Si alguien quiere estudiar las transformaciones en determinado proceso de trabajo y la constitución de nuevas relaciones sociales que de ellas se derivan, no tiene más que viajar a Neuquén y visitar FASINPAT – la fábrica sin patrones. El jueves 13 fui a Neuquén invitado por la filial del Banco Credicoop a dar una conferencia […]
Si alguien quiere estudiar las transformaciones en determinado proceso de trabajo y la constitución de nuevas relaciones sociales que de ellas se derivan, no tiene más que viajar a Neuquén y visitar FASINPAT – la fábrica sin patrones.
El jueves 13 fui a Neuquén invitado por la filial del Banco Credicoop a dar una conferencia sobre el «ALCA y las consecuencias para la Argentina», aprovechando el viaje me corrí hasta Zanon al menos para saludar, ya que estaba en deuda por las numerosas veces que fuí invitado y no pude viajar. Los compañeros de prensa me pidieron que al regresar escribiera algo para la página web de la fábrica. No se me ocurre otra cosa que hacer un relato de mis impresiones de una mirada demasiado rápida.
Llegué a la fábrica por la mañana del viernes, antes de las 9hs., el compañero que estaba de control a la entrada me recibió muy amablemente como si me conociera, la verdad yo no lo recordaba, pedí por Christian Moya lo fueron a buscar pero estaba reunido. Mientras esperaba observé la salida y entrada de camiones vacíos y cargados, un compañero se sube al acoplado y controla la mercadería con el remito de salida que le entregaron en la sección Ventas. Los controles cruzados funcionan pienso para mí.
Christian sigue ocupado, de repente no se de donde se aparece Raúl Godoy, con su infaltable gorra invertida, me recibe efusivamente, me pregunta que hago ahí, que cómo me mandé sin avisar, pasá tomemos unos mates y charlemos, y entramos a lo que creo es la recepción o la oficina de prensa.
Dos computadoras trabajando, en otro escritorio varios compañeros discuten algo sobre remeras, los talles, que las anteriores encogieron… Raúl sigue cebando y no para de atender el teléfono, son colegios que quieren visitar la fábrica, me entrega un ejemplar del nuevo Estatuto del gremio y me cuenta el proceso de discusiones, aunque dice tienen que trabajarlo mejor.
Entre mate y mate pregunta a distintos compañeros quién me puede acompañar a una visita por la planta, pero están todos ocupados. Christián sigue sin aparecer, yo sigo mirando el movimiento de camiones y la llegada de tres contingentes de estudiantes secundarios que vienen de visita. Hay quienes los estaban esperando, todo parece muy organizado.
Otro llamado telefónico, la conversación gira en torno al vencimiento de los plazos para que el Juez otorgue la Cooperativa. Un aire de preocupación atraviesa todo el recinto, en eso aparece Carlitos Acuña, se toma un mate y dice yo llevo a Lucita.
Entramos a la planta, no esperaba algo tan grande. He sido ferroviario durante más de 20 años y sé lo que son grandes talleres, Tafí Viejo y Remedios de Escalada, los dos con más de 5000 obreros en aquellos tiempos, trabajé 4 meses en talleres Diésel Eléctrico de Alta Córdoba -en esa estadía conocí a la que es mi compañera desde hace más de 30 años- pero esto es diferente, mucho más moderno, tanto por el layout de planta como en las maquinarias.
Lo primero que me impresiona es ver varias líneas de producción funcionando al mismo tiempo, cintas transportadoras con controles ópticos, máquinas que operan solas, grandes hornos con temperaturas de 1500 grados, hay un alto grado de automatización. Pero ¿dónde está la gente pregunto? porque si son 450 trabajadores/as en tres turnos debiera haber por lo menos 100 en la planta y sin embargo salvo en el inicio del proceso, donde se trabaja la arcilla y se hace la mezcla y la molienda, no se los ve.
Carlitos Acuña me explica el proceso desde sus inicios, que la fábrica esta trabajando al 35% de su capacidad instalada. Me dice que la actividad principal es de control, que las máquinas hacen prácticamente todo y los trabajadores hacen el seguimiento y control de los diferentes procesos, que requieren prestar mucha atención y concentración.
Es lo que se llama la desmaterialización del trabajo, que exige mucho menos esfuerzo físico pero mucho mayor actividad mental. La innovación tecnológica, la revolución microelectrónica, ha transformado el origen de los incrementos por productividad. Y esto ha determinado cambios cualitativos importantes en la composición del trabajo, en la medida que el trabajo manual es sustituído, en distintas proporciones se guna las ramas de la economía, por el trabajo intelectual.
Claro que en una situación como esta, donde los trabajadores han impugnado la propiedad privada, han desplazado al patrón y a los capataces, han terminado con el monopolio del saber que estos ocultaban y se apropian. Se han reapropiado del conocimiento y la información de todo el proceso productivo. Y en esta experiencia juega un papel diferente.
Nos detenemos en la sección de prensado -nada menos que una fuerza de 40.000 kilos- que presiona a la masa y hace el «bizcocho» que luego pasa a los hornos para su cocción. Me explica que antes bajo la presión de los ritmos de producción impuestos por patrones y capataces muchos compañeros en el apuro perdían los dedos en esa prensa. Desde que ellos se hicieron cargo repusieron un sistema de seguridad que la patronal había anulado y los accidentes se terminaron.
A medida que nos internamos en la planta el ruido se hace sentir, no es estruendoso pero sí constante y también hay un polvillo que flota en el ambiente que me molesta, observo que todos los trabajadores tienen protección en sus oídos y barbijos contra el polvo. Me advierten sobre el piso mojado y la arcilla resbaladiza, todos calzan zapatones industriales que los protejen de accidentes y resbalones.
Se hacen las 10 de la mañana, es la hora del refrigerio, no se de dónde pero en cada sección aparecen 3, 4 ó 5 trabajadores, se reúnen en una mesa y toman mate, hacen chanzas y se ríen. Observo que en cada uno de esos grupos pasa de mano en mano una hoja. Alcanzo a reconocer en uno de estos grupos a Julio Araneda, a quien conocí en Buenos Aires en reuniones de Nuestra Lucha. Me acerco a saludarlo me presenta a los compañeros, me cuentan el trabajo de la sección, sale el tema de la última Jornada, las discusiones sobre la producción, sobre como aplicar los excedentes financieros, y también problemas políticos. Aparentemente hay un problema con la campaña electoral, no rechazan a la izquierda, al contrario, pero hay cierta disconformidad con sus formas de intervención, con sus métodos, algo que también me dieron a entender en otras secciones.
Pregunto sobre la hoja que veía pasar de un lado a otro. Me dan un ejemplar: de un lado muestra los metros de producción por cada línea de trabajo y del otro en un gráfico de barras muestra los niveles de calidad alcanzados en cada línea. Lo que, entre mate y mate y entre chanzas y bromas, estaban analizando eran los niveles de producción y calidad alcanzados. El promedio de calidad es del 75% en toda la fábrica, pero hay líneas de producción que superan el 90% y otras que apenas arañan el 60%. Esas disparidades discutían, mientras tomaban mate y se reían.
Pienso, no se han reapropiado solamente del conocimiento del proceso productivo, sino también de la información que fluye de ese proceso, y este conocimiento implica la posibilidad de transformarlo, de introducir cambios por su propia iniciativa.
Cada tanto le suena el celular a Carlitos y me deja solo en la planta. Miro el funcionamiento de las cintas transportadoras, el ingreso y salida de los hornos, la «chupadora» que levanta los cerámicos ya cocidos y los deposita suavemente en otro lado.
Estoy allí parado solo y de pronto veo una especie de cajón amarillo de dos metros por tres, que se desliza lentamente a ras del suelo y viene directo hacia mí, me corro a un costado pero el aparato gira y me enfoca nuevamente, me vuelvo a correr y esta vez pasa de largo, llega hasta una parrilla cargada de cerámicos, la levanta, vuelve sobre si misma haciendo el recorrido inverso y la deposita en otro lugar. Busco y no encuentro ninguna guía. Luego me enteraría que esas son las «tortugas amarillas» que automáticamente trasladan cosas de un lado a otro del proceso de producción y que la guía es subterránea.
Carlitos reaparece, pasamos por la sección de esmaltado y luego por la que hace el porcelanato, una materia prima distinta y un pulido con piedras costosas. Luego vamos a la Sección del Tercer Fuego, allí el proceso es más lento pero más preciso, se hacen las guardas y los cerámicos con dibujos especiales.
En el sector diseño me explican como fueron abandonando los diseños viejos, modelo italiano, y ahora ellos hacen sus propios diseños. Hablan con orgullo de la línea mapuche, una serie de guardas con dibujos aborígenes que ellos hicieron a partir de una relación con la comunidad indígena de la zona. Hay una cantera con arcilla que los antiguos patrones explotaban sin tener en consideración a los verdaderos habitantes históricos de ese territorio. Hoy la relación ha cambiado y unos otros participan solidariamente de las luchas reivindicativas de cada uno
Estamos nuevamente en la zona de las cintas trasportadoras detrás de una máquina aparece Alejandro López, el nuevo Secretario General del Sindicato, charlamos un rato me manifiesta cierta preocupación porque después de cuatro años de no resolverse las cuestiones legales se pueda naturalizar esa situación, su mirada es de más largo alcance. Me compromete para una discusión en extenso sobre la cuestión.
Pasamos por la oficina de la Auditoría, me explican que allí controlan todo el movimiento de dinero, toda la documentación pasa por allí para su aprobación. No se escapa nada dicen con orgullo.
Vamos a la cocina me presentan a las compañeras que me convidan un sanwiche, más atrás, creo un segundo comedor, hay un grupo de compañeras jóvenes algunas, trabajadoras otras de la universidad, se están reuniendo para discutir un balance de su participación en el encuentro de Mujeres de Mar del Plata. Carlitos me abandona nuevamente y me deja solo con las chicas. Converso un rato largo luego me voy, Susana me acompaña a encontrar la salida y vamos hacia adelante a una oficina desde donde se controla por pantalla todo el movimiento externo e interno.
Aparece Raúl, me lleva a una oficina administrativa contigua, hay varios compañeros entre ellos el abogado Mariano que pide silencio, está llamando a Buenos Aires al despacho del Juez que tiene demorado el asunto de la cooperativa, el hombre no está, su secretaria dice que salió de viaje y que resolverá el asunto el martes que viene, ¿pero si había dicho que lo resolvía este martes…?
Otra vez la preocupación cruza el ambiente. La tensión dura poco se abre la puerta y entra Chiquito, que habla hasta por los codos. Reaparece Carlitos, entre todos se ponen a recordar en medio de carcajadas los primeros tiempos, hace 4 años, cuando las carpas en la puerta, el peregrinaje por Bs.As. buscando solidaridad, la entrevista pedida a Moyano, que no los recibió pero si los esperaban una doble fila de matones; que fueron a la Universidad y que ahí sí recibieron solidaridad de estudiantes y docentes y recolectaron fondos; que fueron a ver a DeGennaro que les dijo que «siendo independientes no les daba más de seis meses de duración», y encima «nos pidió un peso a cada uno para la campaña de la CTA». Se reían pero todavía lo tienen atragantado. Cuando comenté que yo tenía muy buena relación con Víctor, Chiquito me dice «ya que Ud. es amigo le pido un favor, entréguele este almanaque del 2006 y esta nota que le hago ahora. Ya que nos dio seis meses de vida que se entere que ya llevamos 4 años!!». (la semana que viene cumpliré el encargo)
Vamos con Carlitos a la zona de administración me muestran unas oficinas muy bien puestas, obviamente allí estaban antes los directivos, me cuenta que esas oficinas las ocuparon hace poco, antes no se animaban. Me recuerda cuando estábamos colaborando en Grissinópoli, no había donde sentarse y lo hacíamos sobre los viejos envases de lata, no muy cómodos por cierto, hasta que César un compañero subió al primer piso y encontró una sala con una mesa de reuniones y 14 sillas. Les dice a los trabajadores/as porque no las bajaban? «A no, esas son del directorio…»contestaron.
Es que la dominación no es solo explotación económica, es también alienación, naturalización del patrón, pensar que las cosas están dadas de una vez y para siempre; que siempre tiene que haber alguien por arriba de uno. Afortunadamente en Grissinópoli bajaron las sillas y aquí en Zanón ocuparon también esas oficinas.
Es una demostración practica de que los trabajadores pueden producir sin patrones, pero que la inversa no es posible. Y van tomando conciencia de ello.
Quedo solo de nuevo, salgo al playón y me encuentro otra vez con Chiquito, no para de hablar, me cuenta del proceso productivo, de las discusiones, del apoyo de las familias, de su hija que estudia en la universidad, del nuevo Estatuto. Que fue delegado pero que ahora no porque el es partidario de la rotación, que está orgulloso porque lo han elegido entre los compañeros que viajaran a la reunión de recuperadas en Venezuela; que en Zanón están presentes todas las tendencias políticas, que hay un verdadero pluralismo democrático y de respeto, amparados en un proyecto de vida y producción que los cobija a todos, aunque también se queja de ciertos métodos…
Se acercan las 14hs. y termina el turno, Chiquito emprolija su lugar de trabajo, que esta ordenado y limpio como pude observar en toda la planta. Sobre su mesa de trabajo está la planilla de producción, toda marcada y con anotaciones en al margen, me la muestra y se la guarda en su mochila.
Vamos saliendo, ya es hora de la asamblea. En el camino me comenta que los turnos tienen horario pero que ellos tienen que pensar mas allá del turno. Salgo con la impresión que en todo el recorrido no vi mayores tensiones a pesar de que la actividad es intensa, todo el mundo presta atención a su tarea, incluso cuando conversábamos, pero no están tensionados, se los ve alegres como si algo les hubiera cambiado las vidas.
Todos los días a las 14hs. cuando se juntan el turno entrante y saliente hay una asamblea informativa, no más de 20 minutos. Alejandro López, pide silencio, me presenta a mí y a dos compañeros de la Correpi que también estaban allí, somos recibidos afectuosamente. Informan sobre la situación del Juez y deciden tomar una serie de medidas, ir a ver a Alberto Fernández que esa tarde estaría en Centenario; cortar el puente al otro día, enviar una delegación a Bs.As. Luego se pasa a realizar unos sorteos solidarios, me ofrezco a sacar el número del premio por el día de la Madre, lo gana la compañera Mónica.
Aparece Christian! Se disculpa estuvo todo el día a las corridas, le creo, me invita al comedor, las compañeras me sirven lo que por la hora debía ser la última porción de fideos con estofado que quedaba, no quisiera creer que la tenían reservada para mí.
Se me acaba el tiempo, Alejandro López se ofrece a llevarme al centro a buscar mis cosas, en el camino me pide que vuelva con más tiempo para cambiar ideas, me comprometo. Retiro mi bolso del hotel y salgo disparado al Aeropuerto, llego justo para tomar el vuelo. Me desplomo en el asiento, caigo en la cuenta que estoy cansado, fueron no menos de 7 horas parado. Mientras el avión carretea pienso cómo ordenar lo que vi y escuché, me lamento de no haber tomado nota, de no tener preguntas pensadas, fue todo muy improvisado. Cierro los ojos un momento, me zumban los oídos y la azafata anuncia que en diez minutos aterrizamos en Aeroparque.
Pienso en las innumerables discusiones sobre los alcances y los límites de la autogestión, sobre la autonomía y los ahora populares micropoderes, sobre la cuestión del Estado, si hay o no nuevas relaciones sociales en estas experiencias…
Recuerdo la vieja máxima leninista: «La teoría nace de la acción y al mismo tiempo la enriquece». Si alguien quiere estudiar las transformaciones en determinado proceso de trabajo y la constitución de nuevas relaciones sociales que de ellas se derivan, pienso no tiene más que viajar a Neuquén y visitar FASINPAT – la fábrica sin patrones.
Llego a casa, estoy molido, enciendo la máquina y me pongo a escribir estas líneas con entusiasmo y esperanza.
* Integrante del colectivo Economistas de Izquierda (EDI) y director de la revista marxista Cuadernos del Sur.