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Un vaso y sus tendencias

Fuentes: Rebelión

Una cosa, entre muchas, quedo clara con la votación del domingo: la expresión de un sentimiento popular mayoritario contrario a la perspectiva del gobierno. En relación al objeto del comicio consistente en la elección de las máximas autoridades judiciales quedó claro que: a) el proceso eleccionario mismo no tuvo ninguna legitimidad, hecho que fue corroborado […]

Una cosa, entre muchas, quedo clara con la votación del domingo: la expresión de un sentimiento popular mayoritario contrario a la perspectiva del gobierno.

En relación al objeto del comicio consistente en la elección de las máximas autoridades judiciales quedó claro que: a) el proceso eleccionario mismo no tuvo ninguna legitimidad, hecho que fue corroborado en que el 51,35% [1] (mayoría absoluta) rechazó este proceso.

b) En lo concerniente a los propios magistrados que vayan a ser elegidos, la cosa es mucho más lamentable, puesto que 66% [2] (entre blancos y nulos) del total de votantes desaprobaron a cualquiera de los postulantes. De manera que las autoridades que vayan a ser posesionadas en los diferentes Tribunales tienen un rango mínimo de votación. Los más apoyados, por ejemplo, Gregorio Aro Rasguido (del Tribunal Agroambiental) con 428,191 votos, y Dolka Vanessa Gómez (del Consejo de la Magistratura) con 233, 892 votos, representan, entre los 5,422,140 votos emitidos, un 7,89 % y un 4,31% respectivamente [3] . Eso es una absoluta minoría y por consiguiente una nula legitimidad, en tanto no tiene la representación de alguna fracción importante de la población. Decir que ellos tienen legitimidad es manifestar los viejos ecos colonial-republicanos del país cuando se afirmaba y se defendía, paradójicamente siempre por la pequeña elite gobernante, que las autoridades, respondiendo solamente a un reducido 8 o 10% de la población, eran «autoridades legítimas». Se trataba otrora, claro está, del totalitarismo de la «antilegitimidad».

Otra cosa que quedo clara el día de ayer, así como sucedió con la votación en el Referéndum Autonómico del año 2015, es c) que la gente no va a votar, únicamente, por el objeto en sí de la convocatoria. No es un acto monolineal entre el sujeto votante y el objeto del comicio. Una relación entre «pregunta X» y «respuesta X+» o «X-«, es decir una respuesta en el marco de la pregunta. El acto del votante fue mucho menos lineal. En este caso, la gente fue a expresar un sentimiento, un estado de ánimo, más que ir por la elección de tal o cual postulante. Se podría afirmar, en general, que lo que menos le intereso fue elegir a tal o cual candidato, sino que, en medio de la obligación, expresó un sentimiento acumulado. Fue más una respuesta al contexto, que una respuesta a una pregunta.

Al rechazo, al malestar, a la indignación, se sumó la susceptibilidad y la no-credibilidad de lo que vayan a ser con su voto, de ahí que, como en ningún otro comicio electoral, la gente, mayoritariamente, se preocupó por invalidar por si misma su votación. De manera que éste comportamiento es también un mensaje al TSE, de la no-confianza en su accionar.

Si historizamos lo ocurrido ayer, es decir si lo ubicamos en su momento y en su ambiente histórico concreto entonces no se puede no asumirlo sino como una respuesta del sentimiento mayoritario al actual contexto histórico político. Si hay lucidez en la esfera aludida (en el gobierno) tienen que tomarlo historizadamente, es decir como lo que es todo fenómeno. La gran cualidad de un líder, entre otras, es poder leer e interpretar el sentimiento popular, y cuando eso es muy difuso o contradictorio, es preguntar y escuchar. Pero cuando desobedece a sus bases, por un lado, y ya no puede interpretar correctamente el sentir popular, estamos ante un bloqueo, un bloqueo de mirada y de sentir. Y detrás de ello podría haber algo más agudo, una ruptura (o una distancia) en la que la población ya no se reconoce en el Líder, ya no se identifica con él (puesto que éste último ya no expresa su sentir). Querer ver en este contexto el vaso medio lleno, en lugar de un vaso cuyo contenido se ha ido vaciando considerablemente, y no ver las tendencias internas en el contenido, podría desembocar en que finalmente el Sujeto se encuentre con que ya no haya nada que beber y quiebre el vaso. Lo que está claro en la historia, es que ésta no está del todo definida, en ninguno de sus atributos ni en ninguna dirección, de manera que habrá que poner atención al desarrollo de sus hechos.

Notas:

[1] Fuente OEP al 99,98% de actas escrutadas

[2] Ibid.

[3] Si en la operación no incluimos los votos nulos, que es más del 50%, e incluimos, solamente, los votos válidos (blancos y por alguna opción) entonces ambos ejemplos quedan con 22,55 % y 13,12% respectivamente, tal como da cuenta el TSE. No obstante, si consideramos cifras finales de los elegidos a la luz de la participación global, tenemos que, inevitablemente, incluir en la consideración los votos nulos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.