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Este 20 de enero miles de ciudadanos norteamericanos, inmigrantes y mexicanos saldremos a las calles a repudiar a Trump

Fuentes: Rebelión

Este 20 de enero asume la presidencia de los Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, el magnate republicano Donald Trump. Este individuo se ha caracterizado por un discurso violento lleno de racismo y xenofobia; se ha presentado como un acérrimo enemigo de la migración, y ha echado andar, incluso antes de asumir la […]

Este 20 de enero asume la presidencia de los Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, el magnate republicano Donald Trump. Este individuo se ha caracterizado por un discurso violento lleno de racismo y xenofobia; se ha presentado como un acérrimo enemigo de la migración, y ha echado andar, incluso antes de asumir la presidencia, una política interior y exterior de franca hostilidad con los migrantes, particularmente los mexicanos, a quienes ha llamado ‘violadores’ y ‘criminales’. Trump ha amenazando con llevar a cabo deportaciones masivas y con levantar un muro de muerte que «inhiba» los desesperados intentos de miles de personas que anualmente intentan entrar a Estados Unidos en búsqueda de lo que en sus países no pueden encontrar. Y más aún, ha amenazado con implementar políticas económicas en perjuicio de México.

Donald Trump asume la presidencia de un país dividido. La tan alabada «democracia» norteamericana ha coronado, por segunda ocasión (Bush Jr. fue el primero) a quien realmente perdió en el sufragio directo: Trump obtuvo aproximadamente 2 millones de votos menos que Hillary Clinton, pero los votos en Estados Unidos no se cuentan de forma directa, sino que son concentrados en 538 «representantes electorales» que conforman el Colegio Electoral, y en el cual se disocia el número de votos del número de personas. Así, la «democracia» norteamericana puede premiar con la victoria a quien realmente pierde en el voto popular y directo. Una vez más… ganó quien perdió. Aún así, 2 millones de votos representan una ventaja pequeña, y en realidad, el país se encuentra dividido a tal punto, que le empiezan a llamar «Estados Desunidos de Norteamérica».

Y rapidito, ya asegurado en el poder, Trump ha comenzado a confirmar su nefasto papel y a quienes realmente representa. Cual magnate que maneja un consorcio financiero, ha nombrado a empresarios multimillonarios a cargos públicos en su gabinete de gobierno. Es claro que a esta mafia de magnates poco les interesa gobernar para el pueblo estadounidense, inlcuidos los millones de migrantes que viven actualmente en ese país. Para un botón de muestra: la encargada de dirigir la política educativa del país será la multimillonaria Betsy Devos. Esta persona ha apoyado abiertamente la privatización de la educación pública y el uso de recursos públicos para financiar la administración privada de las escuelas, usando un modelo de empresa donde interesa más incrementar las ganancias y utilidades que forjar personas con vocación científica y humanista. Si ya hoy día estudiar una carrera en Estados Unidos es costosísimo y endeuda a familias por mucho tiempo, esta situación sin duda empeorará.

No menos preocupante es el nombramiento como Secretario de Estado de Rex Tillerson, quien hasta hace unas semanas dirigió Exxon, el mayor corporativo petrolero del mundo. Exxon se ha destacado por fomentar la negación del cambio climático en aras de continuar extrayendo petróleo a ultranza, usando formas de extracción altamente contaminantes, mismas que son responsables de contaminación alarmante en el mundo. Así, Trump gobernará no para satisfacer las necesidades de las mayorías en relación con la pobreza, la educación, la seguridad social o la salud, sino para impulsar nuevamente los grandes negocios de grupos minoritarios y millonarios a costa del bienestar social y severos daños a la ecología mundial.

El gabinete de élites, con Trump a la cabeza, se ha ensañado contra nuestro país, y las consecuencias en el corto plazo se prevén críticas en lo social y económico. Trump aún no asume la presidencia y ya sus declaraciones y amenzas han llevado a la cancelación de inversiones en México, que se traducen en una disminución en la creación de empleos. Trump habla de renegociar tratados de libre comercio de forma que los beneficios sean aún más directos y practicamente exclusivos para EU. Habría que renegociar estos tratados, sí, pero garantizando el beneficio del pueblo de México, y no sólo de unos cuantos empresarios y políticos. Trump también dirige amenzas de gravar con altísimos impuestos los productos hechos en México, y amenaza con gravar las remesas, que son una fuente de ingresos muy importante en nuestro país. Tal vez una de las cosas más preocupantes sobre Trump, una que constitutye realmente un peligro a nivel mundial, es que busque pleitos con China e impulse la carrera armamentista.

