El pasado 25 de enero, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresó claramente que la reunión programada para el martes 31 de este mismo mes con su contraparte mexicano, Enrique Peña Nieto, no tendría sentido «si México no está dispuesto a pagar por el muro tan necesario», lo mejor sería «cancelar la reunión». […]
El pasado 25 de enero, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresó claramente que la reunión programada para el martes 31 de este mismo mes con su contraparte mexicano, Enrique Peña Nieto, no tendría sentido «si México no está dispuesto a pagar por el muro tan necesario», lo mejor sería «cancelar la reunión». Así, con la mano en la cintura, el presidente de los EUA sigue imponiendo su agenda ante un gobierno mexicano subordinado y sometido a los dictámenes del imperialismo norteamericano. Ante la inminente cancelación hecha por Trump, no le quedó de otra a Peña Nieto que salir a decir, horas más tarde, que la reunión programada para el martes no se realizaría. Esta última acción retumbó prácticamente en todos los espacios publicitarios del país; en radio, televisión y prensa escrita se resaltaba la «postura de dignidad» del mandatario mexicano, del gran temple para rechazar al presidente norteamericano; pero lo que no se decía era que Trump había cancelado con anticipación, y que inclusive funcionarios mexicanos que habían sido enviados a EUA para hacer los preparativos de la reunión, siguieron hasta el último instante intentando que no se cancelara dicho encuentro. Peña Nieto no hizo más que ajustarse a las circunstancias, y todo ello bajo un discurso patriótico de dignidad.
Ante la agresión imperialista, encabezada por Trump, Peña Nieto ha llamado a generar un «frente común» para defender los intereses nacionales. Pero, ¿a qué intereses nacionales se refiere Peña Nieto? Lo ha dicho claramente: tiene que ver con el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica, la situación del TLC y la afectación en los mercados del país; esto es a lo que llama la defensa de la «soberanía nacional». Es decir, se refiere a intereses que no corresponden con las aspiraciones del pueblo mexicano, sino con las aspiraciones de grupos empresariales, tanto nacionales como extranjeros, que se han enriquecido en el país gracias a las políticas económicas implementadas en los últimos años, y que han sido potenciadas con la aplicación de las reformas estructurales aprobadas en el gobierno de Peña Nieto. Para los que gobiernan este país, no es de interés nacional la pobreza que padece más de la mitad de la población; la exclusión a un empleo, a la salud y a la educación de millones de mexicanos; el despojo de comunidades de sus hogares para la construcción de megaproyectos; tampoco la destrucción y degradación ambiental que éstos mismos proyectos generan; para ellos, el interés nacional se reduce a la estabilidad económica para que las cosas sigan igual: por un lado, sectores que se siguen enriqueciendo, y por otro, un pueblo que se sigue desangrando. Es por esto que se ha hecho el llamado de «unidad nacional» desde las cúpulas empresariales, el Congreso, gobernadores, partidos políticos y medios de comunicación; ademásdel desprecio mostrado por Trump hacia el pueblo mexicano y en particular hacia los migrantes. Pero, ¿es que acaso el gobierno mexicano es distinto en este aspecto?, la respuesta está en la sistemática violación de los derechos humanos de los migrantes centroamericanos que cruzan por nuestro país, en su intento de llegar a EUA son extorsionados, torturados e incluso asesinados por bandas criminales que, en la mayoría de las veces, cuentan con el apoyo de las autoridades nacionales. No podemos olvidar la masacre en San Fernando en 2011, donde hubo 72 migrantes asesinados. Hay un sistemático desprecio y persecución, no sólo contra los migrantes, sino contra todo el pueblo de México. Unidad con ellos, jamás!!
«Tenemos ofendida la dignidad!», repiten a coro los gobernadores del país, cuando ellos son partícipes directos de la situación de despojo, de violencia, de robo a las arcas públicas, de violación a derechos humanos, de la privatización de los servicios públicos, de incubar sentimientos racistas contra los campesinos y obreros, de promulgar decretos que aplastan al pueblo de este país; la indignación es nuestra por partida doble: por el saqueo que han hecho de nuestro pueblo y por el cinismo y la desfachatez que muestran al decirse ofendidos. Unidad con ellos, jamás!!
La unidad nacional en torno al gobierno de la República, principalmente alrededor de la figura de Peña Nieto, se está construyendo desde todos los sectores aludidos. Esta unidad «es la más sorprendente que he visto desde los sismos desde 1985», dice Carlos Slim (el hombre más rico de un país que tiene a la mitad de su población en pobreza); a diferencia de lo que ocurre en EUA donde Trump no tiene apoyo generalizado, «aquí hay solidez y acuerdo unánime en cerrar filas en torno al Presidente», dice el dirigente nacional del PRI; «no vayan a EUA, visiten México!», alardea el promocional televisivo cuando la mayor parte de la población ni siquiera tiene ingresos para pensar en salir a vacacionar, es un cinismo enorme. Esta unidad es la que se está construyendo desde arriba, impulsada por empresarios, partidos políticos y medios de comunicación; es decir, los mismos que han mantenido su desprecio y sometido al pueblo de México a su antojo. Unidad con ellos, jamás!!
