Solamente los de las derechas y de las izquierdas están optimistas para el peorvenir con la gente, los demás, los otros, nosotros, y hasta los oxxos (por lo de la conveniencia). Las viejas y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación con las redes sociales, puestas y aplicadas por todos los postores e […]
Solamente los de las derechas y de las izquierdas están optimistas para el peorvenir con la gente, los demás, los otros, nosotros, y hasta los oxxos (por lo de la conveniencia).
Las viejas y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación con las redes sociales, puestas y aplicadas por todos los postores e impostores internetianos, mediáticos, digitales y virtuales.
La vieja máquina aceitada con fango y mierda está preparada con los titulares y los analistas y/o politólogos académicos e intelectuales.
Nada, nadie y alguien estamos fuera de lo que es el adentro y los dentros de la voraginación y la regurgitación publipropagandística.
La legalidad consensuada por el INE es y será la ilegalidad sobre la Constitución, por su autonomía, su corrupción, su impunidad, y por ser un aparato de Estado, no ideológico, sino, contenedor electoral, del Prep-Poder, intachable e inatacable.
Cuando la dialéctica electoral se pone de por medio entre el Estado, los partidos, los candidatos y el ciudadano, la voluntad no es garantía de nada, nadie y alguien, pero cuando la mediatización publipropagandística se lanza con la intencionalidad de obtener una respuesta captiva, cautiva y coaccionada con más capacidad proactiva hacia el ciudadano, permeado y trucado, por una cultura política gráfica, visual, mediática y virtual, por no decir analfabeta funcional y digital, descontextualizada, confusa y vacía en valores ciudadanos, constitucionales y electorales, los resultados siempre han sido favorables a la acción-reacción multifactorial del fraude en la intransparencia y la corrupción, lo cual hace que se proyecte el espectro de la dominación del poder político y económico sobre el sujeto social, aunque también total y totalitario: el poder sobre el objeto del poder mismo.
En el poder sobre el objeto de sí mismo, al ciudadano, se le resta a cero de nada, de nadie y de alguien con una alternancia que funciona únicamente en el discurso del poder político y económico, donde el Estado-Partido reintroduce y reinaugura lo monolítico, lo faccioso-fascista y lo decadente: combatir al ciudadano y a la oposición por sus propias fuerzas y debilidades, tanto en la contienda como en la competencia, del poder, a vencer, haciendo lo mismo el otro contrapoder: el marginal que quiere el poder central, sea, único, coalición, alianza y frente.
Un poder vencido es otro poder vencedor; de aquí que la dialéctica social y electoral de la desigualdad económica, sea un dispositivo disparado de más arriba hacia más bajo: lo emergente, lo urgente, y, lo insurgente, no habiendo medios y sí habiendo fines: la reconcentración del poder mismo, el político y el económico con la igualdad del más pobre y el más rico.
Cuando la conducta y la práctica del Estado mexicano-Presidencialista, ha sido el paternalismo y el autoritarismo, se ha logrado, a todo modo, el totalitarismo, a la mexicana, con el chantaje, el cohecho, la complicidad, la mordida, la corrupción y la impunidad, y al declarar la guerra al narco, la violencia y el crimen, siendo más voraz y metálica la corrupción y la impunidad con resultados funestos y fúnebres con los daños colaterales de los muertos, los desaparecidos y los desplazados.
Nada, nadie y alguien por más que se digan éticos y morales, en campaña, van a dejar de pensar, desear y tener el poder que la constitución, el estado y el presidencialismo otorgan como mandato (de y para) el pueblo, no sin antes hacer con el poder lo que se pueda ser y hacer: relegar al pueblo entre la inclusión del discurso y la exclusión a su realidad social, cuando el poder político y económico quiere ser y hacer para sí mismo y quien lo represente como un presidente metaconstitucional y supremo comandante de las fuerzas armadas, retrazando y reforzando la jerarquía en el ejecutivo, el legislativo, el judicial, y, el empresarial.
Se dice que el poder mismo tiene todas las de ganar y todas las de perder cuando el objetivo de él es lo subjetivo del contrapoder, y aun así, pierda o gane, se refortalece más en la conducta y en la práctica de quien lo representa, y no es el pueblo: es el presidencialismo respaldado por el estado, fallido, pero blindado con la corrupción y la impunidad.
Cualquiera de los tres candidatos a la presidencia del presidencialismo, pasa(rá) del encanto forzado al desencanto aceptado, no importando qué tanto empujen y tiren de frente y a los lados porque no está siéndose y haciéndose en las plazas cívicas y públicas, porque es y será en los contenedores del INE y en los influenciadores de la redes sociales, porque si alguna vez el espacio cívico y público era lo que contenía el significado de las fuerzas electorales, ahora es el supuesto espacio cívico, público y democrático de la fuerzas en las redes sociales, cuando la cultura política también ha estado dotada, datada, tutoriada y capacitada con el analfabetismo funcional y digital, la estupidez y la imbecilidad del el trending topic y el like.
En el país de las sombras espectrales, nada, nadie y alguien estamos exentos, y, he aquí, el asunto público y el problema social, en que los muertos, los desaparecidos y los desplazados, casi nunca han sido una prioridad del Estado, del Estado de Derecho y de los Derechos Humanos con apego y desapego a las honrosas y peligrosas excepciones de los familiares por rastrear y arrastrarse con los mismos muertos, desaparecidos y desplazados, no tardando lo que serán más descargas de balas y paladas de tierra con la Ley de Seguridad Interior.
En La utopía de la patria, alguien afirma:
Al futuro del país lo pueblan sombras errantes y ríos de sangre.
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