Imagínense que trabajan en una administración pública. Una que, como es habitual, arrastra desde hace años el grave problema de consumir software privativo. Una de las que se están planteando dejar de depender tecnológicamente de unas pocas multinacionales de esas que monopolizan el acceso al conocimiento, que está pensando dejar de gastar en licencias por […]
Imagínense que trabajan en una administración pública. Una que, como es habitual, arrastra desde hace años el grave problema de consumir software privativo. Una de las que se están planteando dejar de depender tecnológicamente de unas pocas multinacionales de esas que monopolizan el acceso al conocimiento, que está pensando dejar de gastar en licencias por invertir en servicios, que le gustaría trabajar con empresas locales.
Ahora imaginen que se enteran que se va a celebrar la que se anuncia como la feria y congreso de software libre más relevante del momento. Bueno, no dicen software libre porque queda mucho más interesante utilizar terminología anglosajona (FLOSS, open world economy, open innovation…), pero se entiende. Y uno, imagínense, se ilusiona. Podrá asistir y conocer alternativas que le permitan avanzar hacia una migración a software libre en la que ya no dependa de esas multinacionales que, durante tanto tiempo, han aprovechado su modelo de especulación con el conocimiento. Por fin uno va a poder dejar de trabajar con Microsoft, con ESRI,…
Llega el día y con una sonrisa entras en OpenExpo…y de repente algo pasa…no puede ser…te has equivocado de día o de lugar. Revisas la entrada, miras los carteles…todo parece estar correcto.
¿Entonces, cómo puede ser que lo primero que veas al entrar sea un gran stand de Microsoft?
Bueno, quizá, quién sabe, un descuido de la organización…demos una vuelta por la feria a ver que ofrecen…vaya, pegatinas…¿un stand de ESRI?…más pegatinas…»I love free software», «Powered by…»…en fin, piensas, cogeré algunas pegatinas para los compañeros de trabajo. También hay 2 coches, para hacerse fotos…
Mejor vas a ver las ponencias…revisamos el programa…curioso, ponencias de Microsoft…entremos en una a ver…ni cinco minutos aguantas, mejor te sales…en fin, sigamos viendo el programa…¿algo interesante?…ponencia de ESRI…vayamos por curiosidad…a ver, dicen que son «Open vision»…¿pero?¿esto está pasando?…revisas el programa por tercera vez, por fin algo interesante, una sesión sobre la falta de visibilidad de las mujeres en la tecnología («women in open technology», claro)…a ver, ¿dónde es?…no encuentras la sala…ah, está ahí arriba, separada del resto de salas y de la feria…¿habrán querido hacer una metáfora con esto de la falta de visibilidad?…¿las sesiones más interesantes y que…por fin…nada tienen que ver con empresas de software privativo en la ubicación menos visible? curioso descuido…¿Qué queda por ver?¿La ceremonia de los premios al software libre? Visto lo visto, hasta será divertido…veamos, ¿dónde los dan?…ja, no puede ser, de verdad, ¡qué humor!…¡en la «Sala Microsoft»! Y ahí, viendo los premios, por fin, una de las personas que recibe un reconocimiento «Montserrat Boix» dice lo que estas pensando: «Se hace raro estar en un evento de software libre, en la sala Microsoft, rodeada de logos de Microsoft…la coherencia es importante».
Te vas para casa, pensando en lo que has visto, en que el mercado naciente del software libre lo están -de nuevo- intentando monopolizar los de siempre, los que especulan y cierran el conocimiento, y que la comunidad -parece- no se está dando cuenta de la necesidad de crear una industria alternativa y que esto del software libre debería ser algo más que repartir pegatinas.
Fuente: https://blog.gvsig.org/2017/06/06/openexpo2017-mas-pegatinas-que-coherencia/