Que sí, que no, que quizás, que pronto, que seguro en octubre y ahora no tan seguro de que siquiera halla paro. Los «nuevos» dirigentes del triunvirato cegetista, los tres con escasa representatividad gremial en su haber, dos de ellos enrolados en el Frente Renovador, volvieron a postergar la declaración concreta y con fecha del […]
Que sí, que no, que quizás, que pronto, que seguro en octubre y ahora no tan seguro de que siquiera halla paro. Los «nuevos» dirigentes del triunvirato cegetista, los tres con escasa representatividad gremial en su haber, dos de ellos enrolados en el Frente Renovador, volvieron a postergar la declaración concreta y con fecha del paro general.
No es ajena a esta decisión que, pocos días antes, en declaraciones públicas, el opo-oficialista Sergio Massa, que nunca trabajó por un salario, ni fue miembro de sindicato alguno, haya dicho con absoluta claridad que «no compartía la idea para un paro general de los trabajadores».
En una reunión con ministros y funcionarios del Gobierno, de la que nuevamente salieron sin nada para mostrar y como en otras tantas oportunidades solo con promesas de algún paliativo futuro, el triunvirato cegetista siguió con su política de desojar la margarita.
No es casual, nada es casual, esta burocracia sindical con algunas pocas caras nuevas pero con los mismos criterios con que en la década menemista muchos de ellos hicieron la vista gorda y/o fueron cómplices ante el cierre de empresas, el remate del patrimonio nacional, la pérdida de conquistas obreras y la desocupación, hoy vuelven a repetir esa política con el gobierno de los Ceos y el macrismo.
No los conmueven la enorme cantidad de despidos en el Estado (un ejemplo es Rodríguez de UPCN) ni en la actividad privada (donde se destacan el metalúrgico Calo y el «primera cuchara» Gerardo Martínez, ex informante de los servicios del Ejército), tampoco la pérdida del valor adquisitivo de los salarios, ni los feroces aumentos de precios, no se inmutan ante el aumento de la pobreza y la indigencia, el hambre que se extiende por la geografía del país, el empobrecimiento de las asignaciones y jubilaciones, menos aún el crecimiento de las importaciones de bienes de consumo que concluyen en pérdida de fuentes de trabajo, o la fuga de divisas al exterior.
Están debatiendo, luego de meses de trenzas y conciliábulos para «unificar» la CGT , de reuniones de Secretarios Generales, del Congreso, de Confederales, de entrevistas a destajo con los funcionarios del gobierno, solo un petitorio de medidas paliativas, absolutamente insuficientes para resolver el presente y el futuro de la crisis que estamos viviendo, solo para salir del callejón en el que están metidos por la lucha y combatividad que expresa un sector importante de organizaciones como las dos CTA, trabajadores de cooperativas y precarizados, organizaciones sociales y políticas del campo popular e incluso gremios y regionales de la propia CGT, que han multiplicado, a lo largo y ancho del país acciones, paros y movilizaciones de enorme envergadura.
Los reclamos de nueva apertura de paritarias, aumento extra acorde con el costo de vida para los jubilados, cese de los despidos y suspensiones, la eliminación del impuesto a las ganancias para los asalariados, etc., pasaron a segundo plano. Un silencio aún más preocupante se cierne sobre las manifestaciones públicas de grandes empresarios y funcionarios del gobierno,que incluyen al propio Presidente, sobre una baja de las indemnizaciones por despido, la modificación de la ley de Artículo para reducir costos en los accidentes de trabajo, planes para flexibilizar las condiciones de empleo y «dar trabajo» precarizado a los jóvenes y conjuntamente proceder a rebajas sustanciales a los aportes patronales para las obras sociales y la ANSSES.
No pueden ignorar que el gobierno macrista y los sectores dominantes de la economía, en una estrecha alianza con el imperialismo, tiene un claro plan de volver al pasado de país agroexportador y de extracción minera, estrechar cualquier perspectiva industrial al apuntalamiento de esas actividades (incluso parcial porque han abierto la importación hasta de maquinaria agraria) y de servicios. Un proyecto que presupone un país para menos de la mitad de los que lo habitamos. Que han explicitado clara y públicamente que necesita, como condición para «nuevas inversiones», una masa de trabajadores desocupados que les facilite «bajar costos», vía la desvalorización del salario.
Ni hablar del retorno al manejo de la economía nacional por el FMI, que después de 8 años reapareció en la escena nacional después de haber llevado al país con sus aprietes y «consejos» a la peor crisis de la historia, nada que decir tampoco al creciente endeudamiento del país que, como la experiencia indica, pagaremos los trabajadores y los sectores medios.
Al cierre de esta nota el gobierno habría ofrecido el pago de la cuota de ganancias en el aguinaldo y un «bono» de fin de año para trabajadores y jubilados (se habla de unos miserables $1.000 para estatales y $2.000 para trabajadores privados – si es que los empresarios aceptan) lo que significaría una verdadera burla pero, aun así, les serviría de argumento para levantar el paro resuelto por el Confederal, presagio que no es solo nuestro sino incluso de otros dirigentes de la CGT (como Palazzo, Pablo Moyano y otros).
La otra concesión que haría el gobierno es la cita a una mesa de concertación entre estos sindicalistas y las patronales (los mismos que se niegan a reabrir paritarias, produjeron la estampida inflacionaria, despiden e impulsan la flexibilización laboral) con el aval y el apoyo de la conducción de la Iglesia Católica que aportó su cuota de bomberos del paro, mesa de donde, a esta altura de la feroz ofensiva del capital contra el trabajo, nada positivo podría salir y orientada claramente a ponerle paños fríos a la lucha.
Las declaraciones posteriores a la reunión que realizaron Triaca y Frigerio van en esa dirección, el primero de ellos dijo que «La CGT reconoció la predisposición de ir avanzando en las cosas que el Gobierno viene planteando».
El presente es complejo, aunque puestos entre la espada y la pared le pusieran día y hora al paro, lo que sería importante y positivo para el conjunto del movimiento popular y un severo golpe al macrismo, esto no cambiaría la concepción de esta burocracia enquistada en los sindicatos que lo concebirían como una válvula de escape a las presiones de sus propias bases para comenzar a bailar de nuevo el minué de como seguimos.
A las luchas obreras y populares, que hay que seguir impulsando y organizando, les está faltando una perspectiva política que las aglutine y potencie, un acuerdo amplio y a la vez profundo en su programa de todas las organizaciones políticas, sociales, gremiales, estudiantiles, dispuestas, como están a defender lo conquistado pero que, al mismo tiempo, construya un programa de cambios de fondo en la estructura económica y social del país con un sentido liberador.
No es la unidad dentro del PJ, hoy con clara hegemonía de la derecha, con la que pueden alcanzar estos objetivos, menos aún si esa unidad se da en alianza con los «renovadores» massitas o bajo el paraguas de la «gobernabilidad» que no es otra cosa que conciliación y traición a la lucha y las reinvindicaciones de los trabajadores y otros sectores populares y la alternancia para un proyecto de país que remache su dependencia, la entrega y sus consecuencias de hambre y miseria para los argentinos.
Hoy, como siempre, la alternativa sigue siendo «LIBERACION O DEPENDENCIA» -» PATRIA O COLONIA» .
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