De los mexicanos se dicen muchas cosas, unas buenas y otras no tanto, pero una que sí es la mera verdad es que sabemos trabajar, somos gente chambeadora y no tememos ensuciarnos las manos. Y bueno, con lo difícil que está la situación, uno ya tiene que entrarle a todo; a todo lo bueno, no […]
De los mexicanos se dicen muchas cosas, unas buenas y otras no tanto, pero una que sí es la mera verdad es que sabemos trabajar, somos gente chambeadora y no tememos ensuciarnos las manos. Y bueno, con lo difícil que está la situación, uno ya tiene que entrarle a todo; a todo lo bueno, no piense mal.
Dice la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), publicada en febrero de este año, que los habitantes de la Ciudad de México vivimos en el cuarto estado con mayor tasa de desocupación después de Tabasco, el Estado de México y Querétaro. Al mismo tiempo, aumentó el número de personas que pasaron a trabajar por cuenta propia, en total 11.2 millones en todo el país, 161 mil más que el tercer trimestre del año pasado. Es decir, cada día nos entran más las apuraciones por conseguir empleo y, como no dan en ningún lado o lo que dan no alcanza para nada, pues uno prefiere ponerse a buscar chambitas por su cuenta.
Así estamos una gran masa de plomeros, electricistas, diseñadores, talleristas infantiles, pepenadores, traductores, fotógrafos y un sinfín más de profesionistas y sabedores de oficios quienes tenemos que salir todos los días a ganar el pan porque no tenemos asegurado nada en esta vida.
Sin embargo, esta vía, ahora tan difundida bajo la idea de «libertad» donde «uno puede decidir su lugar, horario y ritmo de trabajo», en realidad tampoco mejora mucho la situación. Según el INEGI, 27% de los trabajadores independientes, ahora llamados freelance o mejor conocidos como chambitas, tiene un ingreso promedio de sólo un salario mínimo al mes y el 19% de hasta dos. Es decir, casi la mitad vive con $4 440.84 o menos al mes. Ahora imagínese que con eso hay que pagar la renta, la luz, el agua, el gas… y bueno, comer, si es que da chance.
Otro factor al que nos enfrentamos quienes trabajamos así es que, evidentemente, no tenemos ningún tipo de prestación, ni seguridad social ni mucho menos algo para pensar en el futuro. Al mismo tiempo, muchos profesionistas se ven obligados a sumergirse en las oscuras aguas del Servicio de Administración Tributaria (SAT) porque ya en casi todos lados te piden recibo de honorarios. Así, del dinero que supuestamente te van a pagar mucho se va para impuestos que uno jamás verá en acción.
Es claro que al gobierno le viene importando poco lo que nos pase a los trabajadores independientes. El Estado no fomenta que se mejoren las condiciones de los trabajadores ni tiene por interés que se revisen los casos particulares de quienes andan sacando chambitas, pues muchas veces el empleador «se queda sin dinero» y simplemente no paga y, bueno, ahí se va nuestro tiempo, esfuerzo y trabajo sin que tengamos la posibilidad de reclamar nada.
El gobierno fomenta este tipo de empleo porque le conviene a sus intereses de clase, es decir, a los intereses de la burguesía. Para ellos, entre más gente trabaje de manera independiente habrá menos personas que exijan sus derechos laborales, muchos menos pensiones que pagar, menos afiliados al IMSS o a las distintas dependencias de gobierno.
Por eso, no debemos dejarnos engañar cuando nos dicen que las nuevas generaciones prefieren ser freelance debido a su soltura y creatividad, sino al contrario, si los jóvenes nos vemos orillados a trabajar así es porque no hay de otra, porque todos los empleos que nos ofrecen dan salarios de miseria en condiciones indignas, porque muchos puestos de trabajo quedan lejísimo de nuestros hogares y por eso preferimos andar saltando de un lado al otro, pidiendo prestado y huyendo de la doña de la tanda porque apenas alcanza para comida y pasaje.
Ante este escenario se vuelve urgente que todos aquellos que nos vemos en la necesidad de trabajar de manera independiente también nos organicemos y luchemos porque existan más y mejores puestos de trabajo con contratos claros, con seguridad social y todas las prestaciones, además, porque se reduzcan los impuestos a los trabajadores que damos recibos de honorarios y se agilicen los trámites en el seguro, cotizar para generar antigüedad y tener una vejez digna.
Como Organización de Lucha por la Emancipación Popular consideramos necesario que todos los trabajadores, sin importar el sector, deben de tener un trabajo digno, salario justo y seguridad social. Para esto, es necesario que cambie el modo como se produce en nuestro país porque actualmente somos una gran masa de personas que salimos todos los días a chambear para que unos cuantos se queden con las ganancias y a nosotros nos avienten unas migajas.
Compartamos nuestras experiencias como trabajadores, organicémonos, agrupémonos en sindicatos independientes y clasistas en todos los espacios, incluso los que somos trabajadores independientes; busquemos formas para luchar por nuestros derechos laborales y humanos. Los invitamos a leer nuestro Programa Mínimo de Lucha y a tomar como bandera nuestro tercer punto: la defensa y recuperación de los derechos económicos y sociales . Luchemos juntos por un acceso real al trabajo bien remunerado y con respeto a todos los derechos labores, asimismo exijamos el aumento en el salario mínimo al menos en un 100% porque con $2 220.42 no alcanza para vivir.
¡Trabajo digno, salario justo y seguridad social!
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección TRABAJO del No. 26 de FRAGUA , órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Junio-Julio 2017.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.