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¡Estudiar y aprender para al pueblo defender!

«Prestigio» y «dignidad» por estudiar en la universidad

Fuentes: FRAGUA

Después de haber perdido casi 4 años, al fin entré a la universidad. Ingresar en ella es el sueño de muchos jóvenes y es que, últimamente, el ingresar a una universidad pública se ha convertido en una verdadera proeza y, a veces, hasta en un via crucis. La mayoría quiere quedarse en la Universidad Nacional […]

Después de haber perdido casi 4 años, al fin entré a la universidad. Ingresar en ella es el sueño de muchos jóvenes y es que, últimamente, el ingresar a una universidad pública se ha convertido en una verdadera proeza y, a veces, hasta en un via crucis.

La mayoría quiere quedarse en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) porque es la de más «prestigio» y «calidad», además de que se paga muy poco por los trámites y servicios; claro, esto último es así no porque al gobierno le preocupe que los jóvenes puedan acceder a la educación superior y no pagar nada, sino porque en 1999, cuando las autoridades universitarias quisieron imponer cuotas para estudiar en la UNAM, los estudiantes organizados, apoyados por el pueblo, defendieron la gratuidad por medio de una larga huelga. Gracias a esa lucha, la UNAM hoy sigue siendo una universidad pública, pese a los recortes presupuestales y la ofensiva mediática en contra de la educación pública.

Sin embargo, la demanda educativa a nivel superior ha aumentado y la matrícula universitaria se ha mantenido casi igual o se ha incrementado muy poco, por lo que el porcentaje de los aspirantes que son aceptados es muy bajo: 1 de cada 11. Aunque la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) son también universidades públicas, reciben mucho menos presupuesto que la UNAM. Afortunadamente, quedé seleccionada en una de ellas, en la UAM Xochimilco (UAM-X).

Para quedar aceptado en una de estas instituciones no sólo se necesitan las «ganas de estudiar», sino dinero, pues cada examen te cuesta alrededor de 400 pesos y si no quedas seleccionado, por la falta de lugares y la alta demanda, tienes que pagar otra vez para presentar nuevamente el examen. Imagínese usted, amable lector de FRAGUA, si uno quiere presentar examen para tres universidades, mínimo se gasta unos 1200 pesos por vuelta, más pasajes para ir a las lejanas sedes que se habilitan para realizar el examen. En el caso específico de la UAM, una vez aceptado, uno tiene que pagar cuotas trimestrales, una cuota anual, más los pasajes, las copias y demás material para la carrera.

Al entrar a la escuela, la mayoría de los profesores con que nos topamos los primeros días nos dijeron a todos que somos «afortunados» por ser universitarios y que ahora ya no pertenecemos al «pópulo», pues al entrar a la universidad somos «una élite que sobresale». Este tipo de frases pertenecen a un discurso que a los estudiantes se nos inculca, poco a poco y casi sin que nos demos cuenta, para que nos aislemos de las problemáticas que sufren nuestros padres, nuestras familias y el pueblo en general, para desclasarnos. Ese mismo discurso sirve para fomentar a los futuros trabajadores la dichosa «competitividad», para que pasen por encima de sus hermanos de clase y vean al egoísmo como algo común y necesario, en aras de la sobrevivencia académica y laboral.

Pero este discurso no terminó ahí, también nos dijeron que debemos estar agradecidos, pues no pagamos gran cosa por la educación «gratuita», lo que lleva a ver a la educación como una mercancía y la aleja de su fundamento como derecho humano. La universidad pública es una inversión colectiva, es el pueblo con sus impuestos quien paga el cemento, los libros, los salarios de los profesores, etcétera, porque su objetivo fundamental tiene que ver con formar profesionistas al servicio del pueblo.

Por ello, no hay que creernos ese discurso de la burguesía que trata de privatizar la educación y está en contra del pueblo trabajador y los derechos humanos; la burguesía quiere a los estudiantes desclasados, inconscientes y alejados de las necesidades de su pueblo, física y emocionalmente. Como estudiantes e integrantes de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP) invitamos a los estudiantes a que nos levantemos de los escritorios, salgamos de las aulas, los laboratorios y las bibliotecas para ver al pueblo trabajador que día a día se parte la espalda por obtener un salario de hambre, y nos organicemos para luchar por condiciones de vida digna, por una sociedad donde todos los jóvenes tengan acceso a la educación, donde exista derecho a la salud y a la vivienda, luchemos por llegar al socialismo.

NOTA:

Este artículo fue publicado como parte de la sección EDUCACIÓN del No. 15 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 12 de marzo de 2016.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.