Guillermo Almeyra, es quien se pregunta lo de arriba y reempezar lo que sexenalmente es uso y costumbre con lo del presidencialismo en México, existiendo un escenario violento y criminal en el país (de y en) sombras espectrales que Calderón y Peña Nieto, habrán de colgar entre pecho y espalda al presidente que llegue, haiga […]
Guillermo Almeyra, es quien se pregunta lo de arriba y reempezar lo que sexenalmente es uso y costumbre con lo del presidencialismo en México, existiendo un escenario violento y criminal en el país (de y en) sombras espectrales que Calderón y Peña Nieto, habrán de colgar entre pecho y espalda al presidente que llegue, haiga sido como haiga sido.
Es tanta la normalización en la indolencia y la indiferencia sociales que, la crónica de los años y los días redactada a diario con los muertos, los desaparecidos y los desplazados es una afrenta, y no, una ofrenda, morirse de manera natural. No es que sea una afrenta y una ofrenda a la muerte de lo mexicano en los mexicanos, sino que la violencia y el crimen no se cansan con los gobernantes y los gobernados, los narcos y los sicarios, los empresarios y los militares. No porque haya sido el Pacto por México o el reciente Frente Amplio Opositor, tal vez sí y/o quizás no, porque en la anticipación inmediata y mediática estamos pensando y preguntándonos: ¿En qué mundo se realizarían las elecciones de 2018?, y uno responde que en el mundo de arriba, en el cielo de en medio y en la tierra de abajo, siempre y cuando, nos quede claro, transparente y hasta con rendición de cuentas que esto del mundo lo saben mejor Los Zapatistas, no nada más por lo de un mundo posible, acaso por el caos y el ocaso en el país de sombras espectrales, el supuesto Estado fallido mexicano, la corrupción y la impunidad, el muerto, el desaparecido y el desplazado Estado de Derecho.
Los intelectuales que son los sesgadores del año viene con los campesinos que son los segadores de las malas temporadas en el campo, desruralizado y trazado, en carreteras con desarrollos inmobiliarios turísticos, a las horas de las deshoras, no están para entenderse con la astrología urbana y la cosmo(a)gonía rural, cuando se trata, afirmativamente, «de la explotación y opresión del capital para luchar por la liberación nacional y social.»
De julio 2017 a julio 2018, será un año que viviremos en peligro como todos los años sexenales anteriores del presidencialismo contra las drogas de los narcos y las deudas de los ciudadanos, el desabasto de la ética con la mala nutrición de la moral, muriéndose nuestros jóvenes aunque los jóvenes en la plaza de Tahrir siguen pensando y haciendo que la revolución sea más un convicción de conciencia y de condición humana, parando a los gobiernos sucesorios por más faraónicos y militares que sean, o, a los ucranianos que les reventaron los cráneos en la plaza Maidan, mientras en el país de sombras espectrales, conservadoramente, los intelectuales, los libres pensadores, dicen hay que tener cuidado con «los virajes autoritarios», como si los muertos, los desaparecidos y los desplazados fueran nomás los daños colaterales de un Estado fallido que no ha podido en la guerra contra las drogas y lo que en ellas se generen con los virajes autoritarios y con los viajes imaginarios y maravillosos en petates voladores a un país que no es de este mundo sino quizás sí y/o tal vez no, de otro mundo raro a lo José Alfredo Jiménez, donde la vida no vale nada.
Si el país en que vivimos, sobrevivimos y malmorimos, pues, qué mundo, pus/pos(t)verdadero, el de las sombras espectrales como en el mundo de Comala con su Media Luna, ¿la del Medio Oriente o la mexicana?, las rojas, violáceas, violentadas y violadas. Cuando nos constreñimos únicamente a México, nos gana una depresión provinciana del tamaño del mundo que no hayamos qué hacer con los hijos como futbolistas o narcos e hijas levantadoras de pesos o buchonas que, no corresponde únicamente a Sinaloa y sí a la RepMex., cuando de por sí el país tiene de sobra sus halcones y sicarios desde los cerros de afuera a las lomas residenciales de adentro.
