Los dirigentes de la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve) y la Central Obrera Regional (COR), bajo las recomendaciones de sus bases, o articulan un frente único antineoliberal o van separados para regalar el cuartel general de los pobres a los partidos neoliberales En las experiencias de las movilizaciones que se gestaron en octubre del 2003 […]
Los dirigentes de la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve) y la Central Obrera Regional (COR), bajo las recomendaciones de sus bases, o articulan un frente único antineoliberal o van separados para regalar el cuartel general de los pobres a los partidos neoliberales
En las experiencias de las movilizaciones que se gestaron en octubre del 2003 (Guerra del Gas), en enero y marzo del 2005 (Guerra del Agua) y mayo y junio del este año (Guerra del Gas II), en las barricadas de bloque controladas y articuladas por los comités de paro y huelga, los alteños pidieron a los dirigentes de las organizaciones matrices la construcción de un instrumento político que sea capaz de darle norte a las luchas que hasta ahora originaron la caída de dos presidentes, Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa Gisberth.
Una de las grandes deficiencias de esta dirigencia, en una de las movilizaciones más grandes que se tiene hasta ahora en el siglo XXI, se dio en las jornadas de octubre, donde los piquetes de huelga contaron con una dirección propia que sobrepaso a varios dirigentes de las juntas vecinales. Los alteños a partir de ese hecho que se conoce como la Guerra del Gas, treparon al escenario de la historia como un pueblo rebelde, una vanguardia eventual de los movimientos sociales de Bolivia y un referente de los pueblos que en América comienzan a transitar por el camino de la insurgencia.
Sin embargo, El Alto pese a dar la iniciativa en las luchas de los movimientos sociales en Bolivia que centran sus demandas en torno a la defensa de los recursos naturales (agua, hidrocarburos y minerales) aún no proyecta en los hechos una salida que permita desquilibrar definitivamente la correlación política, donde los representantes del neoliberalismo siguen controlando todos los espacios de poder, pese a ser arrinconados permanentemente con las regias luchas que los alteños protagonizaron en menos de dos años. Sin bien Sánchez de Lozada huyó de Bolivia tras la masacre de Octubre, si Carlos Mesa tuvo que salir del palacio y si Mario Cossio y Hormando Vaca Diez tuvieron que renunciar a sus aspiraciones presidenciales para dar paso a una transición, el aparato de poder que controlan los neoliberales aún se mantiene intacto.
La experiencia mostró que pese a los duros golpes que asestaron a los partidos neoliberales en menos de dos años, los movimientos sociales que descabezaron a dos presidentes y cortaron el camino a dos aspirantes a mandatarios vías sucesión constitucional, no pueden quitarle el control del poder al MNR, MIR, NFR, ADN y UCS.
Frente a esa realidad y con la perspectiva de convertir el movimiento de mayo y junio en un movimiento insurreccional, se articuló la Asamblea Nacional Popular Originaria en base a la conducción de la COB, la COR, a Fejuve y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB); sin embargo, su primera resolución de poner en vigencia los comités de autoabastecimiento fue desautorizada por los las juntas vecinales de El Alto.
La asamblea que se articuló en El Alto, el cuartel general de los pobres de Bolivia y que reunió a los más sobresalientes del actual sindicalismo, fue autodisuelta por los mismos dirigentes de la Fejuve y la COR, quienes consideran que ellos tienen más convocatoria y peso.
Ante la constatación de la construcción del instrumento político, varios son los intentos de plasmarlo y distintos los escenarios, como ocurrió recientemente en Cochabamba, donde declararon traidores y enemigos a los dirigentes que se presten a engañar al pueblo ingresando a la chacota electoral.
La construcción del instrumento político, recomendado por los guerreros de los hidrocarburos y del agua, actualmente es interpretada por algunos de los dirigentes de la COR y la Fejuve como la consolidación de una coalición electoral y para plasmar ese objetivo organizaron comisiones políticas para establecer reuniones con candidatos supuestamente antineoliberales y militantes de la izquierda del Siglo XXI.
Tanto los dirigentes de la COR como los de la Fejuve, en los hechos comienzan a distanciarse mutuamente, pese a que los piquetes de los bloqueos de mayo y junio les recomendaron a sus principales dirigentes que comiencen a andar juntos, porque separados no valen nada.
En El Alto, por las experiencias de elecciones pasadas, como las últimas municipales, a la hora de la decisión de los votos la dirección de las organizaciones no pesa como en la conducción de los movimientos sociales. Pero andar separados y en compañía de coaliciones, lo único que hacen es regalar a El Alto para que nuevamente los partidos neoliberales ganen las elecciones, como lo hicieron en diciembre del año pasado.
De repetirse los resultados de diciembre en El Alto, la COR y Fejuve que obtuvieron su ascenso en base a la lucha de los alteños, los dirigentes estarán poniendo a las organizaciones en el tapete de la descredibilidad, un precio muy alto.
Los dirigentes de la Fejuve y la COR, bajo las recomendaciones de sus bases articulan o un frente único antineoliberal o van separados para regalar el cuartel general de los pobres a los partidos neoliberales.