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La fortuna de Andrés Soliz Rada

Fuentes: El País (Bolivia)

Son contadas, y bien contadas, en Bolivia aquellas personalidades que habiendo sido parlamentarios o autoridades de gobierno no hayan aparecido luego con holgados pecunios. Andrés Soliz Rada (diputado, senador y Ministro de Estado) ha sido uno de esos extraños políticos sideralmente distantes a la corrupción. El ideal de una Bolivia y una América distintas colmaba […]

Son contadas, y bien contadas, en Bolivia aquellas personalidades que habiendo sido parlamentarios o autoridades de gobierno no hayan aparecido luego con holgados pecunios. Andrés Soliz Rada (diputado, senador y Ministro de Estado) ha sido uno de esos extraños políticos sideralmente distantes a la corrupción. El ideal de una Bolivia y una América distintas colmaba su vida. Lo hacía distinto de tantos que llegan al poder, pretextando ideales o ni eso, solo para costearse la satisfacción de sus bajas pasiones. La honradez y la vida sencilla eran parte del poder de Don Andrés.

Resultan igualmente pocos, contados, los políticos consecuentes. Abundan los tránsfugas que cambian de bandera o camiseta mientras el único color que se mantiene es el de sus caras. Son incontables los oportunistas que fungen de «operadores» y a manera de sicarios o meretrices le sirven a quien mejor les paga. No son menos los «pragmáticos» que acomodan sus símbolos, siglas y discurso al son del gran titiritero de turno. La vida de Soliz Rada, sus discursos, sus artículos, sus libros constituyen y construyen el inclaudicable postulado del nacionalismo de izquierda. Son la lucha sostenida por una nación indomestiza pletórica de justicia social.

Y si en este suelo, desde hace mucho, son escasos los políticos honrados y consecuentes, hay un grupo aún más selecto. Son todavía más pocos quienes le han plantado cara al déspota poderoso, al traidor solapado y al asaltante del bien común. Desde Barrientos y Banzer y hasta (por supuesto) Sánchez de Lozada y varios intocables del actual Gobierno tuvieron que temer a Don Andrés. Se enfrentó a ellos elocuentemente y, en cada caso, cuando ostentaban su mayor grado de poder. El valor, y nunca la irreflexiva bravata pasajera, fue el sello político de Soliz Rada. Andrés Soliz Rada fue de esos pocos a los que muchos, miles, millones les deberán el hambre saciada, la parcela recuperada, la escuela, probablemente la profesión, quizás el ideal de Patria… Es de aquellos cuyas luchas se tradujeron en recuperación de riqueza para todos, en poder de nación unificada, en inmenso orgullo de vida.

Sí, también resultaba excepcional su don de gente. Su voz potente, su dicción clara, sus expresiones precisas y meditadas, aún cuando el tiempo y la enfermedad ya le quebraban el cuerpo.

Muy pocos como él. Indudablemente no debe haber mayor fortuna que tanta dignidad.

Es por la existencia de hombres como Andrés Soliz Rada que resurgen las carísimas esperanzas en una Bolivia distinta y en la consolidación de la unidad latinoamericana.

«Paz en su tumba», «descanse en paz», dirán las formalidades. No don Andrés, los brazos de la Patria Grande lo reciben allá donde contados mensajes se vuelven eternos.

Gracias por todo, hasta pronto, hasta siempre, privilegiada fortuna el haberlo conocido.

Fuente: http://www.elpaisonline.com/index.php/blogs/la-mano-del-moto/item/228881-la-fortuna-de-andres-soliz-rada