Así como existen leyes y hechos criminales como para sancionar, enjuiciar y sentenciar, el tiempo se nos va en-encubrir, solapar y ahuecar el espacio entre los gobernantes-los gobernados y a los que siempre están fuera de la Ley y por más que se diga que nadie está por encima de la Ley, pues resulta que está abajo haciendo adobes para traficarlos con los que están encima de la Ley para sobornarlos, dedicándoles semanas de rating en los medios impresos, televisivos, radiofónicos y digitales para ver quién compra más y lee y escucha menos, porque nada de nadie y de alguien era cierto, verdad y pos(t)verdad, tal vez sí y/o quizás no, la pusverdad.
Ahora, un mundo más abierto y más cerrado a la vez, del capitalismo al fundamentalismo con los nacionalismos y los comunismos, no es el mejor mundo de hoy, mañana y pasado mañana, porque USA, Rusia, China y Corea del Norte nos tienen con el santo nuclear de las ojivas metidas al revés en las cabezas decapitadas del Estado Islámico y los Narcos-Sicarios, no hallando uno-un mundo adecuado a las expectativas políticas y electorales en el provincianismo de México ante y para qué mundo.
El mundo es lo que somos, y no hay espejos más grandes que el cielo y el mar para no andar preguntándonos y especulando quiénes somos, de dónde venimos, dónde estamos, qué hacemos y hacia dónde vamos de aquí, si no es acaso al caos de lo que somos en el mundo de gente que nos habitamos, nos explotamos, nos hacinamos, nos despojamos y nos parasitamos, y un día después que votemos para el 2018, murámonos de vergüenza con la autocrítica del martillo o del látigo, si es que todavía la tenemos para ese entonces, por haber votado en un país de sombras espectrales con más paladas de tierra, indiferencia e indolencia para los muertos, los desaparecidos y los desplazados, porque, los vivos, bien, gracias, a la desgracia nacional, de Pedro, El Infantecida.
Lo lamentable por patético es que Los Olvidados de Buñuel siguen olvidados con Los Hijos de Sánchez, de Lewis, no pudiendo encontrar a la matriarca ni al patriarca por ningún lado, lugar y sitio que, en lugar de ascender, descendemos, al no lugar que es un país (de y en) sombras espectrales, vuelta pa’tras o vuelta pa’delante, en el año 2018, casi como un destino obligado a confrontarlo en las urnas llenas con los muertos, los desaparecidos y los desplazados del 1968-1988-2000-2006-2012-2018: entre julio y octubre serán 50 (cincuenta) años de explotación y opresión como para luchar por la liberación social y nacional, y como para no justificarnos que hizo falta tiempo y espacio, condición y conciencia humana, cuando se ha tenido de sobra para la corrupción, la violencia, el crimen y la impunidad en el país de sombras espectrales.
La interrogante persiste: «¿En qué mundo se realizarían las elecciones de 2018?» Digamos que todo está dicho pero no hecho para el 2018, y para el 2018 será un mundo de dinero desde el INE a los partidos, no habiendo proceso electoral que aguante tanto dinero para la supuesta transparencia y la simulada rendición de cuentas, así como casi ningún ciudadano elector que nomás deslice su voto nomás porque la conciencia lo convencerá que votar es universal, libre y secreto.
La vida, después de todo, apremia y premia, habiendo plazos para que sí se cumplan en esos tiempos y espacios vivos y muertos en esos escenarios en que la condición humana es la conciencia del ser humano como ciudadano de la identidad y la pertenencia a una nación que si no ha cumplido con el servicio cívico de la ética y la moral, la credencial de Elector, únicamente, servirá para identificarse como un mexicano más en las estadistestificaciones del miedo, el fraude, el terror y el horror de los muertos, los desaparecidos y los desplazados, por siempre.
A los mexicanos, nos gusta La Historia porque cada vez que aprendemos de sus lecciones, las repetimos, una y otra vez, en los pensamientos, las palabras, los actos y los hechos.
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