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La estrategia del gobierno frente a la protesta social

«Los Pacificadores», el comando policial para frenar a los piqueteros

Fuentes: Clarin

Se creó hace un año. Son 600 hombres sin armas, entrenados especialmente. Es una fuerza disuasiva, que también actuó en las canchas, como la de River. Octubre de 2003. La relación entre el gobierno de Néstor Kirchner y los piqueteros atravesaba su peor momento. Al mismo tiempo, la Policía comenzaba a armar un grupo especial […]

Se creó hace un año. Son 600 hombres sin armas, entrenados especialmente. Es una fuerza disuasiva, que también actuó en las canchas, como la de River.

Octubre de 2003. La relación entre el gobierno de Néstor Kirchner y los piqueteros atravesaba su peor momento. Al mismo tiempo, la Policía comenzaba a armar un grupo especial para combatir la violencia en el fútbol. Las urgencias del Gobierno transformaron rápidamente a esos hombres en un comando entrenado para actuar en los cortes de calles y las manifestaciones piqueteras al que llamaron «Los Pacificadores».

No hubo anuncios oficiales para celebrar su nacimiento. Claro, «Los Pacificadores» surgieron justo en el momento en que el oficialismo terminaba de desmentir la cuestionada creación de una brigada antipiquetera. Se la bautizó División Operaciones Urbanas de Contención y Actividades Deportivas y, con más de 600 efectivos, hoy es la división más grande de toda la Policía Federal.

«Esta no es una brigada antipiquetera. Es una fuerza profesional capaz de contener la protesta. Sin armas, sin violencia y con respeto de los derechos humanos. Sin pegarle a nadie podemos poner las cosas en caja», le dijo el ministro del Interior, Aníbal Fernández, a Clarín.

Si bien es cierto que este grupo especial participa eventualmente en algún partido de fútbol (como el último River-Boca), mucho más lo es que desde sus orígenes su función primordial consiste en actuar en las concentraciones masivas y las protestas piqueteras.

«Los Pacificadores» -nombre que en inglés le dan al chupete- no usan armas de fuego. Llevan cascos, escudos, bastones y una protección a base de policarbonato en piernas y brazos. También «disuasivos químicos presurizados» que producen los efectos del gas lacrimógeno y, en algunos casos, se suman grupos de refuerzo con armas antitumulto.

Esos fueron los que participaron, por ejemplo, de la represión con gases lacrimógenos y balas de goma con la que el 31 de agosto terminó el escrache del grupo Quebracho en el Ministerio de Economía.

Los jefes de la división son el comisario Juan Carlos Migliozzi y el subcomisario Daniel Neira, que habían trabajado juntos en la custodia presidencial con Menem y De la Rúa. «Contención, dispersión y detención, ésas son las tres funciones frente al disturbio urbano», explicaron.

La instrucción dura seis meses e incluye simulacros de manifestaciones, clases de Derecho e informes sobre los distintos grupos piqueteros. Obviamente, también abundan las clases de artes marciales, como el aikido y de esgrima con el bastón.

Hay veces que la realidad obliga a adelantar la salida a las calles. El martes 16, cuando unos 8 mil piqueteros llegaron hasta las cercanías de la Plaza de Mayo, del otro lado de las vallas los esperaba un grupo que todavía no había terminado su etapa de entrenamiento. Sucede que a raíz de la visita del presidente chino, Hu Jintao, el Gobierno había dispuesto un megaoperativo sin antecedentes. Por eso tuvieron que sumarse policías con uniforme de escuela y los palos que habían usado durante la instrucción en lugar de bastón.

«¿Cómo se prepara a un grupo de policías que deben enfrentar no a delincuentes sino a desocupados?», preguntó este diario a los jefes.

«Nosotros trabajamos por reacción a una iniciativa ajena. Es decir que mi reacción va a ser a partir de una iniciativa del otro. La base está en la instrucción y en elegir al personal con una predisposición especial para eso», respondió Neira.

«Podés estar de acuerdo o no con ciertos reclamos sociales, pero cuando se empiezan a transgredir las leyes tenés que dar respuestas. Podemos llegar a entenderlos, pero no somos parte», agregó Migliozzi.

Ninguno de los dos parece muy contento con la obligación de no llevar armas de fuego. «Es una orden y se cumple», afirmó Neira. Y enseguida agregó: «Los piqueteros están seguros de que yo no tengo armas pero nosotros, en cambio, no sabemos si ellos las tienen. Por qué tenemos que estar en esa desventaja«, se preguntó.

Aníbal Fernández insistió en que «no se necesitan armas para imponer autoridad. Después, para los hechos delictivos, tenemos comportamientos acordes. ¿En qué protesta social del mundo hay muertos de bala?»

-Bueno, en la Argentina hubo varios, como Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, por ejemplo -recordó Clarín.

-Sí, pero ocurrió en medio de una crisis muy profunda y porque no existían este tipo de cuerpos especiales para contener la protesta.