A partir de enero, el litro de Magna cuesta $15.99, el de Premium $17.79 y el de diésel $17.05. Esos precios se mantendrán hasta el 3 de febrero, luego habrá dos «actualizaciones» y a partir del 18 de ese mes los «ajustes» se harán diariamente. El alza de precios en la gasolina no es un […]
A partir de enero, el litro de Magna cuesta $15.99, el de Premium $17.79 y el de diésel $17.05. Esos precios se mantendrán hasta el 3 de febrero, luego habrá dos «actualizaciones» y a partir del 18 de ese mes los «ajustes» se harán diariamente. El alza de precios en la gasolina no es un problema que únicamente atañe a los automovilistas, es una cuestión que afecta también al precio de diversos productos y servicios: las organizaciones empresariales han anunciado que con el alza del combustible incrementarán su precio todos los productos de la canasta básica mientras que la Comisión Federal de Electricidad ha anunciado un aumento en las tarifas eléctricas.
El año que comienza será difícil, el incremento al precio de los hidrocarburos es apenas la primera pedrada del año. Algunas personas se quedan únicamente en el plano de denunciar este nuevo ataque contra el pueblo trabajador por parte del gobierno de Peña Nieto y llaman a manifestaciones «ciudadanas», «sin partidos», donde no se está seguro si el enemigo es el gobierno o las empresas gasolineras. Se pierde de vista que se trata en realidad de una política sistemática de los burgueses y su gobierno, lo que vemos es el resultado material e inmediato de la aplicación de la reforma energética.
¿Quién se beneficia con el gasolinazo? Las empresas privadas, femsa, que es la que envasa y distribuye; CocaCola y la que es dueña de las franquicias oxxo la cual estará operando alrededor de 335 gasolineras oxxogas; Petro-7, de la empresa Iconn, que opera las tiendas 7-Eleven con 200 gasolineras; la empresa Hidrosina que se encuentra en México desde 1992 con 400 estaciones y está involucrada en los negocios sucios de Javier Duarte, ex-gobernador de Veracruz; además de las norteamericanas Gulf, que estima operar hasta 700 estaciones, y Chevron, a quien se le comprará la gasolina y se le darán concesiones para oleoductos hacia la región noreste del país.
La reforma energética permite que los privados desarrollen infraestructura de ductos. En este tipo de proyectos empresas como las mencionadas Gulf, Chevron y femsa pretenden participar como inversionistas y asegurar la logística de la «libre importación». Pues la venta y la distribución de gasolina es un gran negocio, tan solo su venta anual en el país tuvo un valor promedio de 377,087 millones de pesos entre 2011 y 2015, según reportes de PEMEX. Ya que antes la burguesía apenas veía una parte de las ganancias (6.5% según la ley anterior), ahora no sólo se está planteando privatizar la venta de gasolina, sino también el trasiego, por ello las empresas Gulf y femsa ya han adquirido los transportes cisterna y los tanques de almacenaje.
El argumento del gobierno es que la carga fiscal sobre PEMEX era demasiada y que la «liberalización» de los precios le quita al Estado el peso de comprar y distribuir la gasolina, es decir sostiene el viejo argumento neoliberal de que mantener un control estatal sobre los precios o inclusive mantener subsidios sobre productos clave como el combustible o la energía eléctrica resulta en catástrofes financieras, por lo que, dicen, el aumento a la gasolina es prácticamente una «bendición». Otros apologistas del neoliberalismo indican que se trata de una medida adecuada , pero hecha en un mal momento, que el precio de la gasolina irá a la alza por cuestiones del mercado internacional y del precio del peso frente al dólar, pero la realidad es que dejando en manos de privados el servicio de distribución y venta del combustible se le da a este sector de la burguesía entera libertad para especular con los precios, aumentándolos a placer; así, mientras la burguesía siga obteniendo grandes ganancias, no les importa que el pueblo sufra.
¿Qué hacer ante la situación? No bastará con dejar de consumir tres días gasolina, como insistía alguna de las convocatorias que circularon en las redes, no bastará una semana de bloqueos carreteros para que cesen la carestía y la pobreza.
Los socialistas tenemos el deber de organizar el descontento popular , no podemos sólo estar en las protestas para no dejar de salir en la foto, se trata de generar la organización que lleve adelante una lucha contra el capitalismo y el neoliberalismo, que impulse la lucha por una nueva nación sin hambre, sin explotación y sin opresión, donde nuestros hijos puedan crecer libres.
Construyamos como un primer paso comités de lucha contra el neoliberalismo, donde juntos y organizados, trabajadores, maestros, estudiantes, campesinos, colonos, amas de casa, nos pongamos de acuerdo y llevemos a cabo acciones de resistencia y lucha contra las políticas que más nos afectan. Tomemos en nuestras manos el futuro, el pueblo no puede esperar al 2018.
¡Contra el despojo, la explotación y la represión, resistencia, organización y lucha por el socialismo!
Nota:
Este artículo fue publicado como parte de la sección ANÁLISIS del No. 22 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Enero-Febrero 2016.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.