías para difundirlas lo más ampliamente posible. Ángel García García, Florentino García Castro y Abad Francisco Ambrocio cumplieron esa tarea. Del primero, ya conocimos sus letras; los tres entregaron manuscritos. En la cárcel de Chilpancingo, Guerrero, se encuentran recluidos Gonzalo Molina y Samuel Ramírez Gálvez. Publicamos ahora las vidas, causas y razones de Florentino García Castro y Abad Francisco Ambrocio.

Florentino García Castro. 22 años.

Nací el 20 de junio de 1993 en El Paraíso, municipio de Ayutla de los Libres, Guerrero. En mi infancia me quedé huérfano de padre, mi papá murió de muerte natural. Cuando él muere tuve que dejar la escuela. Alcancé a llegar hasta el tercer año de primaria, poco aprendí a leer y a escribir. Me quedé sólo con mi mamá y un hermano menor, aprendí rápido a trabajar en el campo. A los 11 años ya sabía todo lo qué hacer en el campo como sembrar maíz, frijol, arroz y otros trabajos. Con el apoyo de una tía pude salir adelante, porque mi mamá al poco tiempo de fallecimiento de mi señor padre me dejó encargado de una tía, llevándose a mi hermano menor para juntarse con otra pareja.

Me gustaba el deporte, pero muy poco tiempo lo puse en práctica ya que tenía que trabajar para mantenerme.

Transcurrió el tiempo, sabía poco leer y escribir pero mi problema era expresarme en español. Aun con esta dificultad, acompañado de un paisano de mi localidad, emigré al estado de Michoacán para trabajar en el corte de tomate, pepino, melón, chile, cebollas y otros, ganando solamente al día 60 pesos. Por estar lejos de mi familia y mi tierra, confieso que a veces lloraba. Con lágrimas en mis ojos en ocasiones hablaba a mi casa esperando que mi mamá me contestara el teléfono siquiera para saber cómo estaban. Si mi hermano estaba bien, sentía que escuchar la voz de mi madre me hacía más fuerte. Pero siempre me contestaba la tía, quien me daba ánimos, valor y fuerza para salir adelante.

El abandono de mi madre fue muy duro. Para mí, la tía fue como una segunda madre y mi primo de mi edad como un hermano: siempre anduvimos juntos, apoyándonos, trabajando en varias partes de Guerrero.

Me casé a los 18 años, tengo una hija de tres años.

En el 18 de noviembre del 2012, mediante una asamblea encabezada por el comisario municipal, estando presentes todos los habitantes de la comunidad de El Paraíso, fui nombrado policía comunitaria para pertenecer al sistema comunitario.

En el 22 de diciembre iniciamos nuestra tarea formalmente brindando seguridad de acuerdo a nuestro uso y costumbre, bajo un reglamento interno de la CRAC [Coordinadora regional de Autoridades Comunitarias], respaldado por la ley 701 de reconocimiento, derecho y cultura de los pueblos indígena. Así también, por el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Realmente el sistema comunitario dependiente de la CRAC dio un buen resultado: la delincuencia, robo, asalto, asesinato, violación y otros delitos se habían reducido por completo.

Abad Francisco Ambrocio. 43 años.

Nací en la comunidad de El Paraíso, municipio de Ayutla de los Libres, Guerrero, el 15 de diciembre de 1982.

A los seis años ingresé a la educación primaria, la que culminé en 1998. Reprobé dos ciclos escolares, poco aprendí a leer y escribir, en el tercer grado me dediqué al campo, ayudando a mi padre. Sembré maíz, frijol y otros. Con la venta de la cosecha compraban mis útiles escolares, ya que no había beca por parte del gobierno.

Me gusta el deporte como el basquetbol y el futbol, que en mi tiempo libre lo practicaba. También me dediqué a la actividad católica en los domingos dentro de mi comunidad.

Pocas veces me ausentaba de la comunidad para trabajar y ahorrar para mis gastos personales, por lo que también ayudé a mi padre. En diferentes ocasiones anduve trabajando en la ciudad de Altamirano, en Tierra Caliente, así transcurrieron varios años.

El 24 de febrero de 2002 asesinan a mi hermana Silveria Francisco Ambrocio. Meses antes yo había regresado de Altamirano. Un mes después, una vez más me fui a trabajar para construir mi casa.

A los 24 años me casé y formé una familia y me dediqué completamente a ellos. Pocos meses después, el pueblo me dio el papel de fiscal de la iglesia católica. De acuerdo a nuestro uso y costumbre, la función de esta persona es cuidar la iglesia, asistir a cada misa, organizar el rezo, así como velar a los muertos junto con sus familiares. Este servicio fue de tres años consecutivos.

En estos tiempos había mucho asesinato, asalto, robo, violaciones, etcétera. No había quien lo detuviera hasta que surge la policía comunitaria.

En 2012 se organiza la gente, los pueblos, para incorporarse a la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias -CRAC- un sistema comunitario que nos dio la seguridad y justicia de acuerdo a nuestro uso y costumbre. El 18 de noviembre de ese año, mediante una asamblea del pueblo, estando presente todos los habitantes, fui electo como consejero del grupo de policía comunitaria.

El 22 de diciembre de 2012 este grupo de policía se incorpora formalmente a la CRAC para dar su servicio como: brindar seguridad al pueblo, así como realizar recorridos y detenciones a la persona que se encuentre en flagrancia o que tenga orden de detención liberada por la CRAC.

Durante un año estuvimos operando bajo el reglamento de la CRAC, respaldado por la ley 701 y el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.

Transcurrió un año. La maldad de los delincuentes se había reducido por completo: no había más asalto, no había robo, menos asesinato. La policía comunitaria se había extendido en varios municipios de Guerrero: Ayutla de los Libres, Tecoanapa, Tixtla, Olinalá, Huamuxtitlán.

Esto fue lo que motivo al gobierno de Ángel Aguirre a desmantelar nuestro sistema comunitario. Logró dividir a la gente e incluso a los municipios pertenecientes a este sistema.

El 21 de agosto del 2013, estando presente, brindando seguridad al pueblo, custodiando la Casa de Justicia, siendo como la 7 y media de la noche, llegaron un total de 25 convoyes de la Marina, policías estatales, federales y ministeriales. Nos desarmaron, golpearon, al igual que a toda la gente civiles que se encontraban en el lugar. Junto con mis otros compañeros fuimos trasladados a la ciudad de Acapulco, al ministerio público, donde seríamos acusados de secuestro agravado, un delito que nunca cometimos pues nunca se pidió un maldito rescate.

Nos hicieron firmar una declaración que nunca supe lo que decía.

Hasta después de dos meses mi abogado me dio a conocer el contenido de esta declaración. Por esto he adquirido más odio al maldito gobierno del estado.

No es justo que yo pague por algo que no hice y que se haga sufrir a mi familia.

El proceso jurídico no ha tenido avance debido a que no se ha localizado a la supuesta víctima.

Dios sabe que un día saldré de aquí y recuperaré lo perdido.

Fuente original: http://www.30-30.com.mx/nacional/hablan-los-comunitarios-presos-2a-parte/