La convocatoria a nuevas elecciones y la designación de un nuevo Presidente no han quebrado la lucha de los bolivianos por nacionalizar el gas y el petróleo. Sigue la huelga y las movilizaciones, a pesar que el MAS de Evo Morales se emplea a fondo para socavar la rebelión de los más pobres
El cambio de fichas en Palacio de Gobierno no ha quebrado la lucha revolucionaria en Bolivia. La Federación de Juntas Vecinales de El Alto y la Central Obrera Boliviana (COB) han otorgado hoy un plazo de 72 horas para que el nuevo presidente Eduardo Rodríguez nacionalice el gas y el petróleo.
Una Asamblea de emergencia de los alteños decidió no dar un paso atrás en la agigantada lucha popular y, por el contrario, decretó endurecer el cerco sobre La Paz, que está sin gasolina, transporte ni abastecimiento.
«Vamos a continuar el paro cívico indefinido. La lucha es inclaudicable», dijo a Econoticias, el presidente de los vecinos de El Alto, Abel Mamani. La decisión de los alteños fue respaldada por los dirigentes de la COB y de la Asamblea Popular, reunidos de emergencia.
«Sea cual sea el presidente, nosotros seguimos de pie. Nosotros no hemos pedido la renuncia del ex presidente Carlos Mesa. Nosotros queremos la nacionalización (…) No hay tregua «, agregó.
UN DEBATE INTENSO
Desde las primeras horas de este viernes, el movimiento obrero, campesino y popular movilizado en La Paz y El Alto debatía intensamente si debía o no hacer un alto en la lucha revolucionaria, tras la elección de Eduardo Rodríguez como nuevo presidente de Bolivia. Unos, los reformistas y moderados, planteaban suspender de inmediato las medidas de presión, mientras que otros, los más radicales y revolucionarios, querían seguir batallando y no dar tregua a las transnacionales.
Los primeros argumentaban que la elección de Rodríguez había cerrado el paso a los sectores más reaccionarios y duros de la oligarquía, que querían asumir el poder a través del Presidente del Congreso, Hormando Vaca Diez, para barrer la movilización popular con bala y metralla. Los segundos replicaron, sin embargo, que Rodríguez era otro neoliberal, igual a Mesa, vinculado al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y que, llegado el caso, usaría también la violencia del Estado para defender los intereses de las transnacionales y de la burguesía.
Unos y otros coinciden, sin embargo, en que no se han alcanzado el principal objetivo de la lucha como es la nacionalización de los hidrocarburos y la recuperación de los más de cien mil millones de dólares que están en manos de las petroleras como Repsol, Total, Petrobras, Enron, Sheel, British Petroleum y otras.
«No se ha cumplido con el objetivo de la nacionalización. En el poder, nadie quiere tocar el tema de la nacionalización. Incluso Evo (Morales) solo tocó al final, cuando sus bases ya lo estaban rebasando. Ahora este Rodríguez tiene que hablar claro para saber lo que haremos», dice Edgar Patana, dirigente de la Central Obrera de El Alto.
En el debate de los dirigentes vecinales y sindicales, esta evidencia jugó a favor de los más radicales, a pesar de que los más moderados insistieron en que tres semanas de lucha, que ha dejado ciudades paralizadas, sin transporte y con pocos alimentos, ya había mermado la resistencia y colmado los niveles de sacrificio del pueblo. Los otros también creen que es enorme el sufrimiento de los más humildes, pero que era necesario seguir en la lucha para que todo este sacrificio no haya sido inútil. La reciente experiencia de octubre del 2003, cuando el pueblo luchó y derrocó al expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada y entregó el poder a Carlos Mesa, está aún fresca en la memoria colectiva.
«El Alto ya ha vivido este tipo de transición política cuando Mesa reemplazó a Sánchez de Lozada y siguió gobernando a favor de las petroleras y de los ricos. No debemos cometer el mismo error con Rodríguez», dice José Luis Álvarez, dirigente del magisterio de La Paz, que pugna por seguir en la batalla al igual que otros dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB), de la Federación de Juntas Vecinales de El Alto, de Mineros, Maestros, de la Central Obrera de El Alto y otras organizaciones.
Los cuestionamientos sobre el presidente Rodríguez contribuyen también para no aflojar en la pelea. «No hay que dejarse engañar con las maniobras burguesas que han encumbrado en el poder al asesor jurídico de la Embajada de Estados Unidos y al socio del bufete de Carlos Sánchez Berzaín (ex ministro de Gobierno de Sánchez de Lozada y responsable de la masacre de octubre del 2003), dice Wilma Plata, de la Federación de Maestros de La Paz.
En la ciudad de El Alto, paralizada aún por la protesta social, centenares de activistas se han concentrado desde las primeras horas de la mañana en la sede de la Central Obrera y de la Federación de Juntas vecinales para escuchar lo que dicen los dirigentes que evalúan cómo potenciar la lucha y cómo evitar que los Poderes públicos y los sectores reformistas desinflen la protesta.
Desde esa misma hora, desde las pantallas de televisión y radios locales, los dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS) repiten una y otra vez la necesidad de dar una tregua al nuevo gobierno, de desmovilizarse, de apagar las protestas. Ellos saben que no hay nacionalización del gas, aunque tampoco les interesa demasiado, porque ya han puesto a salvo las elecciones de fin de año y la posibilidad de ser gobierno a través del voto. Varios grupos de campesinos ya han comenzado a levantar los bloqueos en los valles y el oriente. Los cocaleros, colonizadores y mineros cooperativizados hacen lo propio. El resto de los sectores resiste de pie, sin claudicaciones ni traiciones.