El libre mercado en crisis está destruyendo a la fuerza de trabajo. Más de 300 mil bolivianos carecen de empleo y cuentan con un ingreso cero, mientras que algo más de dos millones y medio de ciudadanos están subempleados, trabajan en condiciones precarias y ganan una miseria. Sólo 700 mil trabajadores tienen un empleo estable […]
El libre mercado en crisis está destruyendo a la fuerza de trabajo. Más de 300 mil bolivianos carecen de empleo y cuentan con un ingreso cero, mientras que algo más de dos millones y medio de ciudadanos están subempleados, trabajan en condiciones precarias y ganan una miseria. Sólo 700 mil trabajadores tienen un empleo estable y un ingreso suficiente para cubrir sus necesidades básicas
La Paz, septiembre 28, 2004.- El neoliberalismo y la crisis económica están destruyendo poco a poco a la fuerza laboral boliviana. Como muy pocas veces en su historia, el desempleo abierto ha superado los dos dígitos y la desocupación encubierta, como es el subempleo, crece a pasos agigantados.
Según el ministro de Desarrollo Económico, Horts Grebe, un ex comunista que ahora defiende el libre mercado, sólo dos de cada 10 bolivianos tienen un empleo estable y digno, en tanto que uno está desocupado y otros siete son subempleados.
En número redondos, la realidad muestra que más de 300 mil bolivianos carecen de empleo y cuentan con un ingreso cero, mientras que algo más de dos millones y medio de ciudadanos están subempleados, trabajan en condiciones precarias y ganan una miseria. Sólo 700 mil trabajadores tienen un empleo estable y un ingreso suficiente para cubrir sus necesidades básicas.
La falta de empleo, en algunos casos, y los bajos salarios y el deterioro de las condiciones de empleo, en otros, está provocando que la fuerza laboral boliviana no pueda emplearse a plenitud ni obtenga el ingreso necesario para cubrir los costos mínimos de alimentación de los trabajadores y sus familias, cada vez más amenazadas por la pobreza extrema y la subalimentación, según los reportes conocidos por Econoticias.
DESEMPLEO EN ALZA
Los datos oficiales muestran que el desempleo ha ido en alza en los últimos años, rompiendo todos los registros conocidos en las últimas décadas. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Ministerio de Desarrollo Económico, la tasa de desocupación virtualmente se ha triplicado desde mediados de los años 90, especialmente en el área urbana.
La desocupación afecta a todos los sectores del mercado de trabajo y a los diversos grupos ocupacionales, aunque es más evidente en el sector privado empresarial y entre los obreros y profesionales. Los informes parciales con los que cuenta el Ministerio de Trabajo muestran que hay una sobreoferta de profesionales y de obreros calificados que no cuentan con empleo.
La falta de empleos productivos y estables es cada vez más evidente en el país, producto de la crisis económica y los problemas del modelo de desarrollo, según establece el diagnóstico del Ministerio de Desarrollo Económico que advierte sobre «crecientes niveles de injusticia, desigualdad y la profundización de la heterogeneidad de la sociedad boliviana».
Y es que en los últimos años virtualmente no hubo una creación de puestos de trabajo estables y productivas. En sector empresarial las fuentes de empleo disminuyeron o fueron reemplazadas por otras de menor calidad, con más bajos salarios y sin prestaciones sociales ni beneficios médicos y de jubilación. En el sector informal, las fuentes de trabajo aumentaron significativamente, especialmente en el comercio y los servicios, aunque a costa de ensanchar la precariedad y el deterioro de las condiciones de trabajo.
Según el INE, el sector informal generó siete de cada 10 nuevos empleos en la última década, configurando un nueva estructura ocupacional cada vez más precarizada y donde los empleos permanentes y estables tienden a ser reeemplazados por otros eventuales y temporales.
SUBEMPLEO Y PRECARIEDAD
Tanto en el sector formal como informal de la economía, la calidad de los empleos se ha deteriorado en forma alarmante, señala un informe del Ministerio de Trabajo, entidad que recepciona un creciente número de quejas sobre la violación de los derechos laborales, a pesar de sus evidentes limitaciones para imponer algo de equidad en las relaciones obrero – patronales.
En los sectores empresariales, y en muchas reparticiones del propio Estado, la política en materia de empleo ha sido la reducción de costos a partir del redimensionamiento de la planta de trabajadores. La disminución de salarios se ha dado por la vía de la reducción y/o eliminación de beneficios sociales y de aportes a la seguridad social, reemplazando, en muchos casos, los contratos de trabajo por contratos civiles que no son regulados por la ley laboral.
Los informes del Ministerio del Trabajo señalan que a fines del 2003 se había podido constatar un «exagerado aumento del trabajo eventual, de los contratos a destajo y de obra», así como de las jornadas de trabajo sin el respectivo pago de horas extras y beneficios extraordinarios definidos por ley.
A principios del 2003 se estimaba que sólo una quinta parte de los trabajadores asalariados tenía un empleo permanente y con prestaciones sociales. El resto se mantenía en la eventualidad y la incertidumbre de que concluya su relación laboral en cualquier momento por lo que han optado por someterse a las decisiones patronales sobre salarios, horarios y modalidades de trabajo.
VIOLACIÓN DE DERECHOS
En muchos casos, reportados en el Ministerio del Trabajo, la maternidad y la incursión en actividades sindicales ha provocado el despido de trabajadores, especialmente de obreros y empleados. Según destaca la Federación de Fabriles de La Paz se ha tornado común que «obreros calificados y con experiencia de años sean reemplazados por jóvenes operarios con escasa preparación, con salarios más bajos y sin beneficios sociales».
«Los empresarios quieren una fuerza laboral más dócil, sin experiencia sindical y menos política», dicen los dirigentes de la Federación.
El caso de los profesionales y personal con alta calificación también es patético. Muchos médicos, abogados, ingenieros y técnicos especializados han tenido que ubicarse en puestos que están muy por debajo de sus capacidades y expectativas como empleados en el transporte, el comercio y los servicios. Allí trabajan, muchos a cuenta propia y los menos por un salario que no cubre los niveles requeridos para su estandar de vida, por lo que hay una manifiesta insatisfacción laboral y un creciente malestar social.
En la informalidad hay también un reemplazo de trabajo remunerado por el aumento del trabajo familiar, lo que conlleva una mayor explotación de la unidad familiar. El resultado neto de estas tendencias en el mundo del trabajo es la caída en la productividad, el malestar laboral, la violación de los derechos legales y económicos de los trabajadores y el aumento de los conflictos, señala el informe del Ministerio de Trabajo.