Mientras tanto, el desprestigiado gobierno de Peña se empeña en promover reformas estructurales encaminadas a desmantelar nuestra infraestructura y producción internas en aras de su privatización, haciendo de México un país completamente dependiente de importaciones. Así, produciendo petróleo, compramos gasolina. ¿Por qué? Pues porque para Peña y sus secuaces, todo se reduce a exprimir al pueblo, a vivir a costillas del erario público, a robar. Este gobierno no es más que una casta de políticos, diputados, magistrados, partidos políticos e instituciones que despilfarran el dinero público, usurpándolo para otorgarse lujosos niveles de vida que rayan verdaderamente en el escándalo: casas y apartamentos en Las Lomas, en Valle de Bravo, en Miami, relojes de los más caros del mundo, teléfonos de última moda, y, por si fuera poco, vales para gasolina! Para colmo, Peña ha tenido la desvergüenza de nombrar a Luis Videgaray como Secretario de Relaciones Exteriores. Videgaray, sí, el mismo que orquestó la penosa invitación del candidato Trump a México en septiembre! a Peña le importa poco lo que ocurrirá en terminos económicos a nuestro país, y no tiene la más mínima dignidad. Es una vergüenza. El gobierno de Peña, por sí mismo, nunca buscará una solución con miras a enfrentar la hostilidad de Trump. Cuando Peña le responde a Trump que los mexicanos no pagaremos el muro ya nadie le cree. Basta con recordar sus promesas de no elevar el precio de la gasolina.

El muro que necesitamos no es un muro de odio y racismo como el que ya han construido los presidentes de EU y que Trump pretende agrandar y reforzar, sino uno de dignidad y trabajo. Necesitamos un «muro» que evite que año con año miles y miles de mexicanos arriesguen sus vidas y dejen a sus familias para intentar cruzar la frontera. Los millones de mexicanos necesitamos que se garantice una vida digna dentro de nuestras fronteras. Que los índices de desempleo se abatan, que los salarios se incrementen para dignificar los deplorables niveles de vida de los trabajadores, que los grandes empresarios dejen de eludir la justicia y sean obligados a pagar impuestos por las millonarias ganancias que les producen millones de empleados, que las prestaciones y la seguridad social se vuelva política de Estado y no en programitas que no resuelven las necesidades reales de salud de los mexicanos. Que se deje de mantener a los partidos políticos con presupuestos multimillonarios; estos zánganos no son más que parásitos y vividores que se dedican a robar. Es mentira que son servidores públicos, es mentira que administran. Necesitamos que las universidades sean centros de formación de profesionales y que nuestros profesionistas, formados con el dinero y esfuerzo del pueblo, permanezcan en México en lugar de huir a otros países. Los mexicanos requerimos del fortalecimiento de nuestro agro y la elevación de la calidad de vida de los millones de campesinos que son abandonados a su suerte entre la pobreza, el narcotráfico, y ahora las amenzas de las trasnacionales que pretenden adueñarse de nuestra biodiversidad y recursos naturales. Y principalmente necesitamos recuperar de los saqueadores de cuello blanco nuestra industria energética, la utilización real y construcción de refinerías capaces de generar las condiciones para dejar de importar gasolinas y producirlas en territorio nacional.

Los sucesivos gobiernos neoliberales desde de la Madrid hasta Peña han dejado a nuestro país en condiciones de saqueo de tal magnitud, que incluso implementando políticas adecuadas, los resultados no serán visibles en el corto plazo. Aunado a esto, la humillante pobreza y la violencia en aumento hacen de la actual una situación difícil, pero no imposible. Ante este escenario, es necesario actuar, y hacerlo lo antes posible. Es necesario sacudirnos las sanguijüelas que son Peña y sus secuaces, para que dejen de chuparle la sangre a nuestro pueblo. LO QUE PROCEDE ES QUE SE LARGUE PEÑA y se lleve consigo a su pandilla de ladrones y corruptos que con sus políticas y negocios sólo agravan la pobreza, el desempleo y la violencia. Para ello, el pueblo tendrá que organizarse y juntos forzar su salida. Ante este escenario, nuestro deber es luchar por reconquistar los derechos sociales que nos están arrebatando y defender a nuestro pueblo en ambos lados de la frontera de los insultos y la humillación de los ‘Trumps’, y del robo y despojo de los ‘Peñas’.

Existe un gran descontento y repudio contra Trump en la población estadounidense. Nuestro descontento y el de ellos unido y organizado podrá vencer a los enemigos de ambos pueblos. Los pueblos del mundo merecemos mejores gobiernos. Es simplemente inaceptable que nos gobierne la ineptitud y la estupidez a ambos lados de la frontera.

¡Tomemos la defensa de nuestros connacionales y de nuestro país en nuestras manos! 

¡A organizar asambleas de discusión y organización!

¡Abajo Trump y sus amenazas!

¡No al gasolinazo!

¡Abajo la Reforma Energética y reformas estructurales!

¡FUERA PEÑA!

Demostremos unidad y dignidad contra Trump y Peña. Luchemos por un mejor país.

MARCHA viernes 20 de enero, 16 horas Embajada de EU.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.