La tan cacareada valentía y dignidad mostrada por Enrique Peña Nieto quedó al descubierto prácticamente al día siguiente de ratificar la cancelación de su encuentro con Trump, ya que acordó, junto con el presidente norteamericano, que no hablarían más del asunto del muro de manera pública. «¿Qué hubieran hecho ustedes?», frase de Peña Nieto utilizada para justificar el aumento del precio de las gasolinas pero que seguramente no dudaría en volver a utilizar para referirse al pacto hecho con Trump. Ante la embestida directa del presidente de EUA con construir y ampliar el muro en la frontera y que además sea México quien lo pague mediante un aumento del 20% de aranceles a las importaciones estadounidenses provenientes de México, el gobierno mostró sumisión y sometimiento. No hablar de frente al pueblo mexicano, no decir las cosas directas a la nación no es dignidad, es subordinación al imperio. «No caer en provocaciones», gritan juntos el Congreso y el Poder Ejecutivo. Pero, ¿cuál dignidad es esta que pide guardar silencio cuando te amenazan, te embisten y te golpean?, ¿de qué dignidad hablan cuando piden pactar a espaldas del pueblo? ¡No podemos quedarnos callados, no nos pueden pedir que no caigamos en provocaciones cuando nos siguen golpeando, claro que hay que caer y responder, eso es dignidad! La dignidad es hacerle frente de manera directa a los embates y amenazas hechas por el gobierno de EUA, es pactar con el pueblo de México y jalar adelante, es no dejarse mangonear por nadie, es hablar de frente y no ocultarse; es claro que Peña Nieto no va a hacer esto, no lo puede hacer porque no representa ni representará en ningún momento a nuestro pueblo, por ello, no puede ser digno, porque la dignidad viene desde el pueblo, y los de arriba carecen de ella. Por eso decimos, ¡unidad con ellos, jamás!!
El llamado a la unidad surge justamente cuando el gobierno mexicano carece de credibilidad y legitimidad ante el pueblo, quieren aprovechar el enojo y rabia que sentimos los millones de mexicanos ante las acciones y discursos de Trump, y con ello olvidar la reciente alza del precio de las gasolinas que ha generado un malestar nacional y, eso sí, unidad en contra del gobierno de Peña Nieto. Quieren borrar de un plumazo que son ellos los responsables de que el país se encuentre sumido en la pobreza, en la informalidad, en el desempleo, en el narcotráfico, en la carestía y en la violencia. Hoy nos llaman a la unidad nacional y por la dignidad del país los mismos que en 2009 atacaron y difamaron a nuestros electricistas, los mismos que hostigan y persiguen a los maestros, los mismos que son los responsables directos de la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa, los mismos que reprimen y disparan contra el pueblo como en Nochixtlán, los que aprobaron la reforma educativa, energética, laboral y hacendaria, cuyo objetivo es entregar la riqueza del país a negocios privados, provocando una miseria económica y educativa en nuestro pueblo. Hoy llaman a la unidad nacional los que se han encargado de dividir a nuestro pueblo, lo que fomentan la ruptura social, los que nos han despojado, saqueado y reprimido. Unidad con ellos, jamás!!
Ante esta situación claro que se necesita una unidad nacional, pero esa unidad tiene que ser con el pueblo, no con los de arriba. Unidad nacional con el maestro, con el campesino, el estudiante, la ama de casa, el trabajador informal, el migrante, el desempleado, el obrero; es decir, con lo mejor que tenemos como país: nuestro pueblo. Ya anunciaron que el 4 de febrero vendrá el segundo gasolinazo; no podemos permitirlo. Requerimos unidad contra Donald Trump, pero también contra Enrique Peña Nieto; esa unidad no puede venir de los medios de comunicación, ni de las cúpulas empresariales, mucho menos de partidos políticos; tiene que venir desde abajo, construyéndola desde las asambleas populares, en los centros de trabajo, en las marchas y ahí donde se convoque al pueblo a sumarse para tomar nuevamente el curso de la historia en nuestras manos.
¡Basta de la falsa unidad nacional!
¡No a la política de odio y racismo!
¡No al gasolinazo!
¡Fuera Donald Trump!
¡Fuera Enrique Peña Nieto!
¡Unidad con el pueblo mexicano!
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