Son veinte años del modelo económico neoliberal implantado por Victor Paz Estenssoro, modelo que derroto la hiperinflación echando a la calle a treinta y cinco mil mineros. Década de los ochentas, los habitantes de los centros mineros acaso sabían de las continuas crisis y las caídas en los precios del estaño y de los minerales […]
Son veinte años del modelo económico neoliberal implantado por Victor Paz Estenssoro, modelo que derroto la hiperinflación echando a la calle a treinta y cinco mil mineros.
Década de los ochentas, los habitantes de los centros mineros acaso sabían de las continuas crisis y las caídas en los precios del estaño y de los minerales que Bolivia exportaba como materia prima; del personal excesivo en los centros mineros, donde a decir de Lechín (2) de cada tres, uno trabajaba y dos miraban; de las manos brujas de los administradores de la COMIBOL (3) que hacían todo lo posible para que esta empresa fracase; de los jerarcas del Fondo Monetario Internacional (FMI) que anunciaban que el tiempo del nacionalismo había acabado; de la dirigencia sindical que estrangulo al gobierno de Siles Suazo (4) imponiéndole mas y mas demandas; de la oligarquía que extrañadamente hacía coro con la Central Obrera Boliviana (COB) para acelerar la caída del gobierno de la UDP.
Eso si, sufrían con la hiperinflación: la lluvia de los pesos bolivianos, de las cifras cada vez mas infladas en los billetes, de los sueldos en gangochos (5), de los fajos de cheques al portador, miles de millones en los bolsillos, pero apenas alcanzaban para comprar artículos de primera necesidad, de las colas interminables para conseguir alimentos, de los fugaces sueños que decían que esta crisis era pasajera, que los gringos necesitaban minerales, que el gobierno solucionaría los problemas… sino: huelga general indefinida.
En medio de la crisis se llevaron a cabo las elecciones, que fueron ganadas por el general Hugo Banzer Suarez, quien había renunciado en 1976 a fuerza de huelga de hambre al poder otorgado por el golpe de estado de 1971, la gente recordaba la bonanza económica y olvidaba mediante su voto, la larga noche del terror, del exilio y de los centros mineros militarizados. Sin embargo, asumía el poder mediante el voto congresal, Victor Paz, cabeza de la revolución nacionalista de 1952, con un programa que ofrecía superar la hiperinflación, las largas colas por alimentos, los paros y huelgas, sin decir como.
Agosto de 1985, circulaban rumores sobre el paquete económico del nuevo gobierno; la UDP, había acostumbrado al pueblo a los golpes de timón que no cambiaban nada, así que solo quedaba esperar. «Bolivia se nos muere», decía Víctor Paz al presentar al decreto supremo No. 21060 que cambiaba el modelo económico: del estatismo al liberalismo, se inauguraba la implantación del bolsín y la flotación del tipo de cambio, las relaciones laborales mediante la libre contratación, la liberación de los precios de bienes y servicios, la libre importación, el cierre paulatino de las principales empresas estatales, los ajustes impositivos para mejorar los ingresos de las arcas fiscales bolivianas.
Una palabra ensombrecía el futuro de los miles de trabajadores del subsuelo: relocalización, algunos lo interpretaban como el cambio de ubicación de fuentes de trabajo, los mas como el despido llano y simple. Para hacer mas llevadero el despido se crearon formulas interesantes, el retiro voluntario y el pago de determinada cantidad adelantada de sueldos, el tres por uno, cinco en uno; el traslado a otros centros mineros, «es lindo Caracollo, valle es», decían las charlas vespertinas, o «no te vayas a San Vicente , hace un frío de mierda». Parecía que todo iba a cambiar para que nada cambie. Pero, el fantasma del despido de miles de obreros cubría los centros mineros.
La dirigencia cobista herida ya de muerte, organizo y encabezo la resistencia a dichas medidas con la Mar-cha por la Vida, de los centros mineros partían centenares de mineros para acabar con el gobierno de Víctor Paz y su decreto 21060, armados de dinamita, charque, chuño (6) y hojas de coca, para la última batalla; como en los tiempos de la UDP, cuando en la capital se escuchaban estribillos de rechazo a tal o cual medida, acompañados de estallidos de los cachorros de dinamita, de las huelgas generales indefinidas de varias semanas, de los centros mineros en huelga, de marchas de miles de obreros y se derrotaban las medidas económicas y sociales de Siles Zuazo.
A pocos kilómetros de La Paz, ante un cerco militar, de ametralladoras pesadas y livianas, el constante sobrevuelo de aviones caza, de tanques y tanquetas en el horizonte, con la rabia y la impotencia contenida, la dirigencia obrera negociaba y aceptaba las condiciones impuestas, era ya un hecho el despido de mas de treinta y cinco mil mineros con beneficios sociales pero sin futuro. El neoliberalismo había nacido en Bolivia.
Notas:
(1) Maya, en aymara, el número uno.
(2) Juan Lechín Oquendo, líder obrero, quien marco a fuego la historia boliviana.
(3) Corporación Minera de Bolivia, empresa estatal encargada de todas las fases de producción en la minería boliviana.
(4) Ganador de las elecciones bolivianas con la Unión Democrática y Popular (UDP), emprendimiento de izquierda conformado por el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNR- I), el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y el Partido Comunista de Bolivia (PCB).
(5) Bolsas de polietileno de gran tamaño.
(6) Carne y papa sometidos a un proceso de deshidratación.
La Paz/Chuquiagumarka, 28 de Agosto de 2005.
(*) El autor es hijo de relocalizados mineros.