Para los migrantes, cruzar territorio mexicano «ilegalmente» es exponerse: a ser desaparecidos, a ser secuestrados, a regresar en una caja a su país, a que sus órganos sean vendidos, a ser usados para transportar droga, a que las mujeres sean violadas y/o prostituidas, a mutilaciones, a polleros falsos, al frío extremo, al calor extremo, al […]
Para los migrantes, cruzar territorio mexicano «ilegalmente» es exponerse: a ser desaparecidos, a ser secuestrados, a regresar en una caja a su país, a que sus órganos sean vendidos, a ser usados para transportar droga, a que las mujeres sean violadas y/o prostituidas, a mutilaciones, a polleros falsos, al frío extremo, al calor extremo, al hambre, a la enfermedad, a los asaltos…
Las caravanas migrantes han salido en su mayoría de Honduras, país hermano, donde el gobierno fue impuesto a la mala por Estados Unidos, y donde los gobernantes (igualito que en México) «son ladrones, son fraudulentos y son asesinos». En palabras del líder social, Bartolo Fuentes: «y luego se preguntan, quién es el invasor».
Los migrantes hondureños están lidiando con diversas bestias: con el presidente de su país, con el bestia de Enrique Peña Nieto, con la bestia de acero (paradójicamente la menos peligrosa de todas estas bestias) y, ya en el corazón yanqui (los que lograron llegar vivos), con la bestia de la Casa Blanca.
Es importante que el pueblo mexicano esté preparado para combatir las campañas mediáticas sucias, para echar abajo mitos, para destruir mentiras históricas y defender el nuevo proceso de la 4ta transformación de México.
En situaciones de crisis humanitarias como la que estamos viendo hoy con las caravanas migrantes, el pueblo mexicano deberá de estar preparado y concientizado para no terminar odiando al oprimido y adorando al opresor.
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