Al usar el navegador Firefox aparece alguna vez esta información de Mozilla que copio a continuación: «Expertos oculares sugieren que alejes la vista de la pantalla cada 20 minutos. Es hora de salir a la calle y respirar aire fresco». No se no dan pistas sobre los «expertos» -o expertas!- que sostienen esa sugerencia. ¿Qué […]
Al usar el navegador Firefox aparece alguna vez esta información de Mozilla que copio a continuación: «Expertos oculares sugieren que alejes la vista de la pantalla cada 20 minutos. Es hora de salir a la calle y respirar aire fresco».
No se no dan pistas sobre los «expertos» -o expertas!- que sostienen esa sugerencia. ¿Qué hacemos?
Si consideramos que no es una buena la información, podemos seguir como si tal cosa. En todo caso, por prudencia tendríamos que contrastarla. No cabe no hacer caso y pasar página.. y a lo de siempre. No parece razonable. No suele Mozilla alarmarnos sin ninguna razón. No afirmo, por supuesto, que debamos creerla a ciegas.
Si la damos por buena porque sabemos del tema o porque alguien informado nos lo explica con detalle, ¿qué hacemos entonces?
¿La tenemos en cuenta en nuestra relación diaria con los ordenadores y artilugios afines?
¿Deberían o no deberían cambiar los ritmos y formas de trabajo?
¿Cuantas horas se obliga a muchos trabajadoras/es, especialmente las más jóvenes, a mirar la pantalla?
¿Con cuántos descansos? ,¿cada cuánto tiempo?, ¿de qué duración?
¿No debemos, así se nos dice, hacer caso de las informaciones científicas contrastadas, de las consideraciones expertas?
¿No debería estar vigente aquí, como también en otros casos, el principio de precaución?
¿Quiénes van a salir perjudicados, especialmente perjudicadas, de este potencial-real peligro?
¿Nada tenemos que decir desde el punto de vista de la prevención? ¿Y desde la perspectiva del derecho del trabajo? ¿Y desde nuestra perspectiva de mujeres con doble o triple jornada?
¿Nuestra salud no es importante, esencial, básica más bien? ¿Podemos jugar con nuestra vista como jugamos al ajedrez?
¿No hablamos y vindicamos, con toda razón, trabajo en condiciones, trabajos dignos, buenas condiciones laborales, tiempo para nuestras vidas?
¿No nos va en ello sino la vida cuanto menos la salud de uno de nuestros órganos más esenciales?
¿No hay aquí una nueva consideración que pone en la picota la actual organización del trabajo, patriarcal y economicista, extendida, apoyada y abonada por la gran mayoría de corporaciones, grandes, medianas o pequeñas?
¿No es éste otro ejemplo más de que para el Capital el trabajo humano, especialmente el de las mujeres trabajadoras y serviles al sistema, no es su capital más preciado?
¿Trabajadoras -y trabajadores por supuesto- de usar, exprimir y tirar? ¿De nuevo?
¿No nos puede ocurrir aquí, como en otros casos, que el tiempo transcurrido entre la causa o causas y el efecto, el largo tiempo de latencia, pueda hacer que nos perdamos por estúpida e irresponsable confianza?
¿Salimos, pues, a la calle y respiramos aire fresco (no el contaminado de muchas de nuestras ciudades) como nos sugiere Mozilla?
Cada veinte minutos, cada media hora. Pero no más. Luego entonces… a la calle, a pasearnos a cuerpo como nos recomendó el poeta. Todas nosotras anunciamos algo nuevo. No queremos ser una pieza de su maquinaria insaciable